Además de su relevancia ecológica, la Ciénaga de Mallorquín podría ser un tesoro patrimonial. En medio del proyecto de recuperación de este cuerpo de agua, una comisión designada por el Distrito trabaja en la investigación arqueológica para la conservación de cualquier hallazgo.
El Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico viene avanzando en el proceso de registro, diagnóstico, prospección y formulación del Plan de Manejo Arqueológico de dicho proyecto, teniendo en cuenta que la Ciénaga de Mallorquín estaría conectada a lo que antiguamente se llamó el Bajó Magdalena.
Según expertos en la materia, dicha región comprendía desde el municipio de Tamalameque, jurisdicción del Cesar, hasta Bocas de Ceniza, de Barranquilla. Por eso existe una alta posibilidad de encontrar rastros de diversas comunidades prehispánicas, que datan de hace más de 1.600 años.
De acuerdo con estudios arqueológicos, estos habitantes pudieron haber sido los primeros en colonizar esa área por el hecho de tener a su alrededor un rico ecosistema lleno de paisajismo y un enorme cuerpo de agua que facilitaba aún más su sostenimiento y economía en las tradiciones culturales.
A través de su investigación, el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico (Maua) busca evidenciar la existencia o no de actividad humana del pasado en la zona que está conformada por la ciénaga.
De acuerdo con Álvaro Martes, director del Maua, hasta el momento 'no se ha evidenciado la aparición de objetos relacionados con culturas humanas pasadas' en los estudios de prospección arqueológica, ni en los monitoreos.
Sin embargo, el profesional señaló que 'no se descarta' el uso del cuerpo de agua como posible zona de captación de recursos de alimentos para antiguas poblaciones que existieron en el contexto de lo que actualmente es Barranquilla.
En ese orden de ideas, Martes consideró que se hace 'necesario' continuar con el monitoreo para precisar con mayor detalle un posible uso de esta zona en el contexto regional del Caribe colombiano.
En torno a la investigación en Mallorquín, Leonardo Niebles Núñez, vicerrector de Investigaciones, Extensión y Proyección Social de la Uniatlántico, sostuvo que la inclusión de la alma mater es un 'gran reto', puesto que permite reafirmar los criterios académicos y científicos de la institución.
Además puso de presente que se busca convertir al Maua en un referente para el país, con el fin de que este pueda incursionar en nuevas tendencias del siglo XXI, y a la vez sea de mucha ayuda para que los visitantes puedan entender el pasado de nuestros orígenes.
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Otros hallazgos en obras públicas
En cumplimiento a la normativa de protección del patrimonio arqueológico, varias obras importantes de Barranquilla como la carrera 50 y la Circunvalar de la Prosperidad Cartagena - Barranquilla fueron intervenidas para mitigar el impacto que tenían dichos trabajos y salvaguardar sus vestigios.
Javier Rivera, profesor de Historia de la Uninorte, explicó que en el primer proceso, entre la Vía 40 y la calle 55 de la ciudad, se identificaron urnas, enterramientos secundarios, basureros, unidades de viviendas, asimismo acumulaciones de concha, comidas de estas poblaciones.
Igualmente, fueron recuperados 20.000 fragmentos de cerámicas de tradición indígena que pertenecían a habitantes del Bajo Magdalena.
En esa investigación también se detectaron restos de fauna que incluían peces, iguanas, hicoteas, chigüiro y otras especies que viven en estos contextos acuáticos.
Por otro lado, el arqueólogo del Maua, Álvaro Martes, expuso que en la Circunvalar de la Prosperidad, especialmente en los sectores de K24-400, Las Margaritas y Loma China, fueron encontrados cerca de 37 restos humanos, más de 50 vasijas cerámicas, alrededor de 25 representantes antropomorfos, cuentas en cerámicas, piedra, hachas líticas, metates y mano de moler.
Del mismo modo, restos arqueológicos correspondientes a caparazón de tortugas y material óseo asociado a mamíferos fueron otros de los indicios por esas comunidades.
Respecto a esa vía, la ANI aseveró que hasta el momento se cuenta con más de 250.433 elementos arqueológicos encontrados, los cuales están siendo analizados y custodiados por la Uniatlántico.
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Lo que se conoce
Ante la minuciosa investigación en la Ciénaga de Mallorquín, EL HERALDO consultó con algunos profesionales para conocer con detalles si existe la probabilidad de yacimientos arqueológicos en esta zona.
Juan Guillermo Martín, arqueólogo de la Universidad del Norte, explicó que existen estudios que arrojan que en el Bajo Magdalena hubo ocupaciones humanas, al menos, desde hace 1.600 años atrás.
El registro arqueológico de esta zona se caracteriza por cerámicas, herramientas hechas con piedras como hachas, punzones y cuchillos. Asimismo, fueron encontradas conchas que, además de alimentos, sirvieron para elaborar adornos y otros utensilios domésticos.
En ese sentido, Martín aseveró que a finales del siglo XX, del otro lado del río en la Isla Salamanca, específicamente en la Ciénaga Grande del Magdalena, 'también se dieron numerosos hallazgos de asentamientos prehispánicos, sobre todo en botaderos de basura que están fechados hacia el año 400 de nuestra era'.
A su juicio, el profesional indicó que el Bajo Magdalena era un sitio con condiciones 'muy favorables' para el asentamiento por la cantidad de recursos del río y el mar que podían explotar.
Con base en ello, aseguró que ese 'potencial' debe estar reflejado en Mallorquín' y por eso es la necesidad de hacer un trabajo minucioso.
Por otro lado, Javier Rivera, profesor del Departamento de Historia de la Universidad del Norte, afirmó que la Ciénaga de Mallorquín hace parte de los paisajes de la región Caribe que fueron aprovechados por poblaciones del pasado, ya que hacían parte de sus dinámicas de subsistencia y adaptación. Por ende se considera que tiene 'mucho potencial'.
Al mismo tiempo, Rivera destacó que en esa zona fueron encontrados concheros de moluscos que solían ser utilizados para dieta de los habitantes y también como materia prima para la elaboración de objetos clave de esa población.





















