
“Llanto inconsolable” en el sepelio de Brasil en San Pelayo
El pueblo cordobés lloró la goleada de los pentacampeones.
Nunca antes un pueblo cordobés había llorado tanto en el entierro de un extranjero, como ocurrió la tarde del martes en las calles y en el cementerio central de San Pelayo, que precisamente queda en el barrio La Última Lágrima, de la capital mundial del porro.
Los nativos pasaron de la alegría, por la celebración de la edición 38 del Festival Nacional del Porro, la semana pasada, a la “tristeza” colectiva, con la “muerte” del forastero que fue despedido con algarabía y bullicio, como si se tratara de un acto más de la fiesta que identifica al municipio a escala del mundo.
El muerto fue la selección de Brasil y el entierro inició justo después del 7 por 1, a favor del equipo de Alemania, en medio de un río de gente que abandonó sus quehaceres en las viviendas y sitios de trabajo, para acompañar en la despedida simbólica de quienes sacaron a la selección Colombia de la final del Mundial, por un criticado arbitraje que nos perjudicó.
El entierro de Brasil partió desde el barrio Año Nuevo, recorrió la calle principal del municipio, hizo estación frente a la iglesia San Juan Pelayo y continuó hasta el campo santo.
Finalmente Brasil fue metido en una bóveda prestada, en medio de gritos que simulaban al de una viuda o una madre, hasta que a alguien se le ocurra otro cortejo para desenterrarlo y repatriarlo a Sao Paulo, Brasilia o Río do Janeiro.