Como especie de un grito desesperado que multitudinariamente se ha replicado en todo el mundo, los empleados de organizaciones de todo tipo demandan el mejoramiento de sus condiciones laborales.
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La industria de la moda no es la excepción, históricamente se ha visto envuelta en casos de vulneración de derechos laborales. Algunos de los ejemplos más puntuales corresponden a los informes de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2022, los cuales registran que en países como Filipinas y Tailandia los salarios de la industria de la moda han avanzado una media anual de solo el 4 % en los últimos años.
En Colombia este sector también posee sus propios problemas. En entrevista con EL HERALDO, Sebastián Diez, presidente ejecutivo de Inexmoda, hizo una radiografía de lo que ocurre.
'En Colombia podríamos decir que existe un alto nivel de informalidad, esto es: personas naturales trabajando desde sus casas, madres cabeza de familia que cosen desde sus hogares o sencillamente talleres que deben mejorar sus condiciones de producción, lo cual claramente amplía la brecha de desigualdades y no genera ningún tipo de compromiso entre el empleador y sus empleados'.
En respuesta a las soluciones que podrían venir a aliviar las incomodidades que se presentan en el sector, Diez dijo: 'Sin duda el Gobierno nacional tiene una gran responsabilidad por velar y controlar la formalidad del sector; sin embargo, los empresarios de la moda juegan un papel clave y en general han hecho una gran labor verificando que sus talleres ofrezcan condiciones dignas de trabajo, pagando justamente la labor y considerándolos sus aliados, más que proveedores, para crear cadenas de valor justas'.
El problema radica en la inconformidad
Danilo Cañizares, director académico de Ixelmoda, coincide en que la precariedad en las condiciones laborales en Colombia corresponde al alto grado de informalidad que existe en el país.
'En este punto hay muchas cosas que considerar: la primera es que tener condiciones laborales no dignas, no es un denominador exclusivo de la moda. Este es un fenómeno generalizado porque genera mayor rentabilidad para el dueño de empresa, eso sí, a cuenta de los derechos de quienes desarrollan los trabajos operativos'.
'Sin embargo, hay dos cosas que considero fundamental de todo esto y es el tema de responsabilidad social. Los industriales lo que están haciendo para abaratar costos de producción es que no solo no contratan directamente al empleado, sino que este termina desarrollando sus labores en casa, en una maquina pequeña que está al lado de la cocina, donde en cualquier momento puede ocurrir un accidente, esto independiente a que los pagos no son mínimamente consecuentes a los resultados', agregó Cañizares.
Sobre algunos de los aspectos que Cañizares considera permiten que la informalidad siga siendo aquel gran promotor de la desigualdad en la industria, explicó: 'Uno de los problemas más grandes del mercado colombiano es justamente la especialización, no solo en fabricantes, sino en consumidores. Nosotros llevamos la vanguardia en diseño, calidad, estilo y demás, y esto es producto de un consumidor más enterado, documentado y exigente. Por ello, la oferta debe ampliarse y competir con industrias como Inditex dedicadas al Fast Fashion (moda rápida) se hace complejo, de ahí surgen las contrataciones informales, reducción de costos y agilización de la producción'.
Un caso en el Caribe
Uno de los casos más reciente que ha causado revuelo y movilizado a las autoridades, ha sido la denuncia de una mujer identificada como Wendy Norelys Álvarez Sarmiento, quien laboró como asesora comercial en la tienda Jon Sonen en Cartagena.
Su video viral en el que es esposada pese a que cargaba a una menor, fue solo el inicio de un ‘tsunami’ de denuncias de varios exempleados de la compañía sobre presuntas irregularidades y anomalías en los pagos legales que debe tener un empleador con sus trabajadores, tal como la liquidación cuando termina un contrato y la seguridad social (salud, pensión y ARL, entre otros).
Luego de esto, la Ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, ordenó la apertura de una investigación y el cierre preventivo del establecimiento. A lo cual, Jon Sonen, dueño de la marca, respondió que lamentaba los hechos, pero que –según él– todo estaba en orden con sus colaboradores.
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Una perspectiva legal
María Juliana Marín, abogada especialista en Derecho de la Moda se refiere ante la situación con mucha pena, pues según ella las vulneraciones a los derechos laborales en definitiva no deberían existir.
'Si bien no podemos vivir en un mundo ideal en el que las leyes sean normas establecidas para todos, creo que sí es fundamental usar las armas que tenemos a nuestro favor para lograr desdibujar un poco este panorama de desigualdad que encontramos en la industria'.
Marín explicó que los empleados pueden ser contratados a término fijo o indefinido, y que este tipo de contrato debe crear una responsabilidad entre las partes en cumplimientos y garantías.
Sin embargo, la jurista asegura que en la industria de la moda también se utilizan contratos como el de obra o labor, para ciertas funciones específicas. Y en algunos otros casos, se usa el contrato de prestación de servicios, los cuales permean la informalidad.
Sobre las acciones que se deberían tomar para la informalidad, María Juliana dijo: 'Lo primero que debemos tener en cuenta es la importancia de que los trabajadores conozcan sus derechos y que reconozcan si las condiciones en las que trabajan son las adecuadas. Así mismo, las autoridades juegan un papel fundamental, en el caso colombiano el Ministerio y las Oficinas del Trabajo son las que pueden intervenir y realizar inspecciones'.
Otro de los aspectos que Marín considera fundamental es revisar los acuerdos de la contratación y dejar las condiciones claras desde el principio, esto garantizando que el trabajo se hará de forma digna, respetando los horarios y las obligaciones de cada una de las partes, así como los pagos.
Mario Hernández, empresario colombiano del sector de moda, también conversó acerca de la necesidad de generar empleo directo desde la industria y sobre las buenas prácticas empresariales.
'La industria de la moda es eso, moda; por lo que es muy cambiante y siempre hay que estar innovando en colecciones, materiales, propuestas de campaña y demás. Sin embargo, lo que se les olvida a la mayoría de empresarios es que al final los colaboradores son nuestro mayor músculo, sin ellos no existe nada, entonces ahí se desprende la necesidad de crear no solo vínculos contractuales sino de responsabilidad social'.
Sobre lo anterior, Hernández mencionó que más allá de generar contrataciones directas, el colaborador es un ser humano integral, por lo que se le debe garantizar acompañamiento en salud, recreación, capacitación y tiempo para que disfrute con su familia.





















