Un día como hoy, sábado 28 de octubre de 1933, se lanzó la primera edición del diario más importante de la región Caribe colombiana, EL HERALDO diario de la mañana (su nombre original).
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Con una portada protagonizada por el expresidente de la República Alfonso López Pumarejo, en ese entonces Jefe Supremo del Partido Liberal y candidato único la Presidencia de la Republica, quien aprovechó el espacio brindado por esta casa editorial para enviar un mensaje de respaldo al naciente medio y a la costa en caso de alcanzar la presidencia.
En una hoja manchada con el pasar de los años, tan delicada y frágil al tacto, fue recibido este viernes de manos de un guardián que durante nueve décadas custodió las 12 páginas que integraron esa primera edición.
El pasar de los años era evidente en su color amarillento y debido a la ausencia de algunos fragmentos de papel. En aquella portada, el rostro de López Pumarejo presagiaba un acontecimiento histórico, el nacimiento de una gran casa editorial que de ahí en adelante, contaría la historia de la región Caribe, Colombia y el mundo.
El ejemplar número uno, anunciaba como director gerente a Enrique A. De la Rosa y como jefe de redacción a J.A. Osorio Lizarazo. Entre sus noticias hay una que salta a la vista y que mereció un gran despliegue, la cual tenía que ver con la negociación del contrato por parte del Ministro de Obras Pública para la terminación de obras en Bocas de Ceniza.
Esa edición la mantuvo bien cuidada Antonio Regino Barrios Herrera, de 91 años, quien la heredó de su padre y que con los años se convirtió en motivo de reuniones familiares, de amor y tradición.
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Una visita especial
Con el cumpleaños número 90 del periódico, este hombre que atesoró este ejemplar llegó a las instalaciones de EL HERALDO, donde reposa ahora esta verdadera joya que Antonio supo cuidar.
Acompañado por su querido nieto Kevin Molinares, quien le sirve de apoyo en cada paso que da, el señor Antonio llegó hasta el archivo para donar este invaluable ejemplar. En medio de una entrevista que concedió, comentó con la lucidez propia de quien ha vivido poco más de nueve décadas las memorias y las travesías que lo llevaron a preservar esta reliquia.
Según relata, este ejemplar fue comprado por su padre, quien fue un gran lector, una pasión que le heredó y que lo ha llevado a no quitarle los ojos de encima a este diario. 'Mi papá quien llevaba mi mismo nombre para esos años tenía un periódico de poesía llamado ‘El Verso’, era un hombre muy culto que me llevó a entregarme por completo a las páginas de este prestigioso diario que ahora celebra 90 años'.
Sin pensar en lo importante que se convertiría para la historia, su padre guardó este ejemplar en un baúl donde custodiaba sus tesoros y memorias más preciadas. Tras la muerte de su padre en 1975, Antonio Regino, se convirtió en el nuevo custodio de esta joya del coleccionismo.
Desde entonces, el periódico ha viajado entre los barrios La Magdalena, donde vivía Antonio Barrios padre, y el barrio Vista hermosa, donde actualmente reside Antonio Regino Barrios Herrera.
El amor por la lectura
Con un legado de amor por las letras, Antonio Barrios padre se hizo fiel lector del periódico, propiciando en el interior de su vivienda espacios de lectura en familia.
Su hijo, Antonio Regino siguió con su tradición incluyendo a sus retoños, y nietos, quienes también se convirtieron en amantes del periódico.
Su hijo Ronald Barrios, recuerda con emoción cómo su padre atesoraba este regalo y lo convertía en el epicentro de charlas y anécdotas familiares.
'Creo que mi papá cuidó ese periódico más que a cualquier otra cosa en la casa', confiesa.
Además, mencionó que durante un tiempo, se mudaron a Valledupar y este ejemplar viajó con ellos como un miembro más de la familia. 'Hemos pasado por muchas mudanzas y siempre el periódico estuvo de por medio', agregó.
Ronald, comentó que un momento duro en la larga vida de su padre fue la pandemia generada por la Covid-19 durante el 2020, sin embargo, su tristeza no era por el confinamiento, ni por los síntomas que aquejaban a miles de personas en el país, sino porque por primera vez en 91 años no podía leer el periódico, esto evitando cualquier contacto con el exterior.
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Aún hoy, con nueve décadas a sus espaldas, Antonio Regino dedica dos horas diarias a la lectura de EL HERALDO, consolidando así el legado y la conexión que lo unen a su padre, fallecido en 1975.
Esta reliquia familiar, más que un papel amarillento y delicado, es un hilo que une generaciones, un puente que conecta el pasado con el presente, y un testimonio del valor que puede tener algo tan aparentemente simple como un periódico.





















