El Heraldo
Davis y Mily cuidan a Jadis todo el día. La menor lo acompaña y le avisa a su mamá cuando algo está mal. Johnny Olivares
Judicial

“A mi hijo lo dejaron postrado en una cama y nadie responde”: madre de niño herido por bala perdida

El 15 de septiembre de 2017, Jadis Sebastián Castelar resultó herido de un impacto de bala en la cabeza cuando esperaba que lo recogieran a las afueras del colegio Sagrada Sabiduría, de la Urbanización El Parque. 

–Como que iban a atracar al esposo de una profesora y hubo intercambio de disparos. Me dicen que el niño se dio cuenta de lo que estaba pasando, y que cuando se fue a dar la vuelta, fue cuando la bala le entró por el lado derecho de la cabeza y le salió por el izquierdo. Él quedó tirado en la acera porque el impacto hizo que volara –recuerda Daivis De la Espriella, viendo con lágrimas en los ojos una foto de su hijo en el celular.

El 15 de septiembre del año anterior, Jadis Sebastián Castelar resultó herido de un impacto de bala en la cabeza cuando esperaba que lo recogieran a las afueras del colegio Sagrada Sabiduría, de la Urbanización El Parque. Según la información que ha arrojado la investigación, unos ladrones intentaron despojar de un dinero a un hombre que estaba frente a la institución educativa, y al ver que el vigilante del colegio se percató del hecho, empezaron a disparar. “Lo que son las cosas, yo siempre le decía que tenía que esperar el transporte en la puerta del colegio, que no se podía mover de ahí. Ese día la señora que lo buscaba se fue porque eran las 5:00 p.m. y ellos no habían llegado del paseo en el que estaban celebrando el día de Amor y Amistad”.

El día del tiroteo, el reporte policial indicó que “en ese momento sale el vigilante del colegio y al percatarse de lo sucedido interviene, los delincuentes le disparan, él reacciona con el arma de dotación y en el intercambio de disparos entre delincuentes y vigilante resulta el menor lesionado por una bala perdida”. 

Ese día, la vida de la familia Castelar De la Espriella se partió en dos: su hijo mayor resultó con una grave herida que no lo mató –afortunadamente, según dice Daivis–, pero que le dejó secuelas físicas permanentes. “Cuando yo llegué al colegio sentí una cosa extraña, las caras de las personas no eran iguales y no se veían los niños. Escuché que habían robado y que le habían dado a uno, le pedía a Dios que no fuera mi hijo. Nadie me daba razón de nada, ni el vigilante ni los profesores, solo una maestra me dijo que me sentara, que a mi hijo lo habían herido. Me quise volver loca”.

De acuerdo con Daivis, Jadis, que el 28 de enero cumplió 13 años, siempre estuvo consciente y se mantuvo despierto en los tres centros asistenciales por los que pasó, desde la Clínica de la Policía, donde  a las 6: 00 p.m. recibió los primeros auxilios, hasta el Hospital Universidad del Norte donde fue intervenido quirúrgicamente a la medianoche. “El neurocirujano estaba en otra cirugía. Mi hijo es un valiente, es muy fuerte porque soportó tanto y nunca desistió. Él quería vivir y lo ha demostrado, así le haya tocado soportar muchas cosas a raíz de esto”.

Jadis Sebastián quería perfeccionar el idioma japonés, que había aprendido viendo anime. Suministrada

Antes del accidente, Daivis, estilista de profesión, y sus hijos vivían en el quinto piso de una torre en Las Cayenas, cerca de donde se presentó el hecho. 

En el cuarto principal de la casa que arrendaron al frente del colegio Inocencio Chincá, por facilidad para la movilidad de Jadis y del servicio de salud en casa, organizaron una habitación especial: con una cama hospitalaria que les dio Sura –y por la que les están cobrando un copago–, y todos los elementos que necesita para su recuperación. Allí permanece acostado viendo sus programas favoritos: de anime, pues “le encanta” la cultura japonesa. En las paredes, varias carteleras con fotografías y mensajes en japonés, le dan color al cuarto. “Estas se las han mandado sus compañeritos, se pone muy feliz cuando las ve”.

Sus ojos hablan más de lo que en el futuro podría hacerlo su boca. Son tan expresivos que cualquiera entiende que él sabe lo que le pasó, que sufre y que le duele mucho la garganta, por la traqueotomía, y el estómago por la gastrotomía por donde lo alimentan con batidos que su mamá aprendió a preparar en un curso intensivo durante el tiempo que estuvo en el hospital. 

“Esto es muy duro, no solo verlo ahí acostado y con sus dolores, no por saber que casi me matan a mi hijo, que me lo dejaron postrado en una cama y que nadie responde, sino porque, además, es mucho el sufrimiento con la EPS. En Sura hay que pagar copago por todo y no nos autorizan todas las terapias que el neurocirujano José Name Guerra, con quien estoy muy agradecida, recomendó para que él pueda salir de esto. La fisioterapeuta solo viene una vez al día, cuando recomendaron tres sesiones, y no quieren autorizar la enfermera permanente”, denuncia Daivis.

En su casa solo está ella con los dos niños, pues el papá de los menores se encuentra internado en una clínica por la depresión que padece, y la cual se intensificó tras el accidente.

“Yo pido que Sura me autorice la enfermera y las terapias. El 18 de enero pusimos otro derecho de petición para ver si la asignan. Mi hija de 8 años también necesita que yo la atienda, desde que esto pasó ella ha perdido su niñez, es la enfermera de su hermano, está pendiente de todo y apenas volvió al colegio. Bañarlo y hacerle todo lo que él necesita es muy difícil porque no cuento con los conocimientos para hacerlo”, agrega. 

En el televisor los programas animados pasan todo el día. En la cama, Jadis está consciente y observando; se ríe y le responde con miradas de amor a los gestos que Mily, su hermana, le hace. Ella lo acaricia y le dice que todo va a estar bien, que debe salir adelante, y lo besa siempre.

Mily besa a todo el día a su hermano Jadis. Johnny Olivares
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