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Quiero que mi voz llegue a dirigentes políticos, oposición, empresarios y ciudadanos de a pie. Propongo un periodo de silencio: ignorar las provocaciones y discursos del presidente y sus seguidores. Si no les damos eco, cambia el algoritmo y podremos enfocar nuestra energía en construir país.

No se trata de actos heroicos, sino de gestos diarios: ayudar a quien enfrenta dificultades, orientar con un consejo, escuchar al que piensa distinto sin enojo. Todos somos colombianos y no debemos caer en el juego de la división.

Si los grandes empresarios invirtieran más en justicia social, aunque sus utilidades bajaran un poco, el beneficio a mediano plazo sería mayor para todos. La realidad no se puede negar, pero sí podemos enfrentarla sin rabia ni impotencia, con serenidad y empatía.

Creo que toda buena obra, por pequeña que parezca, genera una ola de esperanza. No es ingenuidad: es la convicción de que podemos transformar el país desde lo cotidiano.

SUSANA DE CASTRO P

sdecastro1@gmail.com