Compartir:

En Barranquilla, hace quince años, salir a la calle con una bandera multicolor era un acto de riesgo. Hoy, aunque no ha dejado de serlo, se ha convertido también en una tradición de resistencia y memoria. Este 29 de junio, la Marcha del Orgullo LGBTIQ+ del Atlántico llega a su edición número 15. Más de una década de caminatas, no siempre fáciles, pero necesarias.

El lema de este 2025 es ‘15 años de resistencia’, como una forma de seguir exigiendo derechos y ocupar el espacio público en un país donde ser diferente todavía puede costar demasiado.

La marcha, que partirá a las dos de la tarde desde el parque Luis Carlos Galán Sarmiento y llegará a la Plaza de la Paz, es organizada por la Mesa LGBTI de Barranquilla y el Atlántico. Habrá tarima, presentaciones culturales, discursos, música.

Para la población, este año se vuelve más urgente y necesario habitar el espacio público y pintar las calles de arcoíris . Por ello los moviliza también la digna rabia frente al aumento de discursos y políticas antiderechos, la exclusión sistemática, la indiferencia institucional y los crímenes por prejuicio que aún siguen impunes.

Lea también: Al juglar Lorenzo Morales, nunca le cayó la gota fría

En ciudades como Barranquilla y en el departamento del Atlántico, estas violencias persisten. En el informe ‘Con permiso para despreciar’ de Caribe Afirmativo, se expone que el Atlántico registró 7 homicidios de personas LGBTIQ+ durante el 2024, ubicándose entre los territorios con mayores cifras de asesinatos contra personas diversas en el Caribe.

Génesis de la marcha

Mucho antes de que existiera una marcha del Orgullo como tal, ya había cuerpo y protesta en las calles de Barranquilla. A finales de los años 70, en pleno auge de la represión social y cuando reunirse en el espacio público sin permiso podía significar cárcel, las mujeres trans se sumaron al Carnaval.

Orlando Amador

Aprovechando el desorden festivo, salieron a la calle con pelucas, tacones y vestidos largos, con la excusa del disfraz.

“Ellas lo hacían con el corazón lleno de rebeldía. Lo hacían por alegría, sí, pero también por necesidad, porque era la única forma de existir en una ciudad que las invisibilizaba”, contó Heriberto Mejía, miembro de la Mesa LGBTI de Barranquilla y el Atlántico.

Décadas después, en 2008, una nueva forma de represión nació sobre la población. Las discotecas LGBTQ+ más emblemáticas de la ciudad como Pasha, Estudio 54 y Sky comenzaron a ser hostigadas por operativos policiales que llegaban con excesiva fuerza.

El detonante fue una tutela interpuesta por un vecino que se quejaba de las “demostraciones de afecto” visibles desde su ventana.

“El caso cayó en un juzgado liderado por una jueza abiertamente homofóbica. El temor se expandió porque el poco espacio seguro que existía que era el privado también estaba en riesgo”.

Lea también: Palmar de Varela se alista para vivir sus fiestas patronales con música, tradición y mucha alegría

Entonces, los propietarios de estas discotecas acudieron a la recién creada Mesa LGBTQ+ del Atlántico para buscar apoyo. Se organizaron vigilancias internas, se intentó generar presencia institucional en los espacios, pero el hostigamiento continuaba. La palabra “operativo” se convirtió en sinónimo de terror.

La presión llegó a un punto límite en noviembre de 2010. Para ese entonces, el malestar era tan fuerte que se organizó un plantón simbólico en la carrera 53 con calle 74, justo frente al edificio donde vivía el ciudadano que había interpuesto la tutela. Se esperaba la asistencia de unas 15 personas. Pero llegaron más de 120.

“Esa noche, la gente no quería quedarse quieta. Querían marchar. Aunque no se tenía permiso oficial, un funcionario de la Alcaldía presente y un enlace del Fuerte Militar de la Policía permitieron que la protesta avanzara por dos cuadras, desde la esquina hasta la entrada de la discoteca Estudio 54”.

Del miedo a la manifestación

En junio de 2011, un año después de esa noche inolvidable, Barranquilla celebró su primera marcha del Orgullo LGBTIQ+. Desde entonces, cada año ha salido a las calles para recordar que no todo fue fiesta y de 120 personas se han llegado a convocar a día de hoy más de 20 mil personas.

“Esta marcha es honrar a quienes abrieron el camino en tacones, en silencio, en Carnaval. Y a quienes, años después, con más organización pero la misma dignidad, decidieron que ya era hora de caminar sin miedo”.