Por Hernando Olivares
Especial para EL HERALDO
Hace pocos días Ethan Coen estuvo en Colombia y quedó deslumbrado con la magia de Macondo. El inventivo cineasta estadounidense famoso por escribir fantásticas historias para el celuloide no podía creer lo que veía a su alrededor.
Coen quedó sorprendido con las esbeltas morenas que bajo el sol inclemente sostienen en sus cabezas enormes palanganas repletas de deliciosas frutas, también de la gente que sin conocerse se reúne espontáneamente en el centro de la ciudad para debatir el resultado de un partido de béisbol o la última metida de pata de Donald Trump. Ni qué decir del restaurante ubicado al lado de una cárcel, donde la comida es servida por reclusas que aún pagan condena.
'Todo allí resulta muy asombroso. Pensé que todas las cosas que había escuchado sobre Colombia eran producto de la imaginación de García Márquez, pero ahora veo que no es así', confesó el cineasta que voló desde Nueva York hasta Cartagena para recibir el homenaje que le ofreció el Festival de Cine.
Aunque entre Macondo y la Gran Manzana hay más de dos mil millas de distancia, lo cierto es que entre la literatura de Gabriel García Márquez y las películas de Coen existe un montón de coincidencias. Como cualquier relato del Premio Nobel colombiano, las producciones del cineasta se caracterizan por poseer tramas complejas que dan cabida a situaciones extravagantes y personajes excéntricos.
Algunos de los antihéroes que nutren las cintas de Coen parecen arrancados de algunas de las páginas de las obras de García Márquez. De esa galería forman parte Karl Mundt, en Barton Fink, Anton Chigurh, en No country for old men, Marge Gunderson en Fargo, pero también Jeffrey en The great Lebowski.
'He leído poco a García Márquez, solo conozco Cien años de soledad, pero cuando leí esa novela en la universidad me gustó mucho', comentó el cineasta de ascendencia judía en diálogo con EL HERALDO.
'Pienso que las historias ahí contadas tienen un gran potencial cinematográfico', agregó.
Más que un elogio, las palabras del cineasta que ha escrito una treintena de fabulosas historias para la gran pantalla, parecen reflejar la franca opinión de alguien que se ha inspirado en las novelas de Dashiell Hammett y Raymond Chander para crear fascinantes relatos fílmicos.
Un cineasta con alma de literato
Además de filmar guiones cinematográficos, Coen también ha incursionado en géneros literarios como el cuento y la poesía. En 1998 el autor presentó su libro de cuentos Gates of Eden que recibió elogiosos comentarios de los críticos neoyorquinos. Poco más tarde, publicó los poemarios The drunken driver has the right of way y The day the world ends y algunas obras de teatro.
'Me encanta escribir, es un impulso que no puedo evitar ni explicar', reveló el cineasta de 61 años residente en Manhattan. 'Escribo desde que tengo memoria, cuando aún era un chiquillo'.
Al ser criado y educado por dos profesores universitarios, el inquieto mozuelo se vio muy expuesto desde temprana edad a las tentaciones de la literatura. Mientras estaba en la escuela primaria, junto a su hermano Joel, Coen escribió su primera obra literaria, The Flag Street Sentinel, un diario que vendían a un centavo, pero que solo tuvo dos ediciones.
Al parecer, la literatura fue el primer camino que Coen transitó para escapar del largo y tedioso invierno que azotaba a su Minneapolis natal en sus años de infancia. La otra vía de escape sería el cine. El cineasta no oculta la fascinación que sentía y aún siente por las películas de Federio Fellinii, las aventuras de Tarzán y las comedias de Jerry Lewis.
'Recuerdo que pasábamos muchas horas viendo televisión, pero disfrutábamos mucho más cuando nuestros padres nos llevaban a las funciones doble de cine', confesó el cineasta que junto a su hermano Joel ha escrito, dirigido y producido 18 películas.
A las concebidas estrategias para combatir el aburrimiento invernal, Coen pronto sumó otra herramienta: una cámara súper 8 para hacer películas.
El título más recordado de aquellos años mozos es Henry Kissinger: A man on the go, ácida radiografía del polémico político estadounidense. Entre esa travesura fílmica ocurrida al inicio de los 70 y Blood simple, su primer largometraje, pasaron menos de 15 años.
El largo camino recorrido por Coen desde aquel remoto debut hasta su reciente filme The balad of Buster Scruggs está pavimentado con 25 maravillosas películas.
A simple vista, él parece no haberse dejado contagiar por la enfermedad de la fama. A pesar de tener en su bolsillo cuatro premios Oscar, cuatro Palmas de Oro, dos BAFTA, y un Globo de Oro, el cineasta se comportó en Cartagena como cualquier ciudadano común y corriente.
De mano de su esposa, la montajista Tricia Cooke, el cineasta caminó por las calles empedradas del Corralito de piedra, disfrutó del colorido paisaje tropical y se deleitó con la exuberante gastronomía caribeña. También conversó de tú a tú con el público y hasta se tomó selfis con sus fanáticos.
'Cartagena es una ciudad mágica, nunca había conocido un lugar así', agregó. 'Sería maravilloso poder filmar una película allí'.
Hernando Olivares es un periodista y profesor universitario barranquillero residente en Estados Unidos. Enseña en Broward College y escribe para The Sun-Sentinel, Sur de la Florida.


