Yo, como joven barranquillera, me siento privilegiada. No por tener lujos, sino por tener paz. Por tener un hogar. Por demostrarme que el esfuerzo valió la pena. Hoy más que nunca, creo en Barranquilla. Y creo en este modelo de ciudad que empieza por algo tan simple y poderoso como una llave en la mano.
Y aunque en Colombia muchos actores institucionales se resistan a admitirlo, la tortura sí existe, y no solo como violencia física. También lo es el hacinamiento, la negación de atención médica, la falta de acceso a baños dignos o la amenaza permanente de abuso sexual.
Cámaras caza infractores