Paloma Nicole Arellano tenía 14 años. No alcanzó a graduarse del colegio, no tuvo tiempo de decidir qué quería estudiar ni de vivir lo que significa crecer. Murió en una clínica privada de Durango, México, tras someterse a una cirugía estética que, para muchos, nunca debió practicarse a alguien de su edad.
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Que una menor haya ingresado a un quirófano para colocarse implantes mamarios pone sobre la mesa preguntas como: ¿qué tipo de controles existen para proteger a los adolescentes?, ¿hasta dónde llega la responsabilidad de los padres?, ¿Y qué tan dañina se ha vuelto la presión estética que obliga a niñas a modificar su cuerpo incluso antes de ser adultas?
El caso de Paloma es ahora el reflejo de un contexto en el que la apariencia se ha convertido en prioridad y donde los límites entre la autonomía, la ética médica y la protección de la infancia parecen diluirse. Si en adultos las cirugías estéticas conllevan riesgos graves, en adolescentes resultan doblemente peligrosas, ya que comprometen la salud física, el desarrollo natural del cuerpo y la estabilidad emocional de quienes aún están aprendiendo a aceptarse.
Para el especialista en cirugía plástica, estética y reconstructiva Jaime Aroca, el caso no puede analizarse solo desde el desenlace quirúrgico, sino también desde los factores que rodearon la decisión de la menor.
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“El tema aquí no es únicamente la edad cronológica, porque una complicación como esta puede ocurrirle tanto a una joven de 14 como a una de 18 años. Lo que hay que preguntarse es qué lleva a una adolescente a tomar una decisión tan arriesgada sin tener la madurez psicológica para dimensionar sus consecuencias”.
El cirujano destacó que una diferencia fundamental radica en que, a diferencia de una operación necesaria por salud, como una apendicitis, la cirugía estética parte de un cuerpo sano.
“Tú entras perfecto de salud, entras caminando, entras bien y corres el riesgo de salir con complicaciones graves. Eso es lo que la gente no entiende: que aunque parezca un procedimiento ‘simple’, el riesgo es alto porque lo estás haciendo en un cuerpo que no lo necesita para sobrevivir”.
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A su vez, la esteticista, Ruby Coll, explicó que, desde el punto de vista médico y estético, un adolescente de 14 años no cuenta con la madurez corporal ni psicológica necesaria para afrontar una cirugía plástica.
“Un paciente de esa edad todavía está en desarrollo. En el caso de las mujeres, las glándulas mamarias apenas están terminando de formarse. Someterlas a un procedimiento quirúrgico por razones estéticas no es aconsejable bajo ningún punto de vista. Solo por necesidad médica”.
Evaluaciones estrictas
Uno de los puntos centrales es que la seguridad depende en gran medida de la evaluación previa. “Los exámenes deben ser igual de rigurosos que si se tratara de una cirugía compleja: hemogramas, pruebas de coagulación, función renal, estudios cardiacos y la valoración del anestesiólogo. Esa batería de pruebas es amplia y no negociable. El paciente debe entrar completamente sano al quirófano, porque ya de por sí la cirugía conlleva riesgos”, explicó.
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En ese sentido, el especialista aclaró que los parámetros médicos entre un joven de 14 y un adulto de 18 no difieren significativamente en los exámenes básicos.
“Ahí sería un pediatra quien tendría que advertir si hay diferencias en la madurez de órganos como el riñón. Pero desde la cirugía plástica, lo que más preocupa no es el hemograma, sino la falta de madurez emocional y psicológica para asumir un proceso tan fuerte”.
Aroca recordó que existen intervenciones mínimas y legales en menores, como la corrección de orejas prominentes, que se hacen con anestesia local y consentimiento de los padres.
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“Son procedimientos muy distintos a una liposucción, un implante de glúteos o un aumento mamario, donde ya estás invadiendo profundamente el cuerpo y alterando su fisiología con un riesgo altísimo”, recalcó.
¿Regulación en Colombia?
El abogado constitucionalista Fernando Borda explicó que el asunto, si el caso hubiese sido en Colombia, enfrenta dos derechos fundamentales: por un lado, el artículo 44 de la Constitución, que protege de manera prevalente los derechos de los niños, y por otro, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, consagrado en el artículo 16, que también cobija a los adolescentes entre 14 y 18 años.
En Colombia, la Ley 1799 de 2017 prohibió las cirugías estéticas en menores de 18 años. Sin embargo, la Corte Constitucional, mediante la Sentencia C-246 de 2017, moduló esa prohibición tras estudiar este choque de derechos. “La Corte concluyó que los menores entre 14 y 18 años, con capacidad evolutiva suficiente para participar junto con quienes ejercen la patria potestad en la decisión sobre los riesgos que asumen, sí pueden someterse a este tipo de procedimientos médicos estéticos”.
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Proyecto en el Congreso para regular el tema
Actualmente, cursa en el Congreso de la República un proyecto que busca regular con requisitos estrictos este tipo de procedimientos en menores de edad, con el fin de armonizar la legislación nacional con el fallo de la Corte y con las tendencias internacionales.
En 2023, en el país, se practicaron 447.268 procedimientos estéticos; de ellos, 176.399 no requirieron de cirugías. “Lo que hace el Congreso es actualizarse frente a lo que ya moduló la Corte y frente a la legislación comparada.
Un ejemplo de ello es la llamada Ley Nicole en México, que establece exigencias médicas y jurídicas altas. Con estas medidas se busca proteger a los menores y, al mismo tiempo, respetar su derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad”, dijo Borda.
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