Barranquilla se ha vuelto a convertir en el punto de encuentro entre el arte, la niñez y la sensibilidad de Gabriel Ortega Tamayo, un artista plástico nacido en Medellín, pero que se siente un barranquillero más.
“Aquí está mi gente, aquí me siento en casa, aunque a veces siento que no me han dado el reconocimiento que merezco en Medellín, aquí en la Arenosa me brindan todo el calor humano posible”, confiesa entre risas.
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Esta semana, Ortega regresó a la capital del Atlántico para participar en dos eventos que celebran el poder transformador del arte: la segunda versión de TransformArte, organizada por la Fundación Tiempo Feliz, y BAQ.ARTt, la vitrina naciente del arte contemporáneo.
En TransformArte, los protagonistas fueron los niños. Bajo el liderazgo de Diana Peláez, directora ejecutiva de la Fundación Tiempo Feliz, más de 5.000 niños de distintos sectores de Barranquilla han participado en actividades que mezclan arte, juego, literatura y pensamiento.

“TransformArte es un espacio para romper esquemas, para que los niños sean aventureros, potentes, y crean que todo lo pueden lograr a través del arte”, explica Peláez. “En esta segunda versión quisimos rendir homenaje a Gabriel Ortega, porque su obra nos inspira profundamente. Él retrata la infancia, la curiosidad y la nobleza, a través de personajes como Tintín y su inseparable perro Milú, que simbolizan ese niño interior que todos llevamos dentro”.
El homenaje consistió en una reinterpretación de sus obras por parte de los niños, quienes, con materiales reciclables, recrearon el universo de Tintín desde su propia imaginación. “Fue una experiencia maravillosa ver cómo estos niños, muchos de ellos de contextos vulnerables, crean a partir de lo que encuentran (vasos, pitillos, papel) es una muestra de que la creatividad no tiene límites. El arte les despierta el alma y les abre el corazón”, cuenta Ortega, cuyas obras cuelgan en las paredes de las familias coleccionistas de arte en Barranquilla.
Una propuesta original
Durante el evento, Ortega presentó también una obra especialmente creada para la fundación, titulada ‘Tintín y la magia de las letras’, una pieza que combina su sello inconfundible con un mensaje de transformación social.
“Diseñamos unas cajas muy especiales que cuentan cómo, a través de las letras, se puede cambiar la vida. Quienes adquieran una de estas piezas no solo tendrán una obra de arte, sino también un recuerdo con propósito: estarán ayudando a que niños vulnerables sigan estudiando”, explicó el artista.
Ortega Tamayo confiesa que su vida es un viaje constante entre la pasión y la curiosidad. Su estilo, cargado de ironía, color y nostalgia, se ha expuesto en galerías nacionales e internacionales. Sin embargo, es en la capital del Caribe colombiano donde se siente en casa. “Aquí hasta el calor me gusta”, dice entre bromas.

Entre las obras de Gabriel los cómics siempre han sido protagonistas, superhéroes como Superman, Spider-Man o Flash, se han paseado por su mente, pero es Tintín el que siempre sale a relucir porque según explica sus poderes son: la nobleza, la generosidad y la curiosidad.
“Esto me ha permitido una conexión con el público infantil, así que es un honor estar aquí para compartir conocimientos con ellos y también con los asistentes a BAQ.ART que son testigos de nuestra propuesta y de otro ciento de artistas nacionales”.
“Barranquilla es mi casa”
Aunque su acento paisa lo delata, Gabriel Ortega Tamayo tiene el corazón dividido. “Yo me siento barranquillero, me han dicho que soy el artista que más vende obras en esta ciudad y eso es motivo de orgullo para mí”, dice con franqueza. “Por eso cada vez que puedo, vuelvo. Me encanta compartir con la gente, con los niños, con quienes valoran el arte como algo que transforma”.

El artista, que también es coleccionista y un apasionado del arte renacentista, considera que el verdadero poder del arte está en su capacidad de sanar y transformar vidas. “El arte no es solo para adornar paredes, es para abrir mentes, para soñar. El arte cambia la humanidad, lo hizo en el Renacimiento y lo sigue haciendo hoy”.
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Gabriel Ortega Tamayo se despedirá pronto de Barranquilla con la promesa de volver pronto. El próximo año ya tiene invitaciones para nuevos proyectos artísticos y sociales en la ciudad. “Cada vez que regreso, siento que me reconcilio con mi gente. Barranquilla tiene una energía que te atrapa. Es imposible no amarla”.




















