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Chats escolares, entre el uso y el abuso

Pueden resultar los grupos de Whatsapp del colegio un ‘dolor de cabeza’ tanto para padres como profesores.

–¿Cuáles son las tareas que trae el control de hoy?

–A mi hijo se le perdió el libro de español. 

–A mi hija se le quedó la merienda. 

–Nadie dijo que había examen de matemáticas. 

Mensajes como estos se repiten todo el día en los famosos ‘chats escolares’. También, fotografías del nacimiento de los hijos, eventos familiares y consultas hacia los docentes logran que en un descuido tenga que leer cientos de mensajes antes de enterarse de información importante y de utilidad sobre las escuelas. 

“El chat del colegio de mi hijo se volvió desesperante. Los padres se quejan en todo momento, critican a los profesores y hablan al mismo tiempo, de manera que cuando se quiere leer un mensaje, al segundo  está desactualizado. Quisiera abandonar el grupo pero no lo hago porque necesito la información que proporciona”, expresó Sandra Salinas, madre de tres hijos en etapa escolar  y por cada uno de ellos está en un grupo diferente. 

Pros y contras. Los chats son medios de comunicación ágiles y efectivos.  Para la docente de primaria de una reconocida escuela de la ciudad Melissa Villa no hay nada más cómodo para informar que estas herramientas tecnológicas. Sin embargo, hay ocasiones en las que “pueden volverse para el docente una verdadera pesadilla”. 

“Por la inmediatez que ofrecen estos medios digitales es sencillo para aclarar dudas sobre temas del colegio. Pero en un sentido negativo se tergiversan muchos procesos porque a veces los niños no están atentos a las instrucciones que reciben en clase y es común tener a los padres diciendo una cosa y los niños otra, sabiendo que ellos son la primera fuente de información para saber qué dieron en clase”, manifestó Villa.

La docente de bachillerato Milena Muñoz resalta que estos chats tienen la “particularidad” de sentar al maestro en el ‘banquillo del acusado’, además de crear muchos malos entendidos.

“Cuando hay algún suceso entre un niño y un profesor, ese chat se vuelve el juzgado donde los papás establecen el sanedrín. También se vuelve un sindicato para discutir y criticar el colegio”, dijo. 

Marina Romero*, docente de primaria, explica que hay situaciones graves que pueden derivarse del mal uso de estos canales de comunicación. “Quienes estamos en el campo educativo vemos a diario cómo estos chats desinforman, pues por lo general no van de la mano con los medios del colegio. Muchos docentes hemos presenciado situaciones que trascienden de estos grupos en las que menores son sometidos al escarnio público por la presión que ejercen los demás padres, y no reciben un adecuado acompañamiento privado y de reserva cuando los niños presentan dificultades”.

¿Hay límites?

Muchos colegios y jardines infantiles en Barranquilla tienen como política prohibir que sus maestros compartan su número personal y se integren a estos grupos.

“Me llamaban a las 11 de la noche para preguntarme si mañana tocaba educación física y demás cosas que los niños llevaban escrito en el control. A algunos padres se les olvida que los maestros también tenemos hijos y vida propia”, remató Villa.

Para el psicólogo y director de Permanencia  Académica de la Universidad Autónoma del Caribe, Javier Simonds, estas herramientas no deben verse como algo negativo, pero pueden llegar a ser un ‘arma de doble filo’, por ello, son los docentes quienes deben establecer los límites. 

“Estos grupos de apoyo no deben usarse para mandar oraciones, buscar trabajos, vender pudines y demás temas que se salen del contexto escolar”. 

Responsabilidades

“Mi mamá no me avisó”. Con esta excusa llegan estudiantes a la clase de Romero. “No podemos dejar que el mal uso que se les da a herramientas positivas deterioren la autonomía de los estudiantes”, señaló. 

Para Simonds, un chat no puede incentivar la sobreprotección ni suplantar la comunicación ni los deberes entre padres e hijos.

“Los papás tienen un rol fundamental en la escolaridad, pero es importante que entiendan que los deberes son de ellos”. 

Por su parte, Mayilín Moreno, Ph.D en Psicología y profesora de la Universidad del Norte, explica que “cuando se habla de niños la responsabilidad no depende completamente de ellos sino de sus educadores mayores, es decir, de sus padres en primer lugar, sus cuidadores, maestros, y las personas que son significativas para ellos (...)En ese sentido, el que los niños incumplan con sus responsabilidades dependerá en gran parte de sus educadores y de cómo establecen límites para que los cumplan”, especificó. 

*Nombre cambiado a petición de la entrevistada.

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