Fue inevitable extrañar a Miguel Borja en Montevideo. El cordobés, que salió lesionado el domingo anterior con el Gremio de Brasil, ha sido el delantero que más se ha hecho notar en el último tiempo en la Selección Colombia.
Su movilidad, su coraje, su carácter y su potencia marcaron diferencia en la Copa América y en los últimos compromisos de Eliminatoria al Mundial de Catar-2022.
Sin el autor de los dos goles del triunfo 3-1 ante Chile en Barranquilla, se perdió contundencia. Pero más allá de la ausencia de Borja, el problema de Colombia estuvo en la creación, en la elaboración. Falcao García, Rafael Santos Borré, Róger Martínez y Duván Zapata no tuvieron un amplio surtido de pases. Solo el atacante del Atalanta contó con una nítida situación para marcar.
El combinado patrio no tuvo profundidad ni penetración con sus laterales ni con los extremos, a excepción de la fuga que protagonizó Luis Díaz por izquierda y que concluyó con la opción despilfarrada por Zapata.
Colombia resistió en Montevideo de la mano de David Ospina y con el escudo de Yerry Mina y Carlos Cuesta, quien nuevamente tuvo una alta calificación, como en su debut en el duelo ante los australes en el Metropolitano.
A Cuesta no le pesó jugar por la izquierda (habitualmente lo hace por la derecha) y se entendió con Yerry Mina. Lástima que hubo déficit en la creación y el ataque.


























