David Attenborough ha pasado su vida con los ojos bien abiertos. Y ahora, en ‘Océanos con David Attenborough’, el naturalista británico vuelve a abrir los nuestros. Estrenado este 8 de junio en Disney+, el especial de 84 minutos es mucho más que una proeza visual: es un mensaje urgente y hermoso sobre el rol que el mar tiene en la vida en la Tierra. También, sobre todo, es un canto de esperanza.
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Narrado por el propio Attenborough y dirigido por Toby Nowlan, Keith Scholey y Colin Butfield, el documental es una producción de National Geographic en colaboración con Silverback Films y Open Planet Studios.
La película es una suerte de bitácora, un recorrido que resume un siglo de exploración, maravilla, daño y posible redención de los océanos del mundo.
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“Mi vida ha coincidido con la gran era de los descubrimientos oceánicos”, dice Attenborough con su ya inconfundible cadencia. “Científicos y exploradores han desvelado nuevas especies extraordinarias, migraciones épicas y ecosistemas deslumbrantes y complejos que van más allá de lo que yo hubiera podido imaginar cuando era joven”.
La era del descubrimiento… y de la destrucción
El documental se apoya en tres grandes ejes: la revelación, el daño y la esperanza. A través de imágenes inéditas de arrecifes de coral, bosques de algas, manglares y mar abierto —filmadas durante más de dos años en lugares como Indonesia, las Azores, Hawai o la Antártida—, Océanos nos muestra cómo el mar no solo alberga vida, sino que sostiene la nuestra.
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En palabras del propio Attenborough: “Esta era de descubrimientos ha mostrado que nuestro océano es más complejo y está más delicadamente equilibrado de lo que jamás habíamos imaginado. Ha revelado que este vasto y misterioso mundo está ligado a nosotros de formas que nunca habíamos soñado posibles”.
Pero no todo es asombro. También hay revelación en el sentido más crudo: el de la verdad incómoda. A través de técnicas de filmación innovadoras, como cámaras de remolque que siguen a delfines y bancos de atunes o registros de la mayor colonia de albatros del planeta en Papahānaumokuākea (Hawái), el filme también documenta el lado oscuro de nuestra relación con el océano. Pesca industrial de arrastre de fondo, destrucción de hábitats, decoloración masiva de corales y una legislación que parece más aliada de la explotación que de la protección.
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“El océano está en crisis. Gran parte de esa destrucción está fuera de la vista, y por eso ha sido ignorada durante tanto tiempo”, advierte el biólogo marino Enric Sala, explorador de National Geographic y uno de los protagonistas del documental.
Sala, fundador del proyecto Pristine Seas, ha sido clave en la creación de más de 6,5 millones de km² de reservas marinas. “Las leyes actuales están fallando a nuestro océano. La pesca de arrastre y otras prácticas destructivas no solo son legales, sino que muchas veces se fomentan”.
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Un mar que resiste y revive
Aun así, el tono del documental no es apocalíptico. Attenborough apuesta por la resiliencia de la naturaleza, y lo hace con la misma convicción con la que en otros tiempos relataba el cortejo de las aves del paraíso o el lenguaje de los chimpancés.
“Allí donde le hemos dado tiempo y espacio, el océano se ha recuperado más deprisa y a mayor escala de lo que nos atrevíamos a imaginar posible. Y tiene el poder de ir aún más lejos”, dice con fe.
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La película muestra ejemplos esperanzadores en los que las áreas marinas protegidas han logrado restaurar especies, mejorar el sustento de comunidades costeras y regenerar ecosistemas enteros. “Este podría ser el momento del cambio”, afirma Attenborough, refiriéndose a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, también en junio. “Casi todos los países de la Tierra acaban de acordar, sobre el papel, alcanzar este mínimo y proteger un tercio del océano. Juntos, nos enfrentamos ahora al reto de hacerlo realidad”.
El documental incluso se permite imaginar un futuro de abundancia: un océano revivido en tan solo 50 años, hasta alcanzar una gloria no vista en siglos. Para los realizadores, es una visión alcanzable, si se actúa con decisión. “Nuestro futuro está entrelazado con la salud del océano. Si salvamos el mar, salvamos nuestro mundo”, resumen.
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La voz que no se apaga
A sus 98 años, David Attenborough sigue siendo un maestro narrador, pero también un activista. Su voz, calmada y firme, nos habla como un abuelo sabio que no busca asustarnos, sino sacudirnos. “Cuando vi por primera vez el mar de pequeño, pensaba en él como un vasto desierto que había que domesticar y dominar en beneficio de la humanidad. Ahora, al acercarme al final de mi vida, sabemos que es todo lo contrario”.
Océanos con David Attenborough es una obra que emociona y moviliza. No se limita a mostrar peces de colores o ballenas danzantes, aunque también lo hace con una belleza que corta el aliento. Es un llamado. Una película que pone el alma del mar frente a nuestros ojos y nos pregunta, sin levantar la voz: ¿vamos a hacer algo por salvarlo?
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Como escribió el propio Attenborough en su declaración final para la prensa: “En esta película, compartimos algunos de esos maravillosos descubrimientos, desvelamos por qué nuestro océano goza de tan mala salud y, quizá lo más importante, mostramos cómo puede recuperarse”.
Y uno no puede evitar salir del documental con la sensación de que aún estamos a tiempo.
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