Barranquilla tiene una gran oportunidad para transformar su sistema de movilidad urbana. De acuerdo con el Índice de Tráfico 2024 de TomTom, la ciudad se encuentra entre las más desafiantes del mundo en materia de velocidad vehicular, lo que resalta la urgencia y relevancia de implementar soluciones innovadoras y sostenibles. Actualmente, recorrer 10 kilómetros en Barranquilla toma, en promedio, 130 horas al año, una cifra que supera incluso a ciudades como Bogotá, Medellín, Cartagena, Londres o Kioto.
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La ciudadanía percibe con claridad el deterioro de la movilidad. Según la Encuesta de Percepción Ciudadana 2024 de Barranquilla Cómo Vamos (BCV), más de una cuarta parte de los habitantes afirma que sus trayectos habituales toman más tiempo que el año anterior, especialmente en zonas del sur.
Además de los problemas de congestión, el territorio enfrenta una elevada tasa de siniestralidad vial. Según lo reportado previamente por Fundesarrollo, entre 2018 y 2024 se presentaron más de 15.900 incidentes de tránsito, con los motociclistas como principales afectados. Un factor determinante es el escaso uso del cinturón de seguridad, lo cual evidencia una débil cultura ciudadana en las vías y amplifica el impacto de estos eventos.
¿A qué obedece esta situación? Entre las posibles causas se encuentran el desbalance entre el crecimiento del parque automotor y la capacidad de la infraestructura vial, la baja utilización del sistema de transporte masivo —que en 2024 movilizó apenas al 10 % de quienes se desplazan por algún medio, según datos del BCV—, y un déficit persistente en cultura vial por parte de la ciudadanía.
La experiencia internacional muestra que una movilidad más eficiente y sostenible requiere soluciones integrales que combinen gestión del tráfico y transformación de la infraestructura. Ciudades como Milán, Singapur, Sídney y Boston han implementado medidas como cobros por congestión, tarifas variables en horas pico y túneles, apoyadas siempre por sistemas de transporte público robustos y bien conectados.
En contraste, Barranquilla enfrenta importantes desafíos en materia de movilidad, entre ellos el bajo uso del transporte masivo y la falta de medidas integrales para gestionar el tránsito. Estrategias aisladas, como el pico y placa para motos y motocarros, tienen efectos limitados si no se acompañan de acciones complementarias como la ampliación del transporte público, el control del parque automotor y la reorganización vial.
En particular, las motos presentan una alta capacidad de evasión del control: circulan por vías secundarias, andenes o incluso en contravía, lo que debilita la efectividad de las restricciones. Además, muchas zonas de la ciudad y su área metropolitana carecen de un sistema de transporte público accesible y eficiente, lo que hace que las motos sigan siendo la única alternativa viable para miles de personas. Por ello, el pico y placa para motos resulta ser una medida superficial que no atiende las causas estructurales de la congestión en la ciudad.
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En general, las estrategias exitosas combinan regulación, infraestructura, oferta de alternativas y participación ciudadana. Sin esto, medidas aisladas corren el riesgo de ser ineficaces o incluso contraproducentes.
Para tener en cuenta
Lo expuesto brinda una oportunidad importante para actuar. Barranquilla puede avanzar hacia una movilidad más eficiente y sostenible si se priorizan acciones como:
- Rediseñar el espacio vial priorizando peatones, transporte público y modos compartidos mediante andenes amplios, ciclorrutas conectadas y carriles exclusivos para buses, con el fin de reducir siniestros viales, mejorar la seguridad y desincentivar el uso del carro en trayectos cortos.
- Mejorar la infraestructura en puntos críticos de congestión y con limitaciones de conectividad, con intervenciones como intersecciones eficientes, vías de conexión, cruces peatonales seguros y señalización visible.
- Fortalecer y ampliar el transporte público mediante rutas conectadas, mayor disponibilidad en horas pico y mejoras en ventilación, limpieza, orden y seguridad en paraderos y vehículos.
- Implementar tecnología de gestión del tráfico y semaforización inteligente, a través de sensores y cámaras que recojan datos en tiempo real para ajustar los ciclos semafóricos según la demanda, reduciendo los tiempos de espera y mejorando el flujo general.
- Fomentar la cultura vial y el cumplimiento de normas, con campañas de difusión en instituciones educativas y medios de comunicación, controles visibles en puntos críticos y sanciones proporcionales que generen un verdadero cambio de comportamiento.