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En 2013, un hombre y una mujer tailandeses participaron en un concurso en donde ganaba la pareja que permaneciera más tiempo dándose un beso en la boca. Los competidores no podían despegar los labios ni para ir al baño ni para sorber agua de un pitillo. Después de 58 horas, 35 minutos y 58 segundos, Ekkachai y Laksana Tiranarat, quienes habían ganado esa misma competencia en 2011, establecieron el récord al beso continuo más largo jamás registrado en la historia.

La competencia tuvo lugar durante la conmemoración del Día de San Valentín en el país asiático, y desde entonces, con la resonancia mundial que tuvo la duración de aquella acción, se decidió internacionalizar el 13 de abril como el Día del Beso.

Por eso cada año este día se celebra con besos y besatones en todo el mundo. Los medios de comunicación aprovechan para publicar imágenes y videos en los que los individuos acceden a besarse frente a las cámaras o son capturados in fraganti, compartiendo besos en momentos de su cotidianidad.

También son costumbre las notas e infografías que hablan de lo saludable que son los besos. Pero hoy, con las medidas de aislamiento por la pandemia del coronavirus, los besos e incluso la sola cercanía del otro entrañan un peligro del que ahora somos más conscientes: la enfermedad, como aclaró el Ministerio de Salud, aunque no está presente en las heces fecales, el semen o fluidos vaginales, sí se transmite por partículas de saliva, tos y estornudos.

Restricciones y alternativas

La definición que da la RAE a la acción del beso dice en su primera acepción: 'Tocar u oprimir con un movimiento de labios a alguien o algo como expresión de amor, deseo o reverencia, o como saludo'.

Por su parte, el sexólogo Fernando Rosero explica que 'el beso es una de las manifestaciones más primitivas y primarias que hay, de las que más marcan la empatía sexual con las personas'. Agrega que 'si bien es cierto que la sexualidad no la podemos limitar a una parte del cuerpo, la boca o los genitales, los besos son una puerta de entrada para permitir un escalonamiento en sensaciones distintas'.

Sobre las consecuencias del beso en el organismo, Rosero explica que 'produce la estimulación de cuatro cosas principalmente: primero, de unos centros a nivel cerebral que permiten la liberación de endorfinas y otras sustancias de placer que hacen que uno la pase bien, y que, al pasarla bien, el cuerpo desee seguir teniéndolas.

Segundo, el beso hace que seamos más receptivos frente a los estímulos que recibimos. Tercero, genera una serie de respuestas que hacen que el corazón se acelere o que sintamos las mariposas en el estómago. Por último, sabemos que los besos estimulan los músculos faciales, por lo que la expresividad de la cara mejora con la acción'.

Ya sea que obedezcan al cariño, la gratitud, el deseo sexual o un protocolo de saludo o despedida, los besos implican una cercanía entre personas potencialmente contagiosas y transmisoras de un virus. Por esto Rosero recuerda que hoy día los besos 'están contraindicados en personas que no tengan el mismo tiempo de aislamiento. Pero son más seguros con una persona con la que has estado confinada, pues un momento como este representa una oportunidad para explotarlos y dejarse llevar porque van a generar empatía'.

Como alternativas para la distancia, el especialista sugiere explorar acciones que vayan más allá del contacto físico. 'El sexting, o envío de mensajes con contenido erótico a través de teléfonos con quienes queramos tener acercamiento, y las fotos y videollamadas con contenido sexual, pueden ser utilizadas para suplir la ausencia de besos y de contacto en la cuarentena'.

Para Rosero, el Día del Beso 'es importante porque es darle un lugar, es resaltar un componente fundamental de la sexualidad. Pero adquiere otro sentido en la pandemia porque el sexo oral, que comprende también los besos, son una forma frecuente de transmisión que a veces olvidamos. Las personas piensan que por tener sexo oral o dar besos no hay riesgos', añade el sexólogo.

Múltiples enfermedades de transmisión sexual u otras se transmiten a través de besos. La mononucleosis infecciosa es conocida como la 'enfermedad del beso', y se transmite porque el virus se aloja en la mucosa de la saliva y crece allí. Las Enfermedades de Transmisión Sexual se contagian con besos si existe 'exposición a una herida abierta con sangre o contacto con lesiones' a través de la saliva.

'Si bien es cierto que no se pueden tener besos, podemos vivir la sexualidad en otras formas de erotismo y de placer, que en este momento son absolutamente necesarios. Sobre todo porque estamos en una temporada de recogimiento en que necesitamos sentirnos queridos, amados y deseados', dice Rosero.