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Jesús María Villalobos Lobo (16 años) murió persiguiendo el sueño que lo desvelaba: ser pelotero de las Grandes Ligas. Por eso hace dos años decidió irse a vivir con su compañero Ramiro Soto a un apartamento de Delray Beach (Florida) a 84 kilómetros de Miami para dedicarse solo a jugar béisbol y terminar sus estudios secundarios.

A las 2 de la tarde del pasado martes decidió atravesar el Linton Boulevard cerca de la calle de 10 del suroeste de la ciudad ubicado en el Condado de Palm Beach a pie, por el mismo lugar donde el tráfico se intercepta con la vía del tren de carga.

Según la vocera de la Policía de Delray Beach, Dani Moschella, el ingeniero que conducía el tranvía advirtió la presencia del joven caminando en el mismo sentido en el que se dirigía el ferrocarril, es decir, le daba la espalda a la locomotora. El funcionario del tren hizo sonar la bocina de advertencia, pero Villalobos llevaba puesto sus audífonos escuchando música por lo que fue inevitable que lo atropellara debido a la velocidad de la carga, por lo que las autoridades locales lo consideraron un accidente. La vía estuvo cerrada por dos horas y fue necesaria la presencia del cuerpo de bomberos de la ciudad para el rescate del cuerpo sin vida, según el reporte que hizo la periodista Ángela Rozier del canal 25 de WPBF (West Palm Beach).

Mientras tanto, en Cartagena, la bandera del béisbol estuvo a media asta. Todos los dirigentes y peloteros de las escuelas de formación de béisbol lamentaron la muerte.

Enrique Falcón, un guajiro radicado en Cartagena por varias décadas en la ciudad y fundador de la Escuelas de Pequeñas Ligas de Falcón, donde se formó desde los cinco años Jesús María, dijo estar viviendo como la muerte de un hijo propio.

'Lo recibimos desde la categoría preparatoria. Era muy gordito, pero eso nunca fue obstáculo para que siguiera los pasos necesarios para ir puliendo sus habilidades deportivas. Tenía gran potencial. Esperamos homenajearlo hacia su última morada este fin de semana cuando arribe su cuerpo a la ciudad', dijo el compungido formador de peloteros.

‘El Ñato’, como le decían de cariño algunos amigos, era el espíritu y alma de los ‘dugouts’ de todos los equipos que representó. 'Mantenía en alto el ánimo de la cueva', recordó Javier Romero, entrenador de varias selecciones Colombia en las que dirigió al receptor natural.

'Lo tuve en la Selección que fue a Caracas (Venezuela), Aguas Dulce (Panamá) y en Puerto Rico. Desde los 13 años comenzó a ser internacional con la selección colombiana. En verdad estoy muy golpeado y quiero hacer llegar a través de EL HERALDO la voz de condolencia de toda la familia del béisbol bolivarense a sus familiares', comentó Romero.

'Pese a que no tenía mucha velocidad cuando era niño, porque estaba gordito, sabía responder muy bien con el bate con hombres en las almohadillas', dijo Jorge Meza, periodista especializado en béisbol menor.

Su medio hermano Jesús María Villalobos Luna dijo que dos familiares viajaron ayer para adelantar el proceso de repatriación del cuerpo sin vida del beisbolista.