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El proyecto de demolición del antiguo puente Pumarejo es aún incipiente. Mientras que en sus rincones desiertos sigue sin asomarse un rastro de restricción, en la población aledaña —que hace varios ayeres decidió asentarse en los alrededores de tan emblemático lugar—, crece una dependencia con la plataforma.

Antes de que los primeros rayos de sol empiecen a calentar Barranquilla, Geraldine Molina y su esposo cargan sacos de plátanos para llevarlos al puente, en donde surten a vendedores ambulantes de la ciudad. También siembran habichuelas, melón, patilla y guanábanos, frutos que además venden desde muy temprano en el mercado.

“El transporte sería diferente. Si el puente no estuviera, todo sería más difícil para llevar lo que tenemos sembrado hasta el centro”. Y agregó que, simultáneamente, se verían afectadas las personas que viven debajo de la infraestructura ante este definitivo escenario.

JEISS0N GUTIERREZ EL HERALDO
JEISS0N GUTIERREZ EL HERALDO

Molina surte de plátanos a William Jiménez, quien transita en su motocarretilla los barrios de Costa Hermosa y Salamanca cada día. Este vendedor ha envejecido junto con el antiguo Pumarejo: lleva 23 años recorriéndolo y se atreve a decir que aún sigue tan fuerte como el día de su inauguración aquel 6 de abril en 1974. Y sentencia —incluso con mayor convicción— que es más vigoroso que la nueva plataforma que lo codea.

Lo añoso invade a la infraestructura: las barandas han sido en su mayoría robadas, hay andenes con tramos socavados y las grietas irrumpen el asfalto de la vía. Es, en ocasiones, un lugar desértico. Lo que abre una paradoja, ya que hace un tiempo, en su apertura, un río de gente colmaba esta plataforma para despedir al ferri y darle la bienvenida al nuevo puente.

“Aunque el ferri funcionaba bien, la región necesitaba una infraestructura más sólida y permanente. Con el puente, la comunicación se volvió más estable y moderna. (...) La infraestructura fue inaugurada con el nombre de Puente Laureano Gómez, pero, por ser costeños, elevamos también ante la historia ese bautizo nuestro: el famoso Puente Pumarejo, en homenaje a uno de los líderes que se gestó en esta zona, don Alberto Pumarejo”, relató Elkin Núñez, funcionario del Archivo Histórico del Departamento del Atlántico.

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El puente, que fue inaugurado por el presidente Misael Pastrana Borrero acompañado de todos sus ministros, se convirtió en un “símbolo de integración regional al facilitar la conexión directa entre los departamentos y fortaleció la unión del Caribe colombiano”, explicó el historiador.

Si bien en su momento solventó muchas necesidades, con el tiempo se decidió construir un nuevo puente que permitiera el ingreso de embarcaciones de gran calado, una función vital para seguir impulsando el desarrollo local, lo que, en efecto, la antigua plataforma no podía cumplir.

No obstante, han pasado cerca de seis años desde que comenzó a funcionar el moderno puente y aún continúa el antiguo en pie, así como las rutinas de aquellas personas que aún transitan y necesitan de él.

Los días contados

El Tribunal Administrativo del Atlántico ordenó la clausura del antiguo puente Pumarejo esta semana. Una decisión que fue tomada en respuesta a la acción popular que radicó la Personería Distrital de Barranquilla hace un mes, con el fin de demoler total o parcialmente la infraestructura.

El personero, Miguel Ángel Alzate, explicó que consideran que al mantenerse en pie el antiguo puente no se cumple el propósito contractual que justificó la construcción del nuevo, una obra que costó más de 750 mil millones de pesos junto con una interventoría cercana a los 50 mil millones de pesos. Lo que suma un total de 800 mil millones que no estarían cumpliendo su objeto funcional.

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Asimismo, Alzate señaló que dicha inversión se considera ineficaz y limita el potencial de futuros desarrollos en materia de conectividad y crecimiento regional: “Todo esto perjudica el desarrollo económico de la región. Genera impactos negativos en el comercio, en la economía portuaria, en la navegación fluvial y en la competitividad turística del Caribe”.

De esta manera, el alto tribunal otorgó un plazo de 45 días hábiles para cumplir con el cerramiento.

