Lo cierto es que en la “conducción del gobierno” el mérito es el ausente, reemplazado por el activismo y el clientelismo, al punto de ordenarle a la canciller dejar sin requisitos los cargos diplomáticos, pues “hasta el hijo de un campesino puede ser embajador”, denigrando de esa condición dignificante, que nada tiene que ver con la preparación para ocupar un cargo público. Sé de buenos candidatos, orgullosos hijos de campesinos.
El efecto en el clima de los negocios es la incertidumbre que genera mayor costo de la deuda y el crédito en general, pérdida de confiabilidad, aumento de riesgo país, menor inversión y caída del crecimiento, base del pago de impuestos.
La esperanza de su recuperación despertó una ola de espiritualidad -todos oramos por el milagro- y de solidaridad hacia él y su familia, además del rechazo a toda violencia y, en particular, a la violencia política desde la mentira y la instigación al odio, estrategia del populismo socialista que Petro practica a discreción.
Cerraron filas ocho partidos políticos para los que “La consulta popular vía decreto, desconociendo la decisión del Senado, es un Golpe de Estado”.
Necesitamos apoyo a una realidad productiva en la cual, paradójicamente, Colombia es actor importante en el mundo: La ganadería sostenible.
Si Petro gobierna como socialista, con estrategias socialistas, como incitar a la lucha de clases; si sus alocuciones son socialistas y confiesa que “quisiera” un país socialista, pues no está pidiendo el socialismo, lo está imponiendo. No lo duden.
Esa respuesta popular será tranquila y alegre, algo que no puede garantizar, pues lleva tres años sembrando odio entre los colombianos, en un tono de hostilidad presidencial que igual hace imposible el Acuerdo Nacional que pregona y a la vez destruye.
Es riesgoso exponer prematuramente al candidato a la acción demoledora de las bodegas de la izquierda. Siempre seremos los más atacados, porque unidos somos el enemigo por vencer.
Esa línea de vecindad es también cordón de narcotráfico y grupos ilegales; la Colombia profunda a donde no llega el Estado, pero sí el narcoterrorismo que lo suplanta, en medio de una Paz total que agoniza por falta de voluntad de los bandidos y por las decisiones del Gobierno.
Hoy el país no es el mismo, es peor que el de 2018, en parte por el mensaje de impunidad a través de la gestión lenta y sesgada de la justicia transicional creada en el Acuerdo con las Farc a su acomodo.