El Heraldo
Los siete representantes de la etnia wayuu posaron junto a otros competidores de la Primera Válida del Torneo Nacional de kitesurf. Cortesía
Deportes

Los wayuu reinaron en el lago Calima

Siete jóvenes de la etnia participaron en la Primera Válida Nacional de Kitesurf que se llevó a cabo en este lugar del Valle del Cauca. Se trajeron varios trofeos y unas ganas inmensas de competir a nivel internacional. 

La piel cobriza de siete jóvenes wayuu reinó en la Primera Válida Nacional de Kitesurf que se llevó a cabo en el lago Calima, lugar donde existen los mejores vientos de América y los terceros a nivel mundial.

Navegar en este sitio turístico del Valle del Cauca era el sueño de cada uno de ellos, y lo lograron después de sortear muchos obstáculos que solo fueron una motivación más en esta gran aventura.

El 25 de abril salieron del Cabo de la Vela, el territorio de sus antepasados y donde crecieron sintiendo el mar como un integrante más de sus familias, para ir en busca de lo que finalmente obtuvieron: varios trofeos que se ganaron gracias al  talento que tienen al practicar este deporte.

“Llegamos muy contentos al Cabo porque alcanzamos mucho más de lo que nos imaginamos”, manifestó Nelson Gómez en diálogo con EL HERALDO.

El joven indígena tiene 18 años y desde los 14 está practicando el kitesurf, deporte náutico y extremo que se ha convertido en su gran pasión, tanto que en estos momentos es uno de los más experimentados instructores que hay en este sitio turístico de La Guajira. Fue el primero en hacerlo y después se fueron uniendo otros, hasta llegar a unos 20 que actualmente dan clases a los turistas que llegan de todas partes del mundo.

Patrocinados

Explica que participaron en la competencia con el patrocinio de la Liga de Bogotá, ya que en territorio guajiro no existe una liga para este deporte. “Fue uno de los dueños de la escuela aquí que habló con un amigo que trabaja en la liga y le comentó que tenía unos buenos navegantes que podrían participar, pero que no tenían recursos para asistir al evento”, explica.

Así fue como les dieron la oportunidad a los wayuu de demostrar todo lo aprendido en ese bello mar Caribe que circunda la comunidad donde viven y donde los oficios tradicionales son los relacionados con la pesca y el pastoreo, pero que no fueron escogidos por ellos, tal como sí lo hicieron sus padres y tíos.

Eloetto y Kiteaddictcolombia fueron las escuelas que los ayudaron en todos los trámites, la consecución de los recursos y los patrocinios. “También se unieron muchas otras personas que nos ayudaron a las cuales les agradecemos”, dice Nelson, lamentando que ninguna de esas ayudas llegara del nivel institucional o de alguna empresa privada de La Guajira.

Afirma que a ellos también les tocó poner algo de dinero, pero a pesar de eso no les alcanzó para los costosos equipos que se requieren para la práctica del kitesurf que incluye una cometa, un arnés, una barra de dirección, la tabla, cuerdas, casco, chaleco salvavidas y un traje de neopreno.

Afirma Nelson que el valor de estos oscila entre los 1.300 y 1.500 dólares, sin incluir algunos de los elementos básicos.

“Ese fue otro obstáculo que logramos superar”, aseguró Francisco De la Espriella Matute, joven de 21 años de edad que participó en la válida.

Explica que consiguieron tres equipos que, además de no ser los precisos para sus tallas y alturas, debían turnarse durante la competencia. Cuando uno terminaba, se lo quitaba y se lo prestaba al que seguía en el turno y así lograron participar todos en las carreras.

“Con el viento suave nos iba bien, pero cuando venteaba mucho si era difícil”, precisaron Nelson y Francisco.

Sin embargo, las enormes ganas de salir de La Guajira, competir en otro lugar, mostrarle al mundo lo que aprendieron en el Cabo de la Vela y las ganas de navegar en el lago Calima, pudieron más que esos grandes trajes. 

“Nos tocaba aceptarlos o no íbamos al campeonato, así que nos decidimos y fuimos”, expresó Nelson, quien quedó cuarto en la categoría avanzados entre 16 corredores.

Francisco, por su parte, obtuvo el octavo lugar en la categoría intermedia, enfrentándose también a 16 competidores.

Nelson Gómez, uno de los siete jóvenes wayuu que participó en la válida del Torneo Nacional.

Beto venció el miedo

Cuando tenía 12 años, Adalberto Beto Gómez Epieyu, hermano de Nelson, trabajaba en una tienda del Cabo de la Vela y Martín Vega, el dueño de una escuela de kitesurf, cada vez que llegaba a comprar le proponía enseñarle a surfear, pero él le temía a montarse en una de esas cometas que veía a diario.

“Un día decidí probar y cuando estaba dentro del mar se me quitó el miedo enseguida”, asegura este joven de 17 años, quien ha competido a nivel nacional seis veces y quedó en el tercer lugar en la categoría de avanzados durante el torneo en el lago Calima.

“Para mí fue una experiencia increíble porque nunca había ido a este lago, aunque nos dio duro el clima porque hacía mucho frío y aquí en el Cabo estamos acostumbrados al calorcito”, manifestó Beto entre risas.

Su hermana Carolina, de 15 años, ocupó el tercer lugar en la categoría juvenil femenino, un gran logro para ella porque apenas tiene cinco meses de estar practicando el deporte. 

“Fue muy emocionante, aunque sentí algo de temor por el clima, ya que nunca había salido del Cabo”, expresó ‘Caro’.

Sus primos Narciso Ipuana, de 20 años, quedó en tercer lugar de la categoría intermedio, Rafael Kayuya Ipuana, de 17 años, fue el ganador del primer lugar en la categoría juvenil masculino y Rafael Ipuana, de 18 años, fue el que ocupó el quinto lugar en la categoría de avanzados.

El kitesurf se ha convertido en la pasión de Beto Gómez.

Competir en el exterior

Cada uno de estos jóvenes wayuu tiene muy claro lo que quieren en el futuro y es competir en kitesurf a nivel internacional representando a Colombia.

También tienen muchos deseos de estudiar. Por eso siguen trabajando como instructores y tratan de ahorrar el dinero suficiente para comenzar una carrera universitaria.

Francisco quiere ser un ingeniero mecánico, Nelson desea estudiar idiomas, aunque ha aprendido algo de inglés con los turistas que reciben clases en el Cabo, y Beto desea terminar el bachillerato, después de haberse retirado por varias razones. Carolina, por su parte, quiere ser una médica, además de instructora de kitesurf.

“Queremos salir, conocer otros países, muchos lugares donde demostremos todo lo que sabemos y lo que hemos aprendido”, manifiesta Nelson con esperanza de recibir el apoyo que necesitan para lograrlo.

Mientras tanto seguirán dando clases a los turistas en el Cabo de la Vela, un espacio propicio para este tipo de deportes náuticos por el viento que casi todo el año se pasea por ese bello lugar de La Guajira. 

Además porque las aguas son poco profundas y muy planas, un requisito indispensable para practicar el kitesurf, el deporte de estos wayuu.

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