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Hay más confianza que estrés en sus palabras. Déiber Caicedo cree en sus condiciones futbolísticas y en las de sus compañeros para conducir a Junior por la ruta victoriosa que lo lleve hacia el título de la Liga II.

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En un amplio diálogo con EL HERALDO, proyectó tranquilidad, motivación y optimismo de cara a lo que viene en el torneo. Además, dejó ver sus impresiones sobre el club y Barranquilla, recordó pasajes de sus comienzos en el fútbol, de su pueblo natal, Barbacoas (Nariño), y otros temas.

¿Qué balance hace de lo que ha sido hasta ahora su participación en Junior?

El balance es bueno, estamos por el sendero de las victorias y eso ayuda a que las falencias que tenemos, las mejoremos. Siempre será bueno mejorar cuando estás ganando.

No ha explotado todavía todo el fútbol que usted tiene, pero ya ha mostrado escenas y ha encajado bien en Junior, a pesar del escaso tiempo que suma en el equipo…

Sí. Espero aportar desde mis características. Estoy en un nivel en el que vengo de menos a más, eso le va a servir mucho al equipo. Quiero aportar para que al final de la temporada todos brillemos y podamos celebrar lo que todo hincha de Junior quiere, que es un título.

¿Con cuál jugador se ha entendido en este poco tiempo que lleva en el equipo?

Se me hace muy difícil escoger a uno porque hay muchos jugadores de calidad, de mucha jerarquía y recorrido. El que entre va a marcar la diferencia en el juego, así que con el que toque estar, va a ser bonito. Es bueno jugar con talentosos que exigen mucho más de tu juego.

¿Encontrarse con un jugador del recorrido de Carlos Bacca qué significa?

Es bueno estar con jugadores de mucha jerarquía. En momentos como en el partido contra América, cuando los jugadores deben tomar las mejores decisiones, es bueno estar con jugadores como Bacca, todo lo que ha jugado y ganado, te exige a tomar la mejor decisión, a ir cada día mejorando en tu juego. Pero no solo él, hay muchos jugadores de jerarquía. Todos ayudan a crecer como persona y como futbolista.

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¿Es Junior lo que usted pensaba?

La verdad llegué en un momento tenso, la situación no era la mejor, por razones obvias, no se daban los resultados en ese momento, pero el grupo que hay, la competencia que hay… sabía a lo que venía. En mi posición hay muchos jugadores que pueden jugar y yo quería eso, la verdad quería competencia. Eso me va a servir mucho porque sé que en todos los partidos tengo que ir en mejoría para poder jugar. Quiero recuperar mi confianza y mejorar mucho más en mi juego.

¿Cómo fue ese cambio de Vancouver a Barranquilla, sobre todo por el clima?

Sí, por el clima más que nada. Sabía que venía a una tierra caliente, pero todo en la vida es de retos y de adaptarse, entonces no era tanto eso. Quería jugar y con el pasar del tiempo adaptarme al calor y la humedad, porque lo que más hay es humedad. Todo es de adaptación, como cuando me tocó al llegar al frío de Vancouver.

¿Está lejos el techo de Junior?

Estamos trabajando para llegar a un ritmo de competencia bueno. Es bueno mejorar las falencias ganando. Junior es una institución grande, por la clase de jugadores que tiene, debe jugar como equipo grande que es, estamos trabajando para llegar allá y poder mantener ese ritmo de competencia. Ojalá sea sí, ganando. Pero creo que sí nos falta un poco más para llegar a nuestro punto.

¿Usted se acomoda mejor por la izquierda, la derecha, el centro o donde lo pongan?

Dependiendo. Ya el profe es el que dispondrá de mí, pero yo me siento cómodo por los dos lados, pero hay unos trabajos tácticos en los que uno tiene que cumplir un rol, hay que sacrificarse por el equipo para que sume, ese rol lo estamos haciendo todos, y es lo que se está viendo ahora.

¿Cómo vislumbra el partido ante Santa Fe?

Sabemos que Santa Fe es muy fuerte en su casa, pero nosotros vamos a trabajar nuestra idea de juego, a fortalecerla, a mejorar lo que nos ha faltado: el último pase, las opciones de gol que tengamos tal vez ser más efectivos, todas esas cosas toca mejorarlas. Ya después las cosas se van a ir dando naturalmente.

¿Con quiénes en Junior ha hecho más amistad fuera del campo de juego?

He tratado de compartir con todos. ‘Maman’ mucho ‘gallo’, hacen recocha, te dicen algo aquí, otra cosa allá. Son ‘mamadores de gallo’, pero con los que he tenido más cercanía es con José Enamorado, Jhon Vélez y Edwin Herrera, tal vez ellos, pero con todos he hablado. Es un grupo alegre y sano. Se acopla a mi personalidad porque yo soy de ambiente.

A José Enamorado lo conoce desde las inferiores del Cali…

Sí, con él hice procesos de selecciones sub-20 y estuvimos en el Cali. Hemos compartido bastante, por eso es más la cercanía con él. Ya habíamos compartido campo y conozco su familia.

¿Con Arturo Reyes también?

Sí, esas selecciones Colombia eran con el profe Arturo Reyes.

¿De dónde sale el nombre de Déiber?

Je. Mi papá antes jugaba fútbol profesional y, no sé, mi mamá cuenta, según recuerdo, no lo he preguntado mucho, que cuando ellos vivían en Tunja o Ibagué, no recuerdo bien, escuchaban a una vecina que siempre llamaba a su niño como Déiber, Déiber, Déiber… como que se le quedó eso en su cabecita a mi mamá, nací yo y me llamó así (risas).

