En los años 70 cuando estudiaba Medicina en la Universidad de Antioquia, casi que teníamos que escondernos para recibir las muestras de cariño que las gentes hasta en las calles expresaban los agradecimientos y la admiración por la clase médica. Conmemoraciones para recordar los que se habían ido, reconocimientos por haber entregado la vida por sus propios pacientes y condecoraciones a las grandes obras que salvaban y mejoraban la vida de millones de personas. Sin excepción todos nos enfermamos y tenemos que consultar y recibir lo que en forma más acertada recomiendan, trasmiten u ordenan los médicos. En muchos casos colocando, la vida a la disposición de sus conocimientos experiencia o buena práctica de los que con largas horas de formación han adquirido conocimientos del funcionamiento del cuerpo humano tanto en lo físico como en lo mental. Este esfuerzo, aunque por demás diferente, entre quienes practican la Medicina, va desde la formación inicial hasta los estudios de posgrados extendiéndose para toda una vida, “vive como si fueras a morir mañana, aprende como si nunca fueras a morir,” Mahatma Gandhi.
La separación del gremio médico y la dispersión de los trabajadores de la salud, cada uno por su lado en busca de una subsistencia, en medio de un mundo cada vez más manejado por los deseos de inversionistas, diferentes al sector salud con altos poderes económicos y políticos, nos han llevado progresivamente a un reconocimiento excepcional, es decir son menos los que sinceramente agradecen los esfuerzos y sacrificios de los médicos, cuando otros intereses acaban con todos los valores que orgullosamente representamos los médicos para la humanidad, quienes con todo el apoyo de los trabajadores sanitarios y actores involucrados en la salud, hemos cargado con los momentos más difíciles de la humanidad, en donde los brotes, epidemias y pandemias han llevado a los estados críticos de la existencia, con esfuerzos a veces por encima de nuestras propias capacidades. La llegada a esos límites de alta sobrecarga física y mental produce con mayor frecuencia un estado en el que las manifestaciones pueden llegar a niveles severos, por sobrecarga horaria, aumento de horas de trabajo, turnos etc.
Todas estas alteraciones ocasionadas en el trabajo se han denominado Síndrome de Bornout o de desgaste físico, agotamiento, depresión, confusión mental y rechazo por el trabajo con repercusiones en los no solamente en trabajadores de la salud, más acentuadas, por el gran estrés sufrido en los hospitales. Es esta la forma de las repercusiones más serias que sufre todo el personal sanitario. Los agradecimientos, aplausos y reconocimientos en general, no las han podido disminuir porque en realidad son de muy poca repercusión al gremio, no se han mejorado las condiciones de trabajo ni se reconocen con justicia las horas de trabajo, turnos, llamadas de emergencia y todas las demás que se suceden a diario.
Ojalá, encontremos en los próximos años una respuesta de la sociedad que así lo quiere para así continuar dando una mejor atención a los pacientes.








