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Jonathan Daniel Castellanos continúa internado en la clínica Murillo de Barranquilla y a la espera de una remisión a un centro asistencial de su tierra natal, en el oriente del país, mientras su familia clama por justicia y medidas que garanticen la seguridad de quienes asisten a eventos deportivos en territorio nacional.

Se trata del empresario, de 30 años de edad, que resultó herido con arma blanca por barristas del Junior el pasado lunes 18 de agosto, en cercanías del estadio Metropolitano Roberto Meléndez, previo al inicio del encuentro entre el cuadro barranquillero y el Atlético Bucaramanga por la séptima fecha del Fútbol Profesional Colombiano.

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Jonathan Daniel, hincha fiel del equipo Leopardo, aprovechó su estancia en la ciudad de Barranquilla para asistir al partido en compañía de una pareja de amigos.

De acuerdo con el testimonio de su madre, Linda Marisol Aguilar Rojas, Castellanos se encontraba en la ciudad por motivos de negocios y aprovechó el día festivo para asistir al encuentro deportivo junto a un amigo y la esposa de este.

Al llegar al estadio en un vehículo de plataforma, fueron dejados a dos cuadras del escenario deportivo, en un sector donde se concentraban integrantes de una barra del Junior. “Mi hijo iba vestido con camiseta blanca, jean y tenis, no llevaba ninguna prenda que lo identificara con otro equipo. Apenas comenzaron a caminar, los rodearon y empezaron a golpearlos”, relató Aguilar.

La situación se tornó violenta en cuestión de segundos. El amigo y su esposa lograron escapar, mientras que Jonathan fue acorralado por cerca de 20 personas. “A mi hijo le dieron diez puñaladas, lo arrastraron hasta un parqueadero y luego fue trasladado en grave estado a una clínica, donde los médicos han hecho lo posible por estabilizarlo. Está bajo observación, con heridas en piernas, brazos, espalda, pecho y rostro”, explicó su madre.

Además de la agresión, la familia denunció que Castellanos recibió amenazas posteriores por parte de los atacantes, quienes se identificaron como miembros de la barra ‘Los Kuervos’. “Le dijeron que si lo volvían a ver en Barranquilla lo matarían, que esas heridas eran de guerra. Mi hijo trabaja en negocios y constantemente viene a la Costa, ahora tiene miedo de regresar”, aseguró Aguilar.

La mamá de Castellano también manifestó su inconformidad por la falta de celeridad de las autoridades. “Yo necesito que se haga justicia. No podemos permitir que personas desadaptadas sigan dañando la imagen de la ciudad y atemorizando a los visitantes. El alcalde debe pronunciarse, porque esto no puede pasar por alto”, reclamó.

Por ahora, los familiares aseguran que la Policía no ha formalizado una denuncia, mientras que la Fiscalía debe asumir la investigación para establecer responsabilidades y dar con el paradero de los agresores.

Hay que reseñar que la Policía Metropolitana de Barranquilla confirmó que en los hechos de violencia registrados en las tribunas y en las afueras del estadio Metropolitano el día lunes se presentaron seis heridos y un detenido.

Tres seguidores del equipo Atlético Bucaramanga resultaron lesionados con arma blanca, uno de esos Jonathan Castellanos, y tres policías sufrieron lesiones ocasionadas con elementos contundentes en medio de las acciones de control.

“La Policía Nacional rechaza de manera categórica este tipo de comportamientos que ponen en riesgo la vida e integridad de los asistentes, y recuerda que no se justifica por ningún motivo que por portar una camiseta de un equipo de fútbol, se generen hechos violentos que atenten contra la convivencia pacífica”, dijo el brigadier general Edwin Masleider Urrego Pedraza, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla.

La autoridad policiva confirmó que en el operativo se logró la captura de un individuo, quien fue dejado a disposición de la Fiscalía General de la Nación por el delito de violencia contra servidor público.

Pero en el caso de las víctimas de los ataques, tal y como lo mencionaron familiares, hoy es desconocido el paradero de los agresores.

Orlando AmadorClínica Murillo, centro asistencial en el que permanece el bumangués herido.