¿Dónde jugó su papá?

En un equipo que se llamaba Lanceros (de Boyacá) y en Tolima. Creo que jugó solo en Primera B.

Usted nació en Barbacoas, Nariño. ¿Qué nos puede decir de su tierra y cómo hizo para convertirse en futbolista?

La verdad es que mi familia de parte de papá es muy futbolera, mis tíos también practicaban el deporte. Barbacoas es un pueblo que queda cerca a Tumaco, a dos horas y media. Para uno es muy difícil salir, conseguir apoyo es muy complicado, las familias son de bajos recursos y se dificulta la salida del pueblo, pero hay mucho talento y ganas de salir adelante, eso vale más que nada. Pude salir del pueblo e ir formándome también como persona. Ahora estamos donde estamos y espero seguir creciendo mucho más.

¿Se pierde mucho talento en Barbacoas?

Sí, por la falta de apoyo. Vengo de un pueblo en donde somos muy apegados a nuestros papás, y algunos jugadores les da la famosa ‘mamitis’, extrañan al papá y a la mamá durante sus procesos como futbolistas. Como no tienen la posibilidad económica de viajar constantemente para visitarlos, los jugadores toman otro rumbo, quieren regresar y no son tan fuertes mentalmente. Era muy difícil la llegada y la salida de Barbacoas en mis tiempos, ahora es más fácil, pero sí se han perdido muchos talentos.

¿Cómo es el acceso a Barbacoas?

De Pasto a Barbacoas uno tardaba un día o dos días viajando, ahora son solo seis horas. Antes la carretera era destapada, era muy difícil el acceso, ahorita la carretera ha mejorado, es mucho más fácil el tránsito, y ya hay estadio en el pueblo. Eso es muy bueno para los niños que quieren cumplir sus sueños, y más fácil para ellos, que no vivan lo que le tocó a uno en otras épocas.

¿Va a Barbacoas todavía?

Mi familia va. Todavía tengo familiares allá, van a visitar el pueblo de vez en cuando, pero ya la familia está radicada en Cali.

¿Cuáles son los jugadores más célebres de Barbacoas, aparte de Carlos Castillo y usted?

Hay muchos más: Héctor Quiñones, Mateo Casierra, René Rosero, Walden Vargas… son muchos. Han dejado el pueblo en alto.

¿Qué sería de Déiber Caicedo ahora mismo si no hubiese sido futbolista?

Ufff… difícil, la verdad no sé, yo creo que nací para esto nada más. Cuando uno ama su trabajo, su profesión, las cosas se van dando. Sin el fútbol, no sé qué hubiera podido ser en la vida.

Usted contó en estos días, en el Programa Satélite, que Andrés Balanta, que en paz descanse, influyó indirectamente en su venida a Junior, porque era muy amigo de él y siempre le decía que soñaba con jugar de rojiblanco…

No quise profundizar mucho porque no me gusta hablar de lo que viví con Andrés, de la persona que fue, de las cosas que él quería. Fueron recuerdos que me llenaron mucho a mí, era mi hermano, siempre lo consideré un hermano. Ese era un sueño que él tenía, cuando me llegó la propuesta de jugar en Junior, recordé todo eso. Eso me dio mucha más fuerzas para venir acá. Espero que todo salga bien y, con la ayuda de Dios, podamos levantar un título con Junior, que es lo que todo jugador quiere. Es una institución grande de Colombia, todo jugador quiere venir.

¿Qué lo ha impresionado del ambiente Junior?

Recién llegado me impresionó que el equipo no estaba en un gran momento, estaba pasando por una crisis de resultados y la gente como que… ‘ok, vienes acá a Junior, ojo, tienes que ganar, tienes que hacer triplete’ (risas). Ya me pedían tres goles desde el primer partido, y yo: ¡Wao! Ok. Uno dice: ‘entiendo, la gente vive por el Junior, es muy pasional’. Ahora que estamos levantando, que las cosas son positivas, a la gente se le ve la armonía. Cuando te acercas a un restaurante, lo notas en cómo te atienden, la gente está feliz. Esperemos al final de la temporada darle un título a toda esa gente, que se lo merece, para que disfrutemos todos juntos. Ojalá, con la ayuda de Dios, se dé todo.

¿Qué le encanta de Barranquilla?

De comida, lo que más he probado, y esta mañana lo desayuné, es el caye cayo, cayu, caye…¿qué? ¿Cómo es?

Cayeye

¡Eso! El cayeye, platano verde con queso por arriba, es muy bueno. Y hay una sopa que es a base de queso, que es muy buena.

Mote de queso

¡Eso! También la probé y me gustó demasiado. Son las dos cosas que he probado y me han gustado muchísimo.

¿A qué no se acostumbra?

Tal vez las vías, que todavía no las conozco. He ido como diez veces a la sede de entrenamiento y no sé cómo llegar, me pierdo. Me ha costado. En otros lados se me ha facilitado. En Canadá solo tardé una semana. Aquí van dos semanas y me toca seguir usando Waze (aplicación de tránsito y orientación), o si no me pierdo.

O llevarse al ‘Pivi’ Villa, el que ayuda bastante a los nuevos de Junior…

Exacto, ‘el Pivi’ resuelve todo en Junior. Es muy amable, no solo él, todos. Siempre están dispuestos a ayudarnos.