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Josefina Villarreal
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El origen de las tradiciones navideñas

La tradición del árbol, al igual que la celebración de Navidad, está relacionada con la veneración pagana por los árboles.

La Navidad es la época más esperada del calendario. Su magia, su brillo y las tradiciones que la acompañan hacen de esta temporada un espectáculo emotivo para el disfrute de las familias. 

El 25 de diciembre fue la fecha establecida por el cristianismo en el siglo III para la conmemoración del nacimiento de Jesús de Nazaret, haciéndolo coincidir con las celebraciones paganas del solsticio de invierno, propias del Imperio romano y que también tenían lugar en otras culturas, como la inca o la azteca.

Katherine Villegas, de 11 años, luego de finalizar la novena navideña, con inocencia y ternura, le pregunta a su madre: “¿Mami, por qué nos reunimos alrededor del pesebre y cantamos villancicos?”.

Aunque su madre, Katherine Benavides, ha organizado el pesebre desde hace trece años, no se había percatado que desconocía el origen de esta práctica que comparte con millones de católicos que también celebran con fervor estas festividades.

El pesebre

“El pesebre es una bendición, donde está el pesebre hay unidad familiar y armonía. Uno debe hacerlo durante siete años consecutivos para que Dios nos regale una casa. Yo empecé a realizarlo y a los quince años la obtuve”, cuenta Alba Arrieta, de Santa Ana, Magdalena, quien lleva más de 25 años elaborándolo en su hogar.

Los orígenes de esta costumbre de reproducir en imágenes el nacimiento de Jesús se remonta al siglo XIII por iniciativa de San Francisco de Asís.

El santo de la humildad y de la pobreza, en la Navidad de 1223, débil y enfermo, y pensando que tal vez aquella sería su última Navidad, ideó el ‘pesebre vivo’, en el que participaron los habitantes del pueblo de Greccio, en Italia.

Tres años más tarde Francisco de Asís murió y esta costumbre se propagó por toda Europa y América durante los siglos xvii y xviii.

El árbol

El árbol de Navidad es uno de los símbolos de esta festividad. Desde que aflora noviembre, las familias se aventuran al cuarto de San Alejo para desempolvar las cajas donde reside el preciado elemento decorativo, no obstante otras prefieren adquirir uno nuevo.

“Armarlo en familia es un experiencia muy bonita. Disfrutamos eligiendo los adornos, poniendo los lazos en las ramas y las luces”, cuenta Mónica Chagui, una barranquillera que acompañada de sus dos hijos, desde hace muchos años, tiene como plan infaltable, en diciembre, la decoración del árbol navideño. 

La tradición del árbol, al igual que la fecha de celebración de la Navidad, está relacionada con los ritos anteriores al cristianismo, en este caso a la veneración pagana por los árboles.

En Alemania apareció por primera vez en 1605 y llegó a Inglaterra y Finlandia dos siglos más tarde. En 1840 se mostró al gran público en el castillo de Windsor (Inglaterra), y las ilustraciones de la familia real británica junto al árbol lo hicieron muy popular, llegando hasta Estados Unidos. Tras hacerse famoso el árbol típico de Navidad en Europa y Estados Unidos, la tradición se extendió a toda América.

El niño Dios

“Para mí el Niño Dios es alguien sagrado que tenemos que respetar porque él también ha sido fiel con nosotros y nos trae los regalos, y así nosotros nos ponemos felices”, cuenta María Ángel Beltrán de Valencia, Córdoba.

En países como Colombia y Venezuela en época decembrina se habla del Niño Dios o el Niño Jesús, pero por influencia de la cultura estadounidense, la tradición de los regalos de Navidad está representada por otras figuras como Papá Noel, Santa Claus o San Nicolás. 

Aunque compartan nombres distintos, para los niños, todos viven en el Polo Norte y, con la ayuda de varios renos voladores que dirigen su trineo, reparte regalos durante la noche del 24 de diciembre.

El vestido rojo de papá Noel –que originalmente era verde– se popularizó luego de que la reconocida compañía estadounidense de bebidas gaseosas la utilizara en sus campañas publicitarias en 1920. 

La imagen de papá Noel había llegado a Estados Unidos en el siglo XVII procedente de Holanda, donde San Nicolás (Sinterklass) deja regalos a los niños un poco antes que en otros lugares, concretamente el 5 de diciembre.

El origen de esta figura está inspirado en el obispo San Nicolás de Myra, quien vivió en el siglo IV en lo que hoy es Turquía y, según cuenta la leyenda más popular, salvó a tres jóvenes pobres de ser vendidas por su padre dejando unas monedas de oro.

La novena y villancicos

Las novenas, como su nombre lo indica, son nueve días de preparación para el nacimiento del niño Jesús, celebración que acogen los católicos, en la cual se realizan oraciones alrededor del pesebre acompañadas de villancicos. 

“Yo todas las navidades llevo a mis hijos a la iglesia para rezar la novena. Me gusta la historia del nacimiento de Jesús y también es un espacio para que mis hijos compartan y hagan nuevas amistades leyendo los gozos”, dice Karen Córdoba de Cartagena. “La novena de aguinaldos, como todas las que se hacen en la Iglesia, es un método de oración y preparación para celebrar un gran acontecimiento. Tiene un sentido comunitario, porque une a la familia y a los amigos por medio de la oración; y también, un sentido cristológico porque nos preparamos para disponer mejor el corazón para el nacimiento de Cristo”, explica Anwar Tapias, redactor voluntario del periódico Kairós de la Arquidiócesis de Barranquilla.

En el caso de los villancicos, “su nombre proviene de la palabra villano, que eran quienes vivían en las villas. Gente sencilla y humilde que en forma de cantos cortos expresaban su fe y que fueron muy populares en la Edad Media. La fe se expresaba de esta forma por medio de la piedad popular, y se fueron escribiendo villancicos muy conocidos, hasta el popular Noche de Paz, creado por un sacerdote católico”, agrega Tapias.

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