Han pasado cuatro décadas desde que el nombre de Alex León empezó a sonar en los escenarios de Nueva Jersey y Nueva York, cuando un joven barranquillero, criado entre latas y botellas convertidas en instrumentos, comenzó a abrirse camino en el mundo de la salsa. Hoy, con 40 años de carrera, León regresa a su ciudad natal con una mezcla de nostalgia, gratitud y el deseo profundo de volver a conectar con el público que lo vio partir siendo un niño.
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“Siempre me trae nostalgia venir a Barranquilla. Muchos años fuera, pero nunca he dejado de sentirme barranquillero. Donde voy, en Europa, en América, siempre represento a mi tierra”, dice el cantante, sonriente, evocando su niñez en el barrio Cevillar, donde organizaba orquestas imaginarias en el patio de su casa.
Su historia musical comenzó en los barrios latinos de Nueva Jersey, en una época en la que el parque era el escenario y los vecinos, el público. “Frankie Ruiz fue mi compañero de rumba en el parque. Tocábamos juntos, hacíamos percusión y cantábamos. Él grabó la cara A y yo la cara B de un sencillo que nunca salió, pero ahí empezó todo”, recuerda León.
Aquel joven inquieto que soñaba con los ritmos cubanos terminó integrándose al movimiento salsero de Nueva York, una época dorada en la que trabajó con figuras como Lalo Rodríguez, Gaby Cedeño, entre otros. Pero su vida cambió definitivamente cuando entró al círculo más íntimo de Celia Cruz, la leyenda que marcaría su carrera y su manera de entender la música.
Su escuela fue Celia
“Con Celia aprendí todo. Era como una madre para mí. Ella me decía: ‘Tú vas a ser grande’. Y cuando decidí seguir mi camino, le dolió mucho, pero me apoyó”, recuerda León. Durante más de cuatro años trabajó junto a la Reina de la Salsa, compartiendo escenario en lugares tan emblemáticos como el Olympia de París, donde debutó internacionalmente con ella.
Entre risas y nostalgia, confiesa que aquel sueño comenzó cuando tenía apenas siete años: “Yo le dije a mi mamá: algún día tú me vas a ver cantando con esa señora. Y así fue. Mi madre iba a los conciertos y se le llenaban los ojos de lágrimas”.
De Celia no solo heredó el oficio musical, sino también una lección que hoy repite a las nuevas generaciones: “Celia me enseñó que hay que separar al artista del ser humano. En el escenario eres artista, pero fuera de él, tienes que seguir siendo persona”.
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Humildad, fe y vigencia
A lo largo de su carrera, Alex León ha recorrido los cinco continentes y ha sido embajador del sonido salsero colombiano ante públicos tan diversos como los de Israel, donde asegura haber sido “el primer salsero en cantar en Tel Aviv”. Aun así, mantiene los pies en la tierra y una fe inquebrantable en el propósito que lo guía: “El general no soy yo, el general es Dios. Él me dio este don. Yo simplemente lo cuido”.
Esa misma humildad es la que intenta transmitir a los artistas jóvenes: “El éxito es traicionero, te puede cambiar. Por eso siempre les digo que no se olviden de saludar, de ser humanos. El talento sin humildad no vale nada”.
Barranquilla, el punto de partida y de regreso
Después de tantos años de escenarios internacionales, León siente que es momento de cerrar el círculo. “Yo vengo en busca de Barranquilla. Quiero triunfar aquí, en mi tierra. En Suiza, en Cali o en Medellín la gente canta mis canciones, pero aquí todavía no he sentido ese reconocimiento que tanto deseo”, confiesa.
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Su regreso no solo es emocional: también es musical. Está promocionando su nueva versión salsera del clásico ‘Hoy tengo ganas de ti’, del español Miguel Gallardo, un tema que adapta al ritmo y sabor que siempre lo ha caracterizado. “Ya está en todas las plataformas digitales y pronto estrenaremos el video. Es un trabajo hecho con respeto y seriedad, como siempre lo he hecho, pensando en el público”, adelanta.





















