Del 'eso era gol de Yepes', del Mundial de Brasil-2014, al 'eso no era gol de Firmino' de anoche en la Copa América. Fue la frase que quedó repitiendo la gente tras el partido que Colombia terminó perdiendo 2-1 ante los anfitriones después de estar ganando durante 68 minutos con un verdadero golazo de Luis Díaz.
La controversial anotación de Roberto Firmino, al minuto 77, terminó marcando el resultado, que se sentenció en el último suspiro con una diana de cabeza de Casemiro tras el cobro de un tiro de esquina de Neymar. Un frentazo que tomó al equipo colombiano desconcentrado y desmotivado por la situación del empate.
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La repentina y espectacular chalaca de Luis Díaz, a los 9 minutos de juego, luego de un perfecto centro de Juan Guillermo Cuadrado, dejó a Colombia con el viento a favor.
Fue un golazo para enmarcar del guajiro. Cuadrado la puso redondita e hizo el envío al que Díaz llegó puntual y sensacional con ese chalacazo, que lamentablemente no sirvió para ganar porque Brasil le dio vuelta al marcador en la agonía del compromiso, con el gol polémico de Roberto Firmino, con ‘pase’ previo del árbitro Néstor Pitana, y con un tanto de cabezazo de Casemiro en el último minuto de los 10 que se adicionaron por la controversia del empate.
La mayoría de analistas arbitrales coinciden en afirmar que Pitana debió parar el juego al participar en la acción. De hecho, hecho amagó con detenerlo y confundió a alguno de los jugadores colombianos. Por eso los reclamos airados de todos los amarillos, especialmente de David Ospina.
El primer tiempo se puede resumir así: un gol antológico de Díaz y once guerreros impasables.
Colombia blindó su arco con un juego colectivo, solidario y despierto. Todos, incluidos los delanteros Duván Zapata y, sobre todo, Rafael Santos Borré, se pusieron en modo centinela para vigilar cada movimiento de los anfitriones.
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Y fue tan firme y atento el trabajo de resguardo y respaldo que Brasil permaneció silenciado ofensivamente durante los primeros 45 minutos. No pasó nada. Ni aire.
La artillería de la ‘Canarinha’ fue incapaz de superar la poblada trinchera dispuesta por Reinaldo Rueda y sus pupilos. No generaron ni una sola opción de gol.
Ni siquiera la habilidad y chispa de Neymar, que no se cansa de pedir la bola e insistir, sirvieron de llave para abrir la caja en que se convirtió la portería de Ospina.
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Daniel Muñoz se mantuvo concentrado y pegado a Neymar para mitigar al máximo la magia de la estrella del PSG. Obviamente que el crack brasileño se las arreglaba para zafarse de la marca del lateral, pero siempre tenía encima, inmediatamente, a Cuadrado o Wílmar Barrios.
El extremo de la Juventus fabricó varias faltas que le bajaron el ímpetu a Brasil, mientras que el cartagenero era una hormiguita laboriosa que guapeaba aquí y allá, con fuerza, con oportunismo. Barrios era un dique que no dejaba que el ‘jogo bonito’ fluyera.
Gabriel Jesús y Richarlison, los otros hombres de ataque del local, estaban desesperados, impotentes, frustrados. Nada hacía mella a la zaga colombiana.
En el segundo período, con algunos cambios que introdujo Tite, Brasil apuró más en ataque. Neymar, que seguía teniendo los mismos obstáculos, se rebeló en varias oportunidades y amenazaba con igualar.
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Sin embargo, en esencia, poco y nada se producía en el área de Ospina. Un postazo de Neymar, después de eludir al guardameta paisa, fue la jugada de gol más nítida.
Esa seguridad defensiva que se mantenía y la ventaja a favor, hizo que Rueda y sus dirigidos se olvidaran del arco de Wéverton. Nunca más volvieron a llegar con peligro. Todos los esfuerzos se dedicaron a defender y con ese objetivo se fueron dando las sustituciones. Sí, tal vez no se debió resignar tanto la fase ofensiva. El fútbol es defender y atacar.
El plan se estaba dando resultados, pero se derrumbó a partir del discutido gol del 1-1. 'Eso no era gol de Firmino'.
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