La derrota estaba cerca. Parecía que todo estaba perdido para Junior. El imparable reloj amenazaba con el pitazo final del árbitro y los once jugadores del Atlético Huila eran soldados atrincherados que defendían a sangre y fuego su portería. No se veía una forma clara de perforar la retaguardia local, la aspiración de victoria se apagó y la esperanza de empate se desinflaba hasta que Yimmi Chará, en el último minuto, frotó la lámpara y zas… ¡Golazo! ¡Marcador definitivo 1-1! ¡Liderato en la Liga! ¡Primer lugar en la tabla de artilleros!
Chará, que se mantiene en la cima de los goleadores de la Liga con siete anotaciones, salvó a los tiburones de sucumbir ante los opitas y los mantuvo en la punta de la tabla de posiciones, ayer en el estadio Guillermo Plazas Alcid, de Neiva, en la octava jornada de la Liga Águila II.
Huila, que se había puesto en ventaja a los 13 minutos del primer tiempo, a través de un cabezazo de Franco Boló, en un parpadeo de David Murillo y en general de toda la defensa rojiblanca en un cobro de pelota quieta, recibió castigo a su propuesta ultra conservadora en esa inspiración de Chará en el último suspiro.
El atacante vallecaucano, que viene haciendo méritos para ser convocado a la Selección Colombia, ratificó su condición de jugador mágico que es capaz de cambiar el rumbo de un partido en un abrir y cerrar de ojos, aunque no haya nada por aquí y nada por allá, como le sucedió a Junior ofensivamente durante la mayor parte del juego.
Los rojiblancos eran incapaces de quebrar la resistencia del cuadro huilense, que después del tanto que se encontró, se dedicó única y exclusivamente a proteger el arco de Bréiner Castillo. El experimentado arquero lideraba el impenetrable escudo anfitrión y estuvo atento a cualquier filtración, como el potente remate de zurda del uruguayo Matías Mier.
El volante charrúa, sorpresa en un onceno titular que dejó por fuera a Víctor Cantillo, no ofreció mayor desequilibrio por la izquierda. Tampoco aportaban demasiado Teófilo Gutiérrez y Roberto Ovelar, que volvió a recibir la confianza del cuerpo técnico.
Sebastián Hernández no se vio muy enchufado hacía extrañar a Cantillo, mientras los laterales salían poco y sin la decisión necesaria. En medio de ese divorcio de las distintas sociedades, Junior llevaba la iniciativa del juego y era dueño de la pelota hasta el borde del área local, donde surgía la imprecisión o aparecían los escuderos del Atlético Huila repeliendo cualquier ataque.
Ante esa falta de profundidad que exigía un jugador como Jarlan Barrera, salvador de una situación similar el sábado pasado ante Envigado, Arturo Reyes y Dulio Miranda, técnicos encargados del equipo ante la ausencia de Julio Comesaña, que reposaba en una habitación del hotel Dann Carlton de Barranquilla tras someterse exitosamente a un cateterismo, apelaron a Víctor Cantillo y luego Léiner Escalante.
Cantillo llegó con su calidad a brindar claridad en la salida y concepción de las jugadas. En una de sus intervenciones lanzó un pase quirúrgico entre líneas que David Murillo no logró aprovechar. Escalante dio oxígeno y un poco de chispa por la izquierda, pero seguía faltando más.
¿Y Jarlan?... Solo faltando 15 minutos para el colofón del juego, entró a la cancha en lugar de Teófilo. ¿Teófilo? Sí, el mismo, que al igual que Chará puede resolver un partido de un momento a otro, abandonó la cancha para darle entrada al zurdo volante samario, que no tuvo mucho tiempo para asociarse y brillar. Aún así puso un pase excepcional que dejó mano a mano a Ovelar, pero el paraguayo protagonizó una definición de fútbol americano y envió el balón a las nubes.
Se esfumaban los minutos y las posibilidades de igualar hasta que el show de Yimmi salvó al minuto 90+3.