Es importante destacar que, tras conocerse las medidas cautelares emitidas, la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, anunció que a partir de 2026 se proyecta iniciar una intervención progresiva para desmontar la estructura del antiguo puente por etapas durante un periodo de cinco años, con una inversión aproximada de 146 mil millones.

Por su parte, el vicecontralor Carlos Mario Zuluaga dijo que aún se requieren 116 mil millones para finalizar el proyecto, recursos que no están disponibles. De esta manera, el organismo instó a los actores involucrados a unir esfuerzos para garantizar su culminación y advirtió que la falta de financiación tiene implicaciones en el control fiscal. Además, señaló que el proyecto debe incluir el dragado del río para asegurar la navegabilidad.

El desmonte

Es un tema de voluntad y recursos, así lo afirmó Lucas Ariza, director de la Asociación Portuaria (Asoportuaria) de Barranquilla a EL HERALDO. El representante recalcó que la obra de demolición ya está diseñada: “Invías, en su momento, contrató un estudio para el diseño de esas obras, así que, con voluntad y recursos, se podría empezar a ejecutar en cualquier momento”.

Por otro lado, expuso que la demora en el desarrollo de la deconstrucción podría corresponder a la falta de recursos para emprender dicha tarea: “Entiendo que cuando se hizo el puente nuevo no se asignaron recursos para la demolición o deconstrucción del viejo”, apuntó.

A su turno, Efraín Cepeda Tarud, presidente ejecutivo del Comité Intergremial Del Atlántico, notificó que el proyecto de demolición cuenta con estudios y diseños en fase 3 con un costo de 93.000 millones de pesos en el 2022. En el cual se plantea la deconstrucción de un tramo de 467 metros del puente que tardaría 2 años y 5 meses en su ejecución.

Y con respecto a la noticia de la ministra de demoler el puente por fases, Héctor Carbonell, director ejecutivo de la Cámara Colombiana de Infraestructura Seccional Norte, señaló que, desde el gremio, es necesario conocer más detalles de la obra.

“Creemos que es necesario conocer ese cronograma: cuántas fases se contemplan y cómo se realizará la deconstrucción. También es fundamental asegurar los recursos. Si el Invías cuenta actualmente con los fondos que ha anunciado, tendrá cómo asumir la deconstrucción del puente. Eso es, básicamente, lo que esperamos”, dijo a esta casa editorial el encargado.

Un río de oportunidades

Desde distintos frentes se observa la demolición como una puerta hacia el desarrollo. El director de Asoportuaria aseveró que en las zonas del sur del Atlántico, que colindan con el río, hay grandes oportunidades, ya que tienen un gran potencial para desarrollar una actividad industrial y de comercio exterior más fuerte. Sin embargo, señaló que, mientras que se mantenga el antiguo puente, esto no se va a dar.

Puso de presente que hay toda una serie de posibles desarrollos logísticos y de negocios que podrían generarse, como los deshuesaderos de barcos, el cual es un sector que viene creciendo en todo el mundo y requiere de un espacio para recibir embarcaciones viejas, desmantelarlas y “explotar” la chatarra.

En relación con las afectaciones a la comunidad, señaló que se podría brindar oportunidades de trabajo y desarrollo para los habitantes aledaños que visitan este puente sí se le agrega una vocación turística al proyecto de desmonte de la antigua plataforma.

“Hay muchos pequeños agricultores en la zona que podrían vender sus productos a quienes participen en esos proyectos turísticos. En general, pienso que se abre un abanico de oportunidades del que estas comunidades también deberían formar parte”, puntualizó.

Economía circular para el desmonte del puente

Tal como se ha mencionado, el Invías adelantó los estudios para la demolición del antiguo Puente Laureano Gómez. EL HERALDO conoció una de las propuestas incluidas en los estudios finales, la cual plantea una demolición controlada y por piezas, con la creación de patios destinados a la clasificación y reutilización del material resultante.

En este proceso participó Yolima Ruiz Silva, investigadora que desarrolló una metodología para la gestión de residuos con enfoque de economía circular, orientada a lograr el aprovechamiento total (100 %) del material de demolición.

“Realizamos análisis químicos, físicos y mecánicos; ensayamos las muestras tomadas en zonas estratégicas del puente y sus elementos, y comprobamos que podían reutilizarse como concreto estructural. Además, elaboramos prototipos con empresas de concreto premezclado reconocidas a nivel nacional y confirmamos que el material puede ser reutilizado en su totalidad”, explicó la ingeniera.