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Un mes estuvo el artista y escultor español Rigoberto Camacho en Barranquilla. Lo que lo trajo a la ciudad fue una residencia artística en la Fundación Divulgar, a través de la cual podría desarrollar su proyecto, en el que moldearía su imaginario del Caribe valiéndose de la figura humana. El producto de su trabajo será exhibido a principios del próximo año.

Pocas horas le tomó a Camacho romper con la idea de lo que para él significaba el Caribe. En cuanto se bajó del avión, cuenta, le interesó la idea del caos. ¿Cómo era posible que en medio de ese desorden que percibía el mundo funcionara para quienes lo vivían?

'Me empieza a dar curiosidad esa idea de caos en Barranquilla y en Colombia. Viniendo de Europa, donde la escultura social no funciona como aquí, es más cuadriculada', dice.

Camacho nació en Lazorete, una isla del archipiélago canario en España, por lo que de alguna manera se sintió cercano con la capital del Atlántico. La influencia del mar hace que, entre ambas latitudes, existan puntos en común en cuanto a formas de expresión y de percibir al mundo.

Actualmente reside en Madrid, donde es maestro del Departamento de Escultura en la Facultad de Bellas Artes de la UCM. En su obra siempre ha estado latente la figura humana, especialmente el rostro, por medio de la cual se ha propuesto reflexionar acerca de las dimensiones del ser humano.

Para la obra que iba a realizar en Barranquilla decidió no 'contaminarla' de la experiencia que estaba viviendo en la ciudad sino, llevarla a cabo, con la noción que traía a priori.

'Lo que hemos propuesto es hacer un imaginario de rostros colombianos o barranquilleros, pero fabricados desde la visión de un europeo. Se ha hecho desde cero, sin tener una imagen o algún modelo natural para poderlo copiar'.

Para la obra se realizaron doce rostros que representan lo que para él significaba el Caribe. Están llenos de coloridos, de clichés y de concepciones de lo que normalmente se entiende acerca de esta región, y que a su vez se relacionan con las Islas Canarias, su lugar de origen.

Las figuras en algunos casos están puestas como si fuesen frutas tropicales, con muchos colores, a la vez que los rostros están cargados de rasgos africanos. También explora la idea del rebusque, a través de una instalación en la que estará una carretilla cargada de diversos elementos.

El escultor indicó que con este trabajo su mayor aprendizaje fue quebrar la imagen previa que traía de lo que significaba el Caribe. 'En el minuto uno que me planto en Barranquilla me di cuenta de que ese concepto que yo tenía del Caribe de mujeres, de piel morena, de frutas por todos lados se rompe. De repente aparece esa idea de cosas imposibles que no puedes atrapar. Y me doy cuenta de que el Caribe no es un espacio, sino un concepto. Una forma de vida que se puede dar aquí, como en otro lado del mundo'.