Cuando Jesse Armstrong pensó por primera vez en Mountainhead, no tenía ni guion, ni elenco, ni locaciones. Solo una idea urgente: contar qué pasa cuando un grupo de multimillonarios tecnológicos se enfrenta a una crisis mundial provocada, justamente, por uno de ellos.
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Con esa premisa, HBO le dio luz verde al creador de Succession, y en apenas cinco meses la película estaba lista para salir al aire. “La escribí en enero. Hicimos la preproducción en Utah en febrero. La grabamos en marzo. La editamos en abril”, resume Armstrong, entre risas, sobre el vértigo del proceso.
Mountainhead se estrenó el sábado 31 de mayo en HBO Max. Es el debut cinematográfico como director de Armstrong, quien viene de ganar siete premios Emmy y ser nominado al Óscar por su guion de In the Loop.
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La película reúne a un grupo de amigos multimillonarios —interpretados por Steve Carell, Jason Schwartzman, Cory Michael Smith y Ramy Youssef— en medio de un escenario apocalíptico provocado por una tecnología que uno de ellos lanzó al mundo.
“Es una versión pesadillesca del presente”, explica Armstrong. “No es exactamente lo que está pasando, pero sí una extrapolación de cosas que ya hemos visto. Desde los efectos de ciertas redes sociales hasta el impacto de la inteligencia artificial en nuestras vidas”.
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Y eso es justamente lo que lo motivó a escribirla: la creciente sensación de que un puñado de empresas, dirigidas por un grupo muy reducido —“casi exclusivamente hombres”— tiene un poder descomunal para moldear el rumbo del planeta. “Esta película no es tanto sobre política, aunque puede sentirse el clima. Es sobre el mundo de los negocios, sobre cómo un puñado de compañías increíblemente ricas puede definir nuestras vidas”.
Armstrong, fiel a su estilo mordaz, construye personajes que no son villanos caricaturescos, sino seres humanos atrapados en su propio ego. “Estos tipos no son como los Roy de Succession”, advierte. “Los Roy son ricos, sí, pero apenas unos ‘billonarios de un dígito’. Los de Mountainhead juegan en otra liga: son los que fundaron imperios tecnológicos desde cero, creen firmemente en su inteligencia, y esa confianza puede volverse arrogancia”.
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Aunque el tema central es la tecnología, la película también pone en jaque el culto al poder y la fe ciega en las soluciones digitales. “Los pioneros de la IA suelen comenzar con el miedo: ‘esto es un peligro para la humanidad’, dicen. Pero rápidamente encuentran la forma de monetizar ese miedo”, ironiza el director. “La mayoría de las personas no tenemos voz ni voto en quién debe tener ese poder. Si lo piensas mucho, no duermes bien”.
Contar esta historia en tiempo récord fue parte del encanto —y el desafío— para Armstrong. “Era mi primera vez como director. Me gustó correr con eso, sin mucho tiempo para pensar en todo lo que podía salir mal”, confiesa. Y el resultado fue posible, en buena parte, gracias a Steve Carell. “Él fue el primero en decir que sí, cuando no había ni guion. Solo yo, Jill Footlick (productora ejecutiva) y una idea. Fue muy generoso de su parte. Sin él, no habría película”.
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Para documentarse, Armstrong devoró periodismo largo, biografías de Elon Musk y ensayos sobre Sam Altman, Peter Thiel y otros pesos pesados del mundo tech. “Además, ahora tenés podcasts. Podés escuchar las voces de esta gente con mucha facilidad. Eso es oro para un guionista”.
Aunque está orgulloso de su ópera prima como director, Armstrong no planea dirigir todo lo que escribe. “Amo colaborar. En este caso tenía claro el tono, y dirigirlo me ahorraba una explicación. Pero en otros proyectos, feliz de trabajar con otro director. Me gusta medirme contra otras voces”.
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¿Y qué debería llevarse el público de Mountainhead? Armstrong es claro: no quiere dar respuestas. “No escribo con mensaje. Algunos personajes hacen cosas malas, pero podés entender por qué. Incluso sentir algo de compasión. Me interesa más que el espectador saque sus propias conclusiones”.