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El álbum de la cabeza de Wálter Darío Ribonetto está nítido. Aunque mañana ya se cumplen exactamente once años del día en que se convirtió en héroe y se coronó campeón con el Junior, el argentino recuerda como si hubiese sido ayer todas las imágenes de esa gesta ante Atlético Nacional en el estadio Atanasio Girardot, de Medellín.

El drama de estar perdiendo 5-1, la emoción de su gol salvador, la tensión de la definición por tiros desde el punto penal, el silencio del escenario antioqueño y la explosión de júbilo de él y sus compañeros, todo ese paso del infierno a la gloria está fresquito en la mente del ex zaguero, que ahora es técnico y tiene 41 años de edad.

El 19 de diciembre de 2004, con un Atanasio repleto, un gol de Ribonetto en la agonía del partido frente a los verdes, significó el empate en el marcador global de la serie decisiva (5-5) y se forzó la definición por tiros desde el punto penal, que finalmente ganaron los ‘Tiburones’ (5-4).

Después de imponerse 3-0 en Barranquilla, la quinta estrella ya se bordaba en el escudo juniorista, pero en el segundo juego, los paisas dieron vuelta al marcador, vencían 5-1 y prácticamente festejaban el título hasta que apareció ‘San Ribonetto’.

P ¿Qué hay de su vida?

R. Soy entrenador de un equipo acá cerca de mi pueblo (Corral de Bustos), Independiente de Chañar Ladeado, en la Liga Interprovincial de Santa Fe. Acabamos de salir bicampeones. Antes estuve trabajando en las divisiones menores de Lanús.

P ¿Sigue al Junior?

R. ¡Claro! He visto que ganó 2-1. El resumen nada más porque ayer (el miércoles) era la clausura del año escolar de mi hija mayor y no pude ver el partido completo, pero siempre sigo a Junior. La semifinal ante Tolima la vi toda.

P Inevitable para usted no pensar en Junior en estos días…

R. Así es, uno siempre se acuerda de ese campeonato de 2004. Guardo ese recuerdo. Cuando Junior juega contra Nacional, siempre me llaman.

P ¿Qué recuerdos tiene?

R Todo fue impensado para nosotros. Clasificamos de octavos, tuvimos muchos altibajos, pero llegamos a la final, ganamos 3-0 de local, luego vamos perdiendo en Medellín 5-1 y se acababa todo, pero conseguí ese gol sobre la hora que la gente de Nacional no se esperaba, y forzamos los penales. He estado repasando el resumen de ese partido. Peñaloza (Roberto) me mandó una foto luego del último penal de Arzuaga donde se ve la alegría de nosotros y el Atanasio enmudecido.

P ¿Por qué Junior no pudo sostener el 3-0?

R. Yo venía de una lesión en la que estuve parado y los que me reemplazaron lo habían hecho bien. Me tocó entrar en los 45 minutos finales. Yo noté ansiedad y un poco de nerviosismo. Junior tenía muchos chicos jóvenes que a lo mejor no descansaron bien por eso. Se complicó todo, pero, gracias a Dios, con esfuerzo y sufrimiento pudimos lograr esa estrella que tanto quería la gente.

P ¿Se relajaron?

R. Pero inconscientemente. Un 3-0 parece irremontable, nos tenían que hacer muchos goles y Junior no esperaba eso. No pudimos salir de la presión que ejercían ellos de local. No es que nos relajamos subestimando al rival, para nada.

P En ese partido Nacional tenía muchos recogebolas, más de los permitidos, y con ellos aceleraba el juego sin darle respiro a Junior…

R. Sí. Fue un detalle importante para ellos, apenas rechazábamos la pelota venía un recogebolas en carrera, ponía la bola y se ejecutaba el cobro. Pero a mí la imagen que me quedó fue la que vi después del 5-1: ellos empezaron a sustituir a Hugo Morales y Héctor Hurtado para el aplauso, pensando que ya eran campeones. Eso y el estadio enmudecido después del último penal.

P Ya algunos jugadores verdes hasta tenían camisetas que decían Nacional campeón…

R. (Risas)… Sí, por eso los partidos hay que terminarlos. Sufrimos, pero gracias a Dios se pudo conseguir. Uno guarda los mejores recuerdos de un club grande como Junior y tengo la esperanza de volver como técnico algún día.

P ¿Cuál es la historia de las camisetas amarillas?

