Cuando a Gabriel García Márquez le husmeaban en una entrevista en París, en 1959, la historia de Tachia Quintanar, aquella mujer española que el escritor había amado intensamente y que representaba los pilotes de la fuerza emocional en El coronel no tiene quien le escriba, su respuesta para atajar el interrogante fue decir que 'cada persona tiene tres vidas: la vida pública, la vida privada, y la vida secreta'. A Gabo, sin embargo, le han intentado descifrar esas tres vidas. Y muchas otras. Su obra ha fascinado tanto que cada recoveco ha sido un lugar desde donde se intenta conocerlo y comprenderlo.
A Gabo, por supuesto, no le interesaba ese rastro de la vida que vivió. Porque la vida, decía, es 'la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla'.
Desde ese cómo, que no es otra cosa que su misma literatura, se desentraña todo ese monumento construido por este genio de la literatura universal. Tras su partida, los estudios y el diálogo sobre su obra, más que su vida secreta, no solo perduran, sino que se multiplican y renuevan. Así las cosas, Gabo está más que incrustado en nuestra memoria.
'Se cumplen cinco años sin Gabriel García Márquez, pero en realidad seguimos con él porque no hemos parado de leerlo y estudiarlo, esa es la muestra de su gran vitalidad. La muerte significa olvido, uno muere cuando nadie lo recuerda pero él está en todas partes', es la consigna de Ariel Castillo, considerado uno de los mejores investigadores e intérpretes del universo garcíamarquiano.
En todas partes. Más allá del vuelo de las mariposas amarillas y su realismo mágico, los estudios recientes sobre la obra de Gabo han fijado su mirada en otros escenarios: en sus conversaciones con los autores atrapados en las entrañas de ese monstruo, autor de Cien años de soledad, la novela colombiana que a más rincones ha llegado en el mundo; en su legado en el mundo intelectual, en el cine y la música; en cómo recrea la historia e imagina las realidades desde el mito y en cómo incorporaba a Sófocles, Kafka, Faulkner (entre muchos otros) sin perder su propia voz, por poner algunos ejemplos.
'Normalmente cuando fallece un escritor entra en una especie de limbo debido a su ausencia en los medios y los eventos. En el caso de Álvaro Mutis ha sido tremendo. En el de García Márquez no. Por el contrario, el reconocimiento y los homenajes no han cesado. No solo se ha incrementado la memoria de quienes lo conocieron, sino los estudios de su obra desde perspectivas novedosas', destaca Castillo.
Sus comienzos como joven cuentista (pero para nada novato), su tratamiento a la figura femenina en la familia Buendía o su relación con los indígenas han sido algunas de esas nuevas perspectivas de las que habla Castillo. Es así, dice, como se enriquece la conversación sobre Gabo.
'El Gabo cuentista es el primer Gabo. Él empieza con cuentos, como muchos escritores, y luego pasa a la novela, pero es en el cuento donde él descubre el escritor que había en él. Sus cuentos no son de novato, cuando publicó su primer relato en El Espectador, con toda seguridad había escrito muchísimos otros. Lo cierto es que poco se ha dicho sobre esto porque el Gabo escritor cubrió al cuentista', considera Juan Moreno, docente investigador de la Universidad del Valle y editor de diversos libros sobre García Márquez, entre esos Cien años de soledad 50 años después.
Alrededor de Gabo. Para los estudiosos del Nobel de Literatura, uno de los grandes aportes de estas nuevas lecturas ha sido la revaluación de los grandes autores alrededor de Gabo y cómo estos no podían escapar de su vasta obra o cómo se dejaban conquistar por ella.
'Hay conexiones muy significativas con autores como Manuel Zapata Olivella. Ambos se preocupaban, especialmente durante su juventud, por profundizar en las raíces de la cultura popular del Caribe, las músicas y el folclor. Zapata le presenta a Escalona y Gabo, a su vez, le presenta a personajes de La Guajira, ese tema los va a conjugar. Es solo un ejemplo, también tenemos a Roberto Burgos Cantor, Germán Espinosa, Marvel Moreno o Ramón Illán Bacca, por dar algunos nombres', sugiere Darío Henao, magíster en Literatura Latinoamericana y doctor en Letras Neolatinas.
También se resalta que Gabo a través de su obra tiene varias vidas. O en realidad facetas que robustecen la imagen del escritor singular y fascinante que es para muchos. Una de las facetas más ausentes en los estudios, de acuerdo con el escritor y crítico Álvaro Suescún, es la de mediador político, algo que 'va más allá de su amistad con Fidel Castro'.





















