En un día como hoy de hace cuatro años las caudalosas aguas del río Cauca rompieron por el punto conocido como Cara ’e gato, en San Jacinto del Cauca (Bolívar), y desde entonces la región de la Mojana ha estado sumergida en una crisis en todos los aspectos.
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Las tierras siguen inundadas y las que están secas no son habilitadas para la siembra por temor a que las aguas del Cauca irrumpan una vez más en cualquier momento; familias enteras que habitaban caseríos y veredas se mudaron a los cambuches construidos en las orillas de las vías porque de sus casas no queda, en algunos casos, ni el recuerdo, como tampoco recuerdan la última vez que cultivaron.
El estar sometidos a las aguas los ha obligado a todos a ser pescadores, en eso es lo único en que los cuerpos de agua los han beneficiado.
Menos del 50 % de la infraestructura oficial de la región Mojana, que abarca a los departamentos de Antioquia, Córdoba, Bolívar y Sucre, está funcionando porque las aguas represadas en ellas desde hace 4 años acabaron con todo.
De la despensa agrícola de Colombia, donde se producía gran parte del arroz que se consume en el país, solo queda el recuerdo y las deudas con el Banco Agrario que tampoco han sido condonadas por el Gobierno nacional a pesar de tantos pedidos.
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“No han tenido un gesto de caridad con nosotros en esas deudas que no tenemos con qué pagar porque lo que sembramos se lo llevó el Cauca”, dice Marco Serrano, un cultivador.
La patilla y el melón, otros de los productos que se sembraban a gran escala en la Mojana también escasean, y las incontables reses que llenaban las vías de la zona, porque es de buena pastura, ya no están. Una que otra se ve. Los grandes ganaderos que tenían en la Mojana una zona apetecida para la crianza de vacas y búfalos tuvieron que venderlos para no seguir exponiendo su patrimonio porque la fuerte corriente del río Cauca del 27 de agosto de 2021 también se llevó a muchas de ellas.
El pedido de los mojaneros, en especial de los que están asentados en el departamento de Sucre, que son los que más habitantes y terreno le aportan a esta región, sigue siendo el mismo del primer día: cierren Cara ’e gato.
La gran muralla que construía el Consorcio RCG y que la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (Ungrd) a cargo de Carlos Carrillo Arenas paralizó desde hace 13 meses sí ha dado resultados porque la Mojana no ha desaparecido. Las aguas del Cauca, pero no en gran cantidad, se siguen filtrando es por un boquete de 64 metros que se abrió en mayo de 2024 y que fue el ‘florero de Llorente’ para que el Gobierno nacional, representado en el director de la Ungrd, paralizara la obra, pero diera paso a otra que tiene varios componentes y uno de ellos es la profundización del Canal de La Esperanza por un valor de más de 17 mil millones de pesos.
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Hace más de dos semanas esa obra está paralizada. La comunidad no ha permitido que avance porque no ha llenado las expectativas y no es lo que la Mojana necesita.
Carlos Carrillo ha dicho que la obra ha sido “saboteada por actores políticos”.
“Nosotros le hemos pedido a la Fiscalía que individualice a los responsables. La Mojana es un lugar con un tema de orden público complejo y con una política muy compleja. La Mojana ha sido históricamente una cantera de votos para los políticos de Sucre y de otros departamentos, porque pues ahí hay mucha gente vulnerable que tiene unas condiciones de pobreza extrema y que históricamente los actores políticos han llegado a darle unos pesos para contar con su respaldo político. Lo que nos encontramos allí es que unos individuos han detenido la obra, esta es una obra que nos cuesta a todos los colombianos 17.000 millones de pesos”, sostuvo Carlos Carrillo.
“Carrillo miente”
Oswaldo Pupo, un líder comunitario de la Mojana, desmiente una vez más a Carrillo diciendo que no son actores políticos los que han paralizado la obra, sino la misma comunidad afectada por el no cierre de Cara ’e gato.
“Esa obra del Canal de la Esperanza, y qué para ampliarlo, no era necesaria. El Gobierno nacional quiso pagar por algo que la misma naturaleza se estaba encargando de hacer. Ahora lo que construyeron fue una muralla que no permite el paso de las aguas hacia el río Magdalena. Ha sido peor. Queremos, exigimos y necesitamos es el cierre de Cara ’e gato y como eso no lo va a hacer el Gobierno nacional, porque con hechos nos lo ha demostrado, nosotros lo vamos a lograr con las estrellas de concreto que estamos construyendo con plata nuestra, con colecta comunitaria y donaciones, y que la próxima semana las vamos a lanzar en ese boquete”, dice Pupo.
Clamor ciudadano
Otro que en nombre de los más de 40 mil damnificados que tiene la Mojana por esta grave emergencia invernal registrada desde finales de 2021 pide el cierre de Cara ’e gato es el presidente de la Junta de Acción Comunal de La Sierpita, corregimiento de Majagual, en la Mojana sucreña, Néstor Ortíz Díaz.
El líder comunitario le dijo a EL HERALDO que en su zona hay 450 familias damnificadas. Algunas viviendo en cambuches en la orilla de la carretera de acceso principal a la Mojana y otras en tambos dentro de sus húmedas casas.
“Somos de la zona de la Mojana de Sucre que llevamos cuatro años entre las aguas. Las inundaciones acabaron hasta con las escuelas. Ningún colegio sirve. Las cantinas en el día se convierten en salones de clases y por ese espacio hay que pagar, es como un arriendo. Hay un lote para construir un megacolegio, pero la Alcaldía no lo ha legalizado y la Gobernación de Sucre tampoco se pronuncia. Nos tienen bailando el indio en ese aspecto”, dice Ortíz.
Abandono
Agrega que el abandono del Estado es evidente en todos los aspectos. La última vez que les llegó ayuda humanitaria fue la segunda semana del mes de mayo de este año, y de ella no todos se beneficiaron. Debían recibir este año tres ayudas y solo esa les ha llegado.
En su caso en particular, además de ser damnificado de la ola invernal también lo es del mismo Gobierno nacional que lo hizo tramitar alimentos para el programa de Ollas Comunitarias, Comida Caliente, y por ello acreditó 600 mil pesos que aún debe en las tiendas del corregimiento. También les deben a las mujeres manipuladoras, es decir, a las que prepararon los alimentos.
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Esta situación es generalizada en todo el territorio rural de la Mojana en Sucre. También con deudas por el mismo concepto están los líderes del corregimiento Gavaldá, en el municipio de Guaranda.
El presidente de la JAC de La Sierpita indica que la situación en la Mojana desde que rompió Cara ’e gato “no es la mejor. Estamos en una situación crítica. Sin alimentos, sin trabajo, sin vías, sin la mirada del Estado. Estamos consumiendo agua que no es apta porque las tuberías también fueron afectadas por las inundaciones del río Cauca. Las aguas contaminadas de mercurio se filtran por las estropeadas tuberías de las que nosotros consumimos. Nos exponemos a enfermedades de toda índole y nadie dice nada. Nuestras voces no han logrado tener eco en el nivel central que es quien puede cerrar ese boquete, porque nosotros hemos hecho muchas cosas, entre ellas dimos plata para la construcción de unas estrellas de concreto. Logramos recoger como un millón de pesos para eso ”, puntualiza.
Para tratar de mermar los riesgos por el consumo de agua no apta, algunas organizaciones internacionales han donado filtros, pero esto no le llega a todas las zonas.
El Gobierno nacional poco o nada le ha prestado atención al debilitamiento de la vía de paso principal de la Mojana que es de concreto y asfalto y que también sufre la embestida de las aguas.