R Ellos jugaron con la negra y verde de visitante, con la que habían perdido, y no se las querían volver a poner por cábala o no sé por qué. Nosotros teníamos la tradicional rojiblanca y ellos querían la verdiblanca. Los utileros no habían traído la alternativa y tuvimos que jugar con la de entrenamiento amarilla, por eso hay muchos jugadores que actuaron con números distintos a los habituales. Muchos no estaban en la planilla y tuvieron que ser cambiados. También nos ofrecieron la camiseta del DIM.

Fotos archivo EL HERALDO Con EL HERALDO del 20 de diciembre de 2004.

P Esas camisetas amarillas estaban sucias…

R (Risas)… Sí, las habíamos utilizado el día anterior, tuvimos que rociarle perfume. No se arrimaba nadie.

P Describa la jugada de su gol…

R. Parecía que estaba todo perdido. Yo le pregunto al ‘Zurdo’ López que cuántos minutos faltaban y me dice que cinco, con la mano abierta. ¡Pero faltaban solo dos! Yo me fui para arriba para ver qué podía hacer, Macnelly centra la pelota, Cristian Racero (q.e.p.d) cabecea, el arquero rechaza y me queda picando. No tuve más que embocarla.

P Sabe que Cristian Racero, uno de los protagonistas de aquel gol, lamentablemente resultó asesinado en 2012…

R Sí, sí. Cuando estuve en Barranquilla con Lanús (una conferencia para entrenadores), me comentaron, estuve charlando con ‘Peña’ (Roberto Peñaloza) y ahí me hicieron saber de ese hecho lamentable. Era joven, buena persona y con un futuro enorme. Una desgracia eso.

P ¿Cómo estaba el equipo al momento de la definición por tiros desde el punto penal?

R Muy bien, animados. Todos estuvieron muy bien pateados. Yo les decía que estuvieran tranquilos, que habíamos hecho todo para llegar hasta ese momento. Teníamos un estado de ánimo mejor que ellos. Los penales son una lotería, pero tuvimos la suerte y la jerarquía para patearlos bien, porque no es fácil ejecutarlos en un estadio donde todo el mundo está en contra tuya. Lo hicimos muy bien.

P ¿Junior terminó saliendo en tanqueta del Atanasio Girardot?

R. (Risas) Sí, esa es otra anécdota. Jamás había vivido eso. Cuando contaba eso en Argentina, la gente se reía mucho. Son anécdotas felices que quedan de todo lo vivido en Colombia.

P ¿Qué les gritaban?

R Tiraban de todo, estaban enojados con nosotros y con su propio equipo. Cuando íbamos en la tanqueta, mirábamos por los agujeritos a la gente y se disfrutaba un poco más (risas).

P ¿Qué les recomienda a los jugadores del Junior actual de cara a la final del domingo?

R Que estén tranquilos y controlen la ansiedad, que piensen. Obviamente que con la adrenalina la cabeza está a mil, pero lo más importante es ser pensante. Tienen un resultado a favor, más allá de que van a jugar de visitante. Creo que han hecho las cosas sumamente bien para llegar a esta final, están a la altura de la circunstancia. Junior no debe volverse loco en Medellín. Hay que pensar lo que más se pueda para no cometer errores.

P ¿Cómo superar el miedo escénico y la presión del Atanasio?

R Eso solamente la experiencia lo otorga, el tratar de jugar el partido al ritmo que Junior quiere, no al ritmo del rival, manejar la pelota, los tiempos, la ansiedad. No hay que dejar que Nacional lo atropelle. Van a querer meter al Junior en un arco como sea.

P Mucha gente cree que la ventaja es muy corta…

R Sí, obviamente que no está cerrada la llave. Se vienen 90 minutos más intensos que los que se jugaron. Van a querer arrollar, pero Junior tiene jugadores para contrarrestar eso y tiene gol, que es importante, el paraguayo está pasando un buen momento. Se puede conseguir nuevamente la estrella.

P ¿Va a observar el partido y a hacer fuerza por Junior desde Argentina?

R. Obviamente, yo siempre ando pendiente de Junior y los equipos donde jugué, mucho más ahora que está peleando la final, y encima contra el equipo con el que nosotros conseguimos la quinta estrella en 2004. Le deseo lo mejor al equipo actual. Estoy agradecido con la gente de Barranquilla, allá viví seis meses inolvidables.

Fotos archivo EL HERALDO Wálter Ribonetto en su rol actual como técnico.

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