La historia de amor y perseverancia del matrimonio conformado por el chef Luis Gerardo Añez y la administradora de empresas Stefanny Arévalo, oriundos de Caracas, Venezuela, es fiel reflejo de cómo los sueños se cumplen desde cualquier lugar del mundo.
(Un arroz de chorizo momposino se tomó los fogones de Sabor Barranquilla)
Estos esposos que se conocieron hace 17 años, mientras estudiaban, en 2014 luego de llegar al altar, dieron rienda a su espíritu emprendedor y abrieron una discoteca y un restaurante de comida típica en Guarena, estado Miranda.
Ese sería su primer ejercicio como empresarios que jamás se han dado por vencidos ante las adversidades. Todo marchaba bien, hasta que en febrero de 2018, tomaron la difícil decisión de abandonar su país de origen. La crisis social y económica que azotó a Venezuela los empujó a buscar un nuevo comienzo en Colombia, con la esperanza de construir una vida mejor para ellos y su familia. Barranquilla, la calurosa y alegre capital atlanticense, se convirtió así en su nuevo hogar.
(Hamburguesa de guandú, un plato revelación en Sabor Barranquilla 2024)
Con pocas pertenencias, pero cargados de sueños y determinación, comenzaron su emprendimiento en la terraza de una casa, ubicada en el municipio de Soledad, Atlántico, cerca de la Terminal de Transportes. En ese modesto espacio, dieron sus primeros pasos en el negocio culinario en un país distinto al suyo, ofreciendo a la comunidad platos innovadores con un toque de autenticidad que pronto captó la atención de sus compatriotas y de los curramberos.
El éxito de su cocina casera los llevó a abrir en 2019 su primer restaurante, Hikani Sushi, con el que se mudan al norte de Barranquilla, en la carrera 50 con calle 82. Allí parquearon un Food Truck con cinco mesas, un proyecto pequeño, pero que sazonaron con muchas ganas.
(El turno en Sabor Barranquilla es para el invitado estrella, el guandú)
“Conocimos clientes que con el tiempo se convirtieron en aliados y nos dieron la oportunidad de tener acceso a un crédito, de formalizar nuestro negocio, lo cual fue fundamental. En ese momento los dueños de Scatola Di Pasta nos ofrecieron un local que no estaban usando y de ahí surgió la oportunidad de poner Hikani Sushi”, recuerda aún emocionado Luis Gerardo.
En julio de 2019, participaron en el primer Sushi Master de ‘Tulio Recomienda’, siendo el único restaurante nuevo y pequeño, pero aun así lograron vender 5.780 rollos y atender a 12 mil personas, lo que los dio a conocer en la ciudad.
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En diciembre de 2019, ya la gente no cabía en el punto, les hacían fila, por lo que se mudan a un local más grande, donde sus ventas se multiplicaron.
Una prueba de fuego

Sin embargo, sus sueños se vieron temporalmente truncados con la llegada de la pandemia de la COVID-19. Como a muchos empresarios en el mundo entero, la crisis sanitaria los golpeó con fuerza, amenazando con acabar sus ilusiones.
Pero Luis y Stefanny no se rindieron. Adaptaron su negocio a las nuevas circunstancias, enfocándose en los envíos a domicilio, lo que les permitió mantener a flote su restaurante y continuar sirviendo a su fiel clientela.
(Mote de queso con langostino, furor en Sabor Barranquilla)
“Cerramos por 15 días, mientras pensábamos cómo nos reinventamos, ajustamos precios, preparación y presentación de los platos para poder estar en el radar del domicilio. Creamos unas promociones y gracias a Dios comenzamos a ver la luz de nuevo en el camino y empezamos a crecer bastante”, explica Stefanny.
Con el retorno de la normalidad, la pareja decidió redoblar sus esfuerzos y abrir un segundo restaurante, esta vez con un enfoque en la comida tradicional venezolana, al cual bautizaron Guayanés, en honor a uno de los quesos más apetecidos por los venezolanos. Esta unidad de negocio ofrece una selección de los platos más emblemáticos de su país: cachapas, tequeños, pabellón criollo, entre otros, transportando a sus comensales a los sabores y aromas de su querida Venezuela, y también seduciendo a los barranquilleros con su propuesta cargada de creatividad.
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“Un cliente amigo emprendió su negocio de traer quesos venezolanos y yo siempre había tenido la idea de tener un restaurante de comida típica venezolana para vender sobre todo las cachapas. Entonces, ahí vimos la oportunidad de nuestra segunda unidad de negocio: Guayanés, un nombre que cualquier venezolano identifica y siente como propio”, dijo la mujer que con sus ideas innovadoras ha llevado a buen puerto el negocio.

Expandiéndose al máximo
En la actualidad, su propuesta culinaria ha crecido. Cuentan con un punto en el norte de Barranquilla (calle 84 con carrera 54), otro en el sur, en el Centro Comercial Parque Alegra, y han expandido su negocio con dos sedes más en Antioquia (Sabaneta y El Poblado). Además, generan empleo para más de 30 personas, entre venezolanos y colombianos, convirtiéndose en ejemplo de cómo los migrantes pueden superar las adversidades y contribuir al desarrollo de su nueva comunidad.
“Con el tiempo nos convertimos en una opción gastronómica para el colombiano, nosotros queríamos que la gente se despertara un día y dijera: ‘Tengo ganas de comer comida venezolana’ y de dejar de lado cualquier idea de xenofobia, algo que por fortuna nunca hemos sentido en Barranquilla”, dice Añez.
(Los sabores de la Sierra Nevada se tomaron los fogones de Sabor Barranquilla)
Muchos clientes iban a comer solo sushi, pero veían en la mesa de al lado unos tequeños o una cachapa y así lograron cautivar a muchos clientes locales.
“Cuando abrimos Guayanés nuestro público era 85 % venezolanos, un 10 % colombianos retornados de Venezuela y el 5 % restante eran barranquilleros que venían por alguna referencia. Hoy podemos decir que tenemos muchísimos clientes locales; la última vez que hicimos un análisis en nuestra base de datos teníamos un 60 % entre venezolanos y colombianos retornados y un 40 % de nuestros clientes son barranquilleros”.
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Diego Turizo Velasco es un barranquillero que labora como mesero de la sede norte, y sostiene que se la lleva muy bien con sus jefes, ya que existe mucha hermandad. “El ambiente es muy agradable, admiro mucho su empuje y me ha gustado mucho su comida, especialmente las cachapas que son el boom de nuestro restaurante”.
El amor por Barranquilla crece
Hace siete meses nació Franco Milán, el primer hijo de esta pareja, quien ha llenado de alegría el hogar de estos jóvenes padres. “Jamás imaginamos tener un hijo fuera de Venezuela, pero los planes de Dios son perfectos y estamos felices de que sea un barranquillero más. Esta ciudad ha sido demasiado acogedora y cálida, aquí hemos hecho muy buenos amigos, aliados, y la verdad que nos sentimos súper felices”, dice Stefanny.
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Sobre la clave de su éxito en la ciudad, Añez asegura que se debe a la disciplina. “Uno debe encontrar algo que lo apasione y enfocarse en eso, al principio va a ser difícil, y más cuando uno es migrante, que no cuenta de con los documentos, con un respaldo financiero, pero nada de eso debe frenarte, lo puedes lograr. No importa que tu emprendimiento inicie pequeño, es tu sueño el que debe ser grande”.






















