Barranquilla celebró una Navidad sin precedentes a orillas del río Magdalena. Entre el 24 y el 25 de diciembre, el Gran Malecón recibió a más de 111.300 visitantes, una cifra histórica que confirma a este espacio como uno de los lugares favoritos para compartir en familia y con amigos durante las fechas especiales.
El balance deja ver un crecimiento notable: frente a las cerca de 75.000 personas que lo visitaron en la misma fecha del año anterior, este 2025 llegaron 36.300 personas más, lo que representa un aumento del 48,4 %. Un dato que habla no solo de cifras, sino del vínculo que los ciudadanos han construido con este escenario urbano.
Más allá de los números, el Malecón se vivió como una experiencia completa. Durante sus 5,5 kilómetros, desde Puerta de Oro hasta Jardín del Río, el ambiente navideño se mezcló con la brisa del Magdalena, caminatas al atardecer, actividades deportivas y encuentros espontáneos alrededor de la gastronomía local y nacional.
Uno de los grandes protagonistas de estas fiestas fue la Luna del Río, la noria que se ha convertido en el nuevo ícono del lugar. Durante ambos días se registraron largas filas de visitantes que esperaban su turno para disfrutar de una vista panorámica de 360 grados, desde la ciudad hasta la ciénaga de Mallorquín, con el río como telón de fondo.
El diseño del Gran Malecón, dividido en cuatro unidades funcionales, permitió que personas de todas las edades encontraran un plan a su medida. Parques infantiles, zonas para mascotas, áreas de picnic, plazoletas para eventos y espacios gastronómicos se activaron de manera simultánea, creando un ambiente dinámico y familiar.
El deporte también tuvo un papel protagónico. Canchas de fútbol, voleibol, básquet y fútbol playa, junto con gimnasios biosaludables, se llenaron de usuarios que aprovecharon los días festivos para mantenerse activos. A esto se sumó el Skatepark, un espacio que reúne a practicantes de skateboarding, BMX y roller freestyle, tanto principiantes como avanzados.
Las familias encontraron en el Malecón un lugar pensado para todos. Parques infantiles con juegos sensoriales, materiales naturales y adaptaciones para personas con discapacidad, además de zonas verdes, áreas BBQ y espacios para picnic, facilitaron jornadas de encuentro y descanso.
Otro de los recorridos más concurridos fue la ciclobanda, que conecta el sector gastronómico y permite desplazarse de manera segura en bicicleta, patines o patinetas, ofreciendo una forma distinta de disfrutar el paisaje.
Así, el Gran Malecón cerró la Navidad consolidándose como mucho más que un atractivo turístico: un espacio vivo, incluyente y dinámico, donde Barranquilla se encuentra para celebrar, compartir y mirar al río como parte esencial de su identidad.




















