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El papa Francisco prohíbe esparcir las cenizas de los difuntos después de la incineración. Aduce que es irrespetuoso y que los restos deben reposar en “lugares sagrados” como iglesias y osarios. La Iglesia católica está mal de dinero y esta sería la razón. Los católicos están sorprendidos porque el Papa perfecto los ha decepcionado. A propósito: Jorge Mario Bergoglio, con esta orden, hizo remover las acusaciones que aún tiene en Argentina y en Francia. En su país lo acusan, supuestamente, de ser cómplice por omisión del sangriento dictador Jorge Rafael Videla (1976-1983), en la desaparición de Elena de la Cuadra, embarazada y torturada; del tráfico de niños y del secuestro y tortura de los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics. En Francia hay un proceso penal contra él por el secuestro y asesinato del cura francés Gabriel Longueville durante la dictadura en Argentina. Eso dicen sus detractores. La gente que haga lo que le dé la gana con sus muertos. Bienaventurados los que no pertenecemos a ninguna iglesia porque de nosotros es el reino de la libertad.

Helena Manrique Romero