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De acuerdo con el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), desde 1990 el número de personas subalimentadas en todo el mundo ha descendido en 216 millones, lo que equivale al 21,4%. Para Latinoamérica, la reducción fue de casi un 50%, es decir que hoy 34 millones de personas están subalimentadas.

Estos avances han venido acompañados de un contexto de crecimiento mundial, donde la población aumentó en más de 1.900 millones de personas y mantiene la tendencia. La lucha por este derecho fundamental aún tiene muchos desafíos. De hecho, todavía hoy 9 de cada 10 personas en el mundo aún no cuenta con los alimentos necesarios para gozar de una vida activa y saludable.

La disponibilidad de ingresos es uno de los primeros pasos para garantizar la disponibilidad de alimentos, y si bien la mayoría de naciones han encontrado un vínculo ideal entre el crecimiento económico y los problemas sociales, como la reducción de la subalimentación, este crecimiento aun no es inclusivo y no ofrece oportunidades de mejora para todos los miembros de la población.

Valeria Bruges, economista de Uninorte, planteó en su trabajo de grado un análisis de la relación de las características socio demográficas con el estado de seguridad alimentaria en los hogares del departamento de La Guajira, el más crítico en seguridad alimentaria infantil a nivel nacional. Sus resultados dejan en evidencia que el aumento de la productividad y los ingresos de los hogares son clave para lograr progresos.

El caso de Colombia

Recientemente el Programa Mundial de Alimentos catalogó a Colombia como el país más atrasado de la región en el cumplimiento del objetivo del milenio relacionado con erradicación del hambre. Según la última Encuesta de Situación Nutricional, ENSIN, aplicada en 2010, uno de cada 10 niños y adolescentes de 5 a 17 años presentan retraso en el crecimiento, y aproximadamente el 43% de los hogares colombianos presenta inseguridad alimentaria (ISAH), 1,9% más de hogares que en 2005.

La Región Caribe sobresale sustancialmente, con más del 58% de los hogares con cierto grado de inseguridad alimentaria. Es la región que mayor incremento en inseguridad presentó entre la ENSIN 2005 a la de 2010. Solo La Guajira, el más crítico del país, mantiene una tasa de mortalidad de 45 menores de cinco años por cada 1000, cercana a la cifra de Ruanda, en el continente Africano.

Para Mariela Borda, docente de Uninorte, la principal gravedad actual del estado de seguridad alimentaria y nutricional del país es su alta heterogeneidad. 'En Colombia se evidencia el impacto de las inequidades sociales y económicas entre clases económicas de una comunidad, diferentes grupos étnicos, por regiones, departamentos, municipios y corregimientos del país', dice.

Socioeconomía

En Colombia, la disponibilidad de alimentos no resulta ser el mayor problema de la seguridad alimentaria.

La situación se dificulta por sus características estructurales y cualitativas.

'La disponibilidad no asegura el acceso y aunque los alimentos pueden estar disponibles, no todos los hogares tienen las condiciones socioeconómicas para adquirirlos', comenta Bruges.

En el país la inseguridad alimentaria persiste por el resultado de los fracasos del desarrollo. La pobreza es una de las principales fuentes de inseguridad alimentaria crónica. La gente con mayor escasez de recursos no dispone de medios suficientes para asegurar su acceso a los alimentos.

El estudio de Bruges encontró como factor fundamental la relación existente entre ingresos, condiciones educativas y sexo, especialmente del jefe del hogar, como elementos para evaluar el nivel de inseguridad alimentaria. Por ejemplo, tener educación secundaria aumenta en un 0,4% la probabilidad de que un hogar sea seguro alimentariamente. Efecto que se ve reflejado, en parte, por la obtención de mayores ingresos y mayores alimentos para el consumo.

En general, el aumento de los ingresos de las familias que tienen miembros con desnutrición puede mejorar su acceso a los alimentos y su bienestar nutricional, que está influenciada por múltiples factores: tipos, cantidad y diversidad de los alimentos consumidos.

Las políticas de seguridad alimentaria deberían no solo apuntar a proporcionar y garantizar que los hogares tengan una adecuada ingesta alimentaria, sino también enfocarse en prevenir el riesgo de convertirse en hogares deficiente alimentariamente por falta de recursos. 'La definición de la política de seguridad alimentaria del país se debe enfocar frente al desarrollo del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional', resalta Borda.

¿Cómo mejorar la seguridad alimentaria?

En el mundo se ha demostrado que programas de asistencia social, especialmente si se combinan con intervenciones adicionales en los ámbitos del abastecimiento de agua potable, salud y educación, mejoran los resultados nutricionales. En el país, los esfuerzos consagrados en el CONPES Social 113 se centran en la reducción de la desnutrición global en niños menores de 5 años, por medio de los programas de Instituto Nacional de Bienestar Familiar.