Aunque suele asociarse únicamente con la negativa a gastar dinero, la tacañería abarca comportamientos más complejos que trascienden lo económico. Especialistas en salud mental advierten que esta actitud puede tener un impacto significativo en las relaciones sociales y en la estabilidad emocional de quienes la manifiestan y de quienes los rodean.
La psiquiatra Laura Villamil, entrevistada en el programa ‘Salud y Algo Más’, de la ‘W Radio’, explicó que una persona tacaña no solo evita gastar recursos materiales, incluso en sí misma, sino que también suele presentar limitaciones en la expresión emocional. “En las relaciones no dan cariño o afecto y piensan solo en sí mismos”, señaló.
Desde la psicología, se ha evidenciado que este rasgo de personalidad puede estar profundamente arraigado en experiencias tempranas. La necesidad de mantener el control —económico o afectivo— es uno de los factores que, según los expertos, se repite con frecuencia en los perfiles de personas tacañas.
¿Cómo identificar a una persona con actitudes tacañas?
- Evita gastar incluso en sí mismo. Una de las señales más visibles de este comportamiento es la resistencia a gastar en necesidades básicas. A pesar de contar con recursos suficientes, estas personas optan por no invertir en su propio bienestar, ya sea en salud, vestuario o alimentación.
- Presenta dificultad para compartir. Otro rasgo común es la dificultad para compartir o invitar. En encuentros sociales, suelen evitar asumir gastos, incluso cuando están en capacidad de hacerlo, y a menudo buscan que otros cubran la cuenta. Esta conducta puede deteriorar vínculos afectivos y generar incomodidad en espacios cotidianos.
- Control excesivo del dinero. El control minucioso del dinero es también característico. Las personas tacañas pueden llevar un registro detallado de cada gasto y manifestar una preocupación constante por ahorrar, sin que exista un objetivo definido para ese dinero. A diferencia del comportamiento del ahorrador, que responde a metas concretas como viajes o emergencias, el de la persona tacaña carece de propósito y se guía por el simple deseo de no gastar.
- Busca comprar lo más barato posible. También se identifica una tendencia a optar siempre por lo más económico, incluso cuando esto compromete la calidad. Se prioriza el bajo costo por encima del valor funcional o duradero del producto, lo que revela un patrón de evitación del gasto más que una administración racional de los recursos.
- Tiene problemas para compartir recursos materiales y emocionales. Además del aspecto material, este rasgo puede expresarse en el plano afectivo. Algunas personas con actitudes tacañas muestran resistencia a compartir emociones, tiempo o gestos de apoyo. Esta dificultad podría estar relacionada con experiencias de carencia afectiva durante la infancia o con dinámicas aprendidas en contextos de escasez.
El impacto emocional de estos comportamientos no se limita a la persona que los exhibe. La acumulación, la aversión a compartir y el temor a perder control pueden generar tensiones en la convivencia, así como estrés, ansiedad y deterioro de los vínculos más cercanos.
Al reconocer estas señales, tanto a nivel personal como en el entorno cercano, es posible identificar patrones que pueden trabajarse desde un enfoque terapéutico. Según los especialistas, comprender el origen de estos comportamientos es clave para promover relaciones más equilibradas y saludables.