Con velos oscuros que cubren sus rostros y lágrimas ficticias que parecen tocar sus mejillas, la reina Melissa Cure junto a otras viudas lloran la partida de Joselito, expresando en su luto el sentir de toda Barranquilla.
Durante cuatro días de parranda desenfrenada, Joselito es el alma de la fiesta, deleitándose en los placeres que el Carnaval tiene para ofrecer. Sin embargo, al final de la celebración, su cuerpo yace inerte, siendo llorado y velado por muchas viudas alegres que compartieron con él los días de celebración.
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Con voz firme pero cargada de emoción, la reina se une al coro de lamentos, gritando con fervor: '¡No te vayas, Jose, por qué te nos fuiste!'.
Algunos se sumaron al grito de súplica, expresando su deseo de que Joselito regrese para seguir llenando de alegría las calles de Barranquilla.
La soberana parecía no poder avanzar, el cariño de los espectadores la arropó. Hay quienes cumplieron su deseo de capturar una fotografía que les quedara para el recuerdo y otros que solo pudieron extender sus brazos para saludarla de lejos.
Se desmaya, grita, llora y junto a ella, varias mujeres que también creían en el amor eterno de Joselito.
'Ay, Jose, se me acabó el Carnaval, levántate. Me dejaste con este poco de deudas y viudas descaradas. Díganme que no es verdad, que todavía podemos bailar'.
Mariano Valderrama se negaba a que el día terminara. Mientras veía a la reina Melissa, reconocía la gran labor que durante meses emprendió. Hoy ve con melancolía el cierre de la fiesta, pero tan solo es finalizar una para empezar otra.
'Esto se acabó, pero lo importante es haberlo podido gozar y yo me disfruté los cuatro días. Aquí estoy con mi familia porque esto es hasta el final. Felicidades a la reina por su buen papel, nunca la vamos a olvidar'.
Según la tradición, durante el entierro de Joselito, este despierta de su aparente muerte, pronunciando las famosas palabras: 'No estaba muerto, estaba de parranda'.
Y aunque su llanto pueda parecer un adiós definitivo, en realidad es solo un hasta luego, un recordatorio de que el Carnaval siempre volverá, trayendo consigo la promesa de nuevas alegrías y experiencias compartidas.
Y es que mientras existan viudas que lloren su partida, el Carnaval de Barranquilla nunca morirá, sino que seguirá viviendo en el corazón y el alma de su pueblo, esperando pacientemente su regreso triunfal el próximo año.





















