Cuando Hortensia Pérez se mira en el espejo ve surcos en su rostro que antes no estaban. Alrededor de sus ojos y labios han aparecido pequeñas arrugas que poco a poco han ido colonizando su cara y cada vez están más pronunciadas. Su cuerpo también ha cambiado, el ejercicio que hace cada mañana ya no es suficiente para combatir la flacidez de sus muslos. Las cremas tampoco disimulan las manchas que eclosionan en la piel de su pecho cuando toma un poco de sol y por más tintes o tratamientos, su cabello está cada vez más encanecido. No hace mucho tiempo era la más bonita de la escuela, pero en sus palabras, los años llegan como un 'huracán' desacomodando todo.
Su reflejo en ese pedazo de cristal le recuerda insistentemente el paso avasallador del tiempo, sin embargo, para ella, la belleza es tan efímera que no puede ser la 'esencia de nadie'.
'Estos cambios duelen. Sentir sobre nosotros el paso del tiempo es duro, pero es un transito natural de la vida', dice.
La vejez en la mujer siempre ha sido un tema espinoso por estereotipos sociales que satanizan ese proceso de la vida en un culto a la eterna juventud. Este tema sensible del que se habla tan poco, hace parte de una cruda reflexión de la actriz Margarita Rosa de Francisco en su más reciente columna de El Tiempo en la que dice sentir culpa o vergüenza de envejecer.
'Sí, estoy envejeciendo, ya sé. Me conmueven aquellas personas que me lo gritan con esa frustración infantil, como si yo, que me despierto conmigo misma y me miro al espejo todos los días, no me diera cuenta', inicia su narración.
'En esta sociedad colombiana de machos y reinas, la mujer catalogada como bella durante su juventud debe sentir vergüenza de su vejez. Sí, la palabra ‘debe’ es precisa. La mujer bella se queda con la deuda de ser y permanecer joven. Si ella representa ese cliché tan empalagoso que es ‘la belleza de la mujer colombiana’, también necesita prepararse para expiarlo. Perdonar el tiempo en la cara y en el cuerpo de una mujer ni siquiera es un reto para este pueblo desesperanzado, y menos si ese cuerpo y esa cara fueron carne de consumo para sus fantasías de telenovela'.
Margarita, quien además fue reina de belleza, señala en la columna que al ser una figura pública esa presión social se hace más fuerte porque su 'cuerpo ha sido una construcción destinada a ser validada por otros, y no un objeto de apropiación'.
Para la doctora en Psicología, magister en Estudios Políticos y docente de la Universidad de la Costa, Aura Cardozo, la columna es un ejercicio reflexivo, fuerte, valiente y reivindicativo que le abre las puertas a un debate pertinente.
'Se trata de entender que cada etapa de la vida es una construcción continua. Vivir la vejez en la medida en que la sociedad valora la juventud es muy difícil, pero los 30 o 40 de la actualidad no son los mismos 30 o 40 de nuestros padres y esa es una ganancia para nuestra época. La madurez genera ansiedades y angustias, pero es un proceso de aceptación y reconocimiento, sobre todo, cuando existen modelos de belleza como la delgadez o la estatura. Los preadolescentes tienen crisis porque no quieren dejar de ser niños, en la premenopausia ocurre algo similar porque es un proceso de transición', expresa.
La sociedad
Para la socióloga y doctora en Antropología, Matilde Eljach, investigadora de la Universidad Simón Bolívar el tema de la vejez es muy simple pero a la vez muy compleja. Simple porque forma parte de la vida, y complejo porque 'es una vana ilusión pretender permanecer con las mismas calidades y cualidades de la infancia, adolescencia o la primera y segunda juventud'.
'La vejez es una etapa inexorable de la vida. Tiene unas características que la mayoría no quiere aceptar, pero no lo hacen porque no aceptan lo que es la vida en toda su dimensión, su integralidad y complejidad. Enfrentar la vejez es un problema cultural, es una construcción social porque nuestra sociedad consumista, cortoplacista e inmediatista no la acepta, debido a que lo que vende es la belleza y la juventud'.
Para Dayana De la Rosa Magister en Filosofía y coordinadora del programa de Filosofía de la Universidad del Atlántico y docente con estudios en género, el rol de la mujer en la sociedad ha cambiado hace dos o tres décadas.
'El análisis que se hace desde las teorías filosóficas feministas y el feminismo en general es que las mujeres en Colombia no eran mujeres, sino madres o esposas. En ese sentido, pasaban de ser madres a ser abuelas (lo fueran o no), la aparición de la menopausia o las canas les indicaban que no podían dedicarse a algunas actividades, incluso sexuales'.
