Eran las 7:20 pm, cuando Ricardo Sanabria, su esposa Angie Redondo y la pequeña Salomé, de 3 años, llegaron a la Villa Bolivariana tras caminar 6 cuadras desde su casa en el barrio Villa del Carmen, al suroccidente de Santa Marta. Lo hicieron con la intención de ver algo de baloncesto y nado sincronizado, sin embargo, no pudieron porque los aforos del Coliseo Mayor y el Complejo Acuático se coparon.
Tras pasear por los contornos de los escenarios deportivos, se sentaron en un andén del área peatonal en adoquín, frente al estadio de softbol y a pocos metros de las piscinas y desde allí vieron extasiados el ir y venir de gentes.
Poco les importó haberse quedado afuera, pues consideraron que el solo hecho de haber estado en familia en una zona en donde hasta poco transitar era vedado por el peligro que representaba, había sido un placer.
'Estamos disfrutado, el ambiente es chévere y para qué pedir más', dijeron emocionados. Ricardo agregó que 'cuando la familia se une todo es mágico'.
No hay duda que la romería de gentes caminando de noche por esta villa deportiva, es la evidencia de que los XVIII Juegos Bolivarianos han sido un ingrediente para la felicidad de los samarios.
Hombres y mujeres con hijos en brazos y en coches; enamorados adolescentes tomados de la mano; niños y adultos con sus mascotas, y mucha pero mucha gente, camina sonriente de un lado a otro.
'Estoy feliz porque la ciudad ha cambiado, y especialmente este lugar que hasta hace poco era oscuro y peligroso', dijo Ricardo Sarmiento, un bogotano residenciado en esta ciudad hace 13 años.
Él, su esposa Marcela Ricaurte y su hijo David, forman parte de ese inmenso grupo de familias que han encontrado en los Juegos Bolivarianos un motivo más de unión.
Sostiene que no se pudo ingresar al coliseo pero recalca que 'solo basta con estar aquí, en medio de tanta gente buena, para darnos cuenta que el deporte aunque fuera de las canchas, también estrecha vínculos'.
'Por fin tenemos canchas y estadios donde los niños y la juventud desarrollen sus habilidades deportivas… Ya no hay excusas para escapar del ejercicio físico', comentó.

























