Al igual que en Popayán y Mompox, en el municipio de Tolú, puerto turístico de Sucre, se celebra la Semana Santa más tradicional del Departamento.
La Hermandad Nazarena, una comunidad religiosa con 460 años de tradición, es la encargada de esta celebración que hace de Tolú, para esta fecha, no solo un destino turístico por playa, brisa y mar, sino también un destino religioso.
De hecho, es una de las 11 poblaciones de Colombia que forma parte de la ruta turística de la fe, declarada así por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Los actos de representación popular y la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús con ritos ancestrales marcan la diferencia en la Semana Santa de los toludeños que, al decir de muchos, es apreciada, incluso, por los que ya se fueron y se resisten a perdérsela.
José Alejandro Carrillo Meza, magister en Educación Intercultural, directivo del Fondo Mixto de Cultura de Sucre e historiador de Tolú, asegura que alrededor de la Semana Santa de su pueblo está la leyenda de los nazarenos ausentes, y la resume como la aparición de aquellos que ya fallecieron, que integraban la Hermandad Nazarena y regresan en esta celebración, en especial, en la procesión del Viernes Santo, más conocida ‘de la Soledad’, que parte del templo a las 12:00 a.m. y marcha al compás de una trompeta que entona una melodía que simula un escenario lastimero y doloroso.
Aunque los nazarenos ausentes han sido vistos en esta fecha, Carrillo asegura que no es una leyenda propia de la Semana Santa, sino de la región, porque Tolú fue 'considerado el pueblo por donde ingresó la brujería y el demonio a América'. Ello se debe a las prácticas de hechicería en la época de San Pedro Claver en plena Inquisición.
'Se dice que Tolú fue el epicentro de brujas del Caribe colombiano y hay una tradición de mitos y creencias sobre este tema que se incrementan en la Cuaresma y se acentúan en Semana Santa. Tanto es así, que desde tiempo atrás se comenta de la aparición de las almas de los nazarenos difuntos que no alcanzan a cumplir sus promesas con el Cristo nazareno toludeño y regresan del más allá para aparecer los Jueves y Viernes Santos', anota Carrillo.
El cultor advierte que los nativos más longevos son conocedores de esta historia y siempre han creído que con el paso de los años estas apariciones se van a acentuar, generando temor, realismo mágico y una atmósfera de misterio alrededor de la religiosidad y la cultura en Tolú.
Situación que corrobora Pedro Pablo Castillo Buelvas, el nazareno mayor de la Hermandad, quien precisa que los que han fallecido se aparecen, muchas veces, en las esquinas, en los escenarios donde ellos están concentrados y en la fila. Cuando esto último ocurre, 'es necesario que el sacerdote intervenga y ore para que ese nazareno que ha llegado se vaya'.
Este ritual es público y el nazareno mayor recuerda que la última vez que lo practicaron fue hace diez años. Los nazarenos ausentes vienen, sin embargo, todos los años sus familiares y amigos los ven caminar rumbo al templo parroquial con velas encendidas en la mano.
'Tengo un amigo que hace un año vio a un primo hermano mío ya fallecido, y otra señora vio y sintió la presencia de una nazarena. Eso es algo normal entre nosotros que vivimos esta tradición con mucho fervor', anota el nazareno mayor, quien aclara que para asegurarse de que no falta ningún nazareno del más allá entre ellos, se deben contar en cada esquina. Por eso, es que el nazareno va muy concentrado en su procesión y no permite que nadie se meta en la fila.
José Carrillo considera que la modernidad y sus avances han mermado esta creencia, pero entre los miembros de la Hermandad Nazarena se mantiene tan viva que ellos en Semana Santa no andan solos, sino en parejas, para evitar que un nazareno del más allá aparezca y eso les cause escalofríos, fiebre, dolor de cabeza y sensación de un estado emocional que raya en el desequilibrio.
'Quienes han visto estas apariciones reconocen en ella a personas que estuvieron vinculadas a la Hermandad Nazarena y que llegan a hacer su aporte a la Semana Santa', señala Carrillo, al tiempo que rememora la aparición de su vecina Rita Montes, quien era una fiel nazarena que se vestía de morado y a quien sus nietos la vieron atravesar, el Viernes Santo, con un velón en la mano, la calle por donde vivía. Sus nietos, relata el gestor cultural, quedaron en shock y sin voz.
En ese entonces, añade Carrillo, la parroquia en la que se congregan participó en el ritual con agua bendita, pero sobre esta leyenda de los nazarenos ausentes, el padre Édgar Salcedo, párroco de Tolú, sostiene que nunca ha presenciado una situación así, pero sí ha escuchado a los nazarenos, a quienes les reconoce el fervor con el que viven y organizan la Semana Santa, hablar de esto.
Una nazarena que podría venir
Carrillo y Castillo coinciden en que una de las nazarenas que puede venir en esta Semana Santa es María Alejandrina Sanmartín, quien falleció a finales de la semana pasada a los 105 años, 90 de ellos los dedicó a la hermandad. Era la única mujer que vestía con los atuendos de los hombres, y para eso pidió permiso al entonces nazareno mayor, Lucio Ayala.
'Se vestía de blanco y no de morado porque cuando niña sufrió una especie de muerte súbita y desde entonces pidió consagrar su vida a Jesús de Nazareno. Su atuendo era destruido con ripios para simular el escarnio que sufrió Cristo. Ella era un ícono en la Semana Santa de Tolú, era el personaje salido de lo normal en la Hermandad. Además de que sus rasgos negros, su estatura y su gran masa corporal la hacían más imponente en el escenario de la Semana Santa', detalla Carrillo.
El nazareno mayor cree que Pedro González, quien dedicó más de 60 años a la Hermandad y falleció a principios de este año, también se aparecerá.
Lo cierto es que estos dos narradores de la leyenda de los nazarenos ausentes creen conveniente que, desde el más allá, se aparezca el mayor número de nazarenos posible para ver si, de esta forma, los toludeños 'se aconductan', se aferran más a la tradición y mejoran las relaciones interpersonales, como alguna vez lo dijo el hombre al que siguen: 'amaos los unos a los otros, como yo os he amado' (Juan 13,34).