Para De la Rosa, lo anterior explica porque algunos hombres después de los 50 años buscaban amantes o abandonaban a su esposa por mujeres más jóvenes.
'Entre otras cosas, ellas sentían que estaban muy viejas para tener relaciones sexuales. Esto estaba asociado a unos imaginarios culturales en los que la mujer no tenía vida a esa edad, sino para criar a los nietos. Esto empezó a cambiar, hoy en día muchas mujeres ya no quieren envejecer', apunta la docente.
Casos
La actriz barranquillera Rita Bendek concuerda en muchos aspectos con la antes mencionada columna de Margarita Rosa De Francisco, pues es un reto para la sociedad desmitificar la vejez femenina.
'Todavía en la menopausia las mujeres tenemos cerca de un 40% de vida por vivir. Me parece muy bien que se hable de este tema, siempre conversamos sobre la prejuventud pero no hablamos nunca de la prevejez. Los años se pueden asumir bien o mal. Llega un momento en la televisión en el que tienes que ser la mamá, no hay papeles ni nadie escribe para casos de mujeres mayores, el trabajo es más escaso y competitivo. A estas alturas de la vida me ha tocado repensarme, y buscar alternativas con mi creatividad', expresa.
Para Rita esta situación no ocurre exclusivamente en la actuación o en Colombia.
'Hay grandes actrices pasando por lo mismo, de hecho, ellas han tomado un papel un poco más activista. Entre ellas está Reese Witherspoon, Jane Fonda y muchas otras. En mi caso yo me siento mucho más lúcida, más empoderada, más fuerte, más segura a esta edad. Tengo ganas de hacer una película, de escribir un libro, de irme a estudiar idiomas'.
Soledad Leal, de 57 años, es directora de Posgrados de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Autónoma del Caribe. Ella, en lugar de plasmar su opinión desde las humanidades, su análisis viene desde su caso personal.
Hace 13 años Soledad tiene un compañero sentimental 21 años menor que ella. La diferencia de edades con su pareja le ha hecho blanco de cuestionamientos y críticas. Para ella, en la actualidad, la vejez es un problema más social que biológico.
'Las mujeres en la antigüedad no trabajaban sino dependían absolutamente del hombre con quién se casaban. Por tanto debía ser un hombre ya establecido, con propiedades, que pudiera mantenerlas. Eso era estar bien casada. Ahora somos independientes económicamente pero la tradición se conservó como regla social. Si el hombre es menor quiere decir que está por interés. No sabemos aún qué hacer con la vejez. Toda la industria alrededor de cómo mantenerse joven, cremas, gimnasios, cirugías. Pero si lo ejerces te dicen que no aceptas los años… es una paradoja'.
Soledad dice que suele cuestionarse a sí misma sobre si realmente es 'como dicen los demás' y debe someterse a las tradiciones sociales.
Señala que, por ejemplo, Amparo Grisales le reclaman por no querer ser vieja y ejercer como vieja. 'Al tiempo es un contrasentido: ella parecería tener pánico a ponerse vieja delante de todo el mundo y reta a demostrar que no lo está. Entonces su discurso —sin advertirlo— reafirma que hay que mantenerse joven porque es el único valor de cambio y de uso que se admite como mujer. Creo que hay mucho de que no nos consideramos iguales a pesar de lo mucho que hablamos y creemos que lo único que tenemos para ofrecer es nuestra juventud. Ellos ganan, en una sociedad tradicionalmente machista'.
Para la socióloga Matilde Eljach la belleza está en todas las edades.
'Está en el niño que nace, en el adolescente que está en transición, en el hombre y mujer adultos y en la sabiduría de la vejez. La vejez hace parte de la curva biológica. Lo que genera una abuela es diferente a lo que genera una modelo porque es otra etapa, es otra forma de comprendernos. Es un problema de aprendizaje, de cambio de estructuras sociales, mentales y políticas. Se trata de asumir la vida en todas sus dimensiones'.
Bertha De Carbonell tiene 72 años. Es una veterana de la televisión que empezó a hablar de futbol en una época en la que para una mujer esos temas eran impensables.
Sus arrugas y sus canas son sus trofeos. Dice haber vivido a plenitud las diferentes etapas de su vida y viendo en retrospectiva no tiene el más mínimo deseo de regresar a otros años.
'Cambio la lozanía de mi piel por esta sabiduría. Vivo con alegría y orgullo mis años. Todavía trabajo hablando de futbol, estoy segura que después de 25 años en la televisión nadie mira mi físico sino las opiniones que doy con firmeza y responsabilidad'.


