El manejo de las regalías es otra corroboración del fracaso de las administraciones municipales. Fracaso que es también el de los ministerios y entidades centrales de control incapaces de interactuar eficazmente con más de un millar de interlocutores.
Hoy rechazamos muros que no dejan entrar extranjeros, pero siempre revelan extraordinaria crueldad los que no dejan salir a sus propios habitantes.
El narcotráfico es el combustible de la violencia, de la corrupción, de la subversión, del desplazamiento, de la deforestación, del contrabando y del asesinato de líderes sociales y ambientales.
En Colombia se constituyó un grupo de trabajo público-privado, liderado por los ministerios de Ambiente, Minas y Relaciones Exteriores y representantes gremiales y empresariales involucrados. Resalto que en él no había negacionistas ni contradictores del vínculo entre los combustibles fósiles y los riesgos del cambio climático.
Tal es el caso de “la cuenta de la luz”, que en muchos municipios de la región Caribe se utiliza de “chepito” para cobrar impuestos o tasas como alumbrado público, seguridad y hasta el exabrupto de la energía robada por otros.
Bien haría la empresa en identificar y promover esos talentos empáticos, en lugar de los neuróticos y en colocar un letrero que diga “Nuevo servicio extremo, no apto para mujeres embarazadas, menores de edad, adultos mayores y personas con hernia abdominal o de columna”. O contratar unos hombres jóvenes que ayuden, para algo deben servir...