Novak Djokovic, aparentemente mermado por una dolencia en el tobillo izquierdo de la que tuvo que ser varias veces atendido, abatido físicamente por las condiciones de la competición, subsistió, además, a la batalla que le presentó el español Jaume Munar.
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El serbio ganó por 6-3, 5-7 y 6-2 para instalarse en los cuartos de final del Master 1.000 de Shanghái, en los que jugará contra el belga Zizou Bergs.
El ganador de veinticuatro Grand Slams acabó extenuado, tumbado sobre un fondo de la pista de Shanghai cuando perdió el segundo set. Fue tras un intenso intercambio de golpes que premió el empuje y la voluntad de Munar, indiferente a todo lo que sucedía alrededor de su rival y que se apuntó la segunda manga, resuelta en 74 minutos, y llevó al límite al cuatro veces ganador en Shanghai.
El serbio tuvo que ser auxiliado por el fisioterapeuta -una vez más- y después, en su banquillo y antes de afrontar el parcial definitivo, por el médico, que le examinó de la tensión, del oxígeno en sangre y le proporcionó un antiinflamatorio antes de regresar a la pista. Después ganó Djokovic. Pero la imagen delató la dificultad que volvió a asumir el balcánico.
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Nunca ha fallado a la cita con los cuartos de final en Shanghai Novak Djokovic, que resucita una y otra vez en cada partido y al que nunca hay que dar por derrotado. Esta vez, tampoco. En ese tramo del torneo, entre los ocho mejores, estará por undécima vez en otras tantas participaciones después de sacar adelante el compromiso ante Munar y dejar el torneo sin representación española.
El cuartofinalista más veterano de la historia de un Masters 1.000, con 38 años y 4 meses, por delante ya del suizo Roger Federer -38 y 2 meses-, ganó el partido de octavos en dos horas y 40 minutos ante un rival al que ya había vencido en Roland Garros, sobre tierra, en 2018, pero que le ofreció una resistencia con la que no contaba. Apuntaba el español a la victoria más importante de su carrera.
Pero ni el empuje de Munar ni las condiciones ambientales del evento que tanto han acusado en días anteriores los jugadores ni el estado del pie izquierdo frenaron al jugador balcánico, resucitado en el tercer set, erigido ahora en el principal favorito del torneo tras las eliminaciones del italiano Jannik Sinner y del alemán Alexander Zverev y de la ausencia de Carlos Alcaraz, que le preceden en la clasificación mundial.
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Nadie se aproxima a los registros de Djokovic en los Masters 1.000. El actual número cinco del ránking ATP, cuatro veces campeón en Shanghai, sumó su victoria 417 en torneos de este rango que le han llevado a lograr 40 títulos y 60 finales. Nada que ver con su rival. Munar pretendía alcanzar los primeros cuartos de un torneo de este calibre.
El serbio, que retomó la temporada en Shanghái después del Abierto de Estados Unidos, no se dejó inquietar en ningún momento por Munar y rompió el saque del español en el cuarto juego del primer set para establecer un desequilibrio determinante para sellar a su favor la primera manga.
Se situó con 3-1 Djokovic, que pidió por primera vez la presencia del fisioterapeuta para tratarse el pie izquierdo que se convirtió en una aparente complicación que no evitó su triunfo. Fue asistido varias veces después, con masajes en la parte posterior del tobillo y en el gemelo de esa pierna.
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No hizo gala de su mejor tenis Djokovic, que tiró de talento y experiencia para mantener a distancia a Munar, que mejoró notablemente en el segundo parcial, cuando tuvo alguna ocasión de arrebatar el servicio a su adversario.
Fue una amenaza, algo premonitorio, porque mientras el comportamiento gestual del balcánico daba síntomas de incapacidad, el español despedía energía y entusiasmo por cada lado.
El jugador de Belgrado, ganador del torneo de Ginebra únicamente en este 2025, finalista también en Miami, apunta al trofeo 101 de su carrera profesional que le situaría como el tenista con más títulos en solitario en pista dura (71), por delante de Federer.
De hecho, Munar no permitió que Djokovic ganara por la vía rápida. Debutante en los octavos de un Masters 1.000 llevó el partido al tercer set tras romper en el duodécimo juego del segundo, un cara a cara sin tregua que terminó con Djokovic abatido, derrumbado y atendido después.
El serbio alternaba puntos a duras penas, errores impensables, con golpes de ganador plagados de talento. Eso lo sostuvo. Hizo ‘break’ en el primer parcial de la manga definitiva y recorrió el set con una notable ventaja. Cada intercambio era un respiro para el de Belgrado. Se aferró a su saque y al progresivo decaimiento físico del español en el tramo final.
Cerró el triunfo en un partido que se hizo interminable para el finalista del pasado año, que se cita ahora, en cuartos, con el belga Zizou Bergs, que salvó dos puntos de partido y ganó al canadiense Gabriel Diallo por 3-6, 7-5 y 7-6 (8).