Tenía las manos sobre la mesa y sus dedos jugaban a encontrarse mientras hablaba. Uno de sus pulgares repasaba los dedos de la otra mano y se apretaba unos dedos con otros, asfixiando los nervios de estar al frente de una cámara. Es un hombre fornido, pero la voz a veces le temblaba. En algunos momentos, para contener las lágrimas, se quedaba en silencio y tomaba aire para contar lo que representó la guerra en su vida.
José es un barranquillero de 29 años, entró a las Farc a los 18. Su vida ilegal lo arrojó al departamento del Tolima. Cayó detenido cuando tenía 21 años y, hoy, hace parte del proceso de reincorporación que se inició tras la firma del Acuerdo de Paz. A raíz de la muerte de 123 exguerrilleros reincorporados, según el último informe de la ONU, no quiso mostrar su cara ni se presentó con su nombre real.
—A veces uno quiere hablar con alguien; pero no puede —expresó José—. La gente te trata, parece, con respeto; pero no es respeto, porque es como si te estuviesen apartando.
La historia de José con las Farc empezó cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad. Tiene un hijo que nació con una dificultad médica y dice que cuando se complicó necesitaba mucho dinero y un compañero lo contactó con alguien de este grupo guerrillero en el interior del país.
Se dedicaba a ‘vacunar’, práctica realizada por grupos armados y al margen de la ley en Colombia que hace referencia a una extorsión económica. También sabía de computación y sistemas y ponía esos conocimientos al servicio de la entonces guerrilla más antigua de América Latina, la cual el pasado 24 de noviembre de 2016 firmó el Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto.
A los tres años, José cayó preso. Estuvo en una cárcel de Medellín y en La Picaleña, otra cárcel, en Tolima. Pagó una condena de 6 de 10 años. Luego del proceso de paz quedó en libertad para reincorporarse a la vida en sociedad.
La reincorporación
—Me dijeron que bien, que había pasado la primera etapa; pero cuando me pidieron una autorización para revisar antecedentes, ahí fue cuando me dijeron que no. —Dibujó una expresión de desánimo en su rostro—. Porque ellos trabajaban con empresas internacionales. Ese fue el último caso.
José me dijo que ya está cercano a graduarse de Administración de Empresas en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, donde inició este pregrado desde que estaba en la cárcel de Medellín.
Sin embargo, el pasado que carga el nombre de este joven excombatiente le han atajado varias oportunidades laborales. Sacó cuentas de las empresas a las que ha ido y le han cerrado las puertas. Dijo que en 6 empresas, a pesar de haber obtenido buenos resultados en las pruebas, la respuesta ha sido la misma: 'No'.
'Resulta que tengo antecedentes, y además de eso, ahí dice reincorporado, salió por ley 1820. Entonces nada, pa' atrás otra vez'.
Así que, su día cotidiano transcurre al ritmo del ‘rebusque’, buscando clientes con computadores dañados y se ayuda, como dice, con la renta básica que otorga el Gobierno, la cual es el 90% de un salario mínimo.
Las secuelas
El delincuente, el guerrillero son algunos de los nombres con los que José ha escuchado que sus vecinos se refieren a él. Las secuelas que le dejó la guerra no han sido fácil de borrar, por eso cree que el estigma es algo que siempre va a existir.
—Un día un supuesto amigo en el que yo había confiado discutió conmigo y en medio de su rabia me gritó: 'Qué va, guerrillero hijuetantas' —contó ya más restablecido y sin tantos titubeos en sus palabras—. Uno quisiera ser diferente, pero bueno, eso es lo que uno está dejando atrás para ser una persona nueva. Ojalá la sociedad pudiera entender eso.
Laura Orrego, gerente de la Agencia de Reincorporación y la Normalización (ARN) en el Atlántico explicó que la reincorporación es un proceso que se adelanta únicamente con excombatientes de las Farc y que se inició en el año 2017, tras la firma del acuerdo.
José lleva año y medio en este proceso. Para él, el Acuerdo de Paz es una segunda oportunidad que le dio la vida. Sin embargo, el pasado que lleva no lo puede borrar. Dijo que por estar en la ilegalidad perdió a sus amigos de la infancia y quienes hoy siguen presente en su vida son su madre, su hermana, su esposa y su hijo. 'El resto de la familia ha estado ahí; pero no más, de lejitos', manifestó.
Por eso, me dijo que su vida con las Farc no es algo de lo que suela hablar y que cuando llegan las preguntas de quienes lo conocieron antes de irse al grupo, no detalla qué estuvo haciendo. 'Uno dice estuve por allá, metido en un enredo; pero no saben de qué…Aunque siempre lo relacionan', expresó.
La guerra
La guerra en Colombia ha tenido muchos actores. Cuando las guerrillas se levantaron y tomaron fuerza en el país, empezaron a surgir grupos de autodefensas, conocidos como paramilitares. Estos dos grupos se declararon enemigos. El paramilitarismo, un grupo de extrema derecha, había surgido con la intención de acabar con las guerrillas, grupos de extrema izquierda. Pero ambos, en medio de la ilegalidad.
En la cárcel, José se encontró a varios paramilitares y se quedó sorprendido, según me relató, porque se hizo amigo de uno de ellos, a quien luego de salir del centro de reclusión lo mataron.
—Anteriormente, eso era guerra —explicó con determinación—. Me encontré a un paramilitar en la calle, él sabía y yo también que éramos de frentes distintos porque cuando estábamos en la cárcel él estaba en el patio de paramilitares y yo en el de guerrilleros, pero en Medellín nos encontramos y nos dimos la mano.
Me contó ese episodio con gran extrañeza, su expresión de incredulidad le dibujó varias sonrisas tímidas en el rostro y asintió la cabeza, mientras añadió: 'Uno se sorprende...Pero… bien'.
El conflicto con sus enemigos de guerra parecía, entonces, terminar cuando se conocían más allá de la identificación AUC o Farc.
La libertad
—La libertad es algo… —dijo sin encontrar una palabra para definirla—. Poder salir a la calle y que un policía te mire y estés tranquilo, que no ha pasado nada. Eso es libertad. También lo es encontrarse con alguien con el que hayas tenido problemas anteriormente y ahora no pase nada.
Cuando se firmó el Acuerdo de Paz, José apareció en los listados de las Farc y así fue como salió de la cárcel.
Después de casi 8 años, se reencontró con su familia, lo que significó para él un nuevo comienzo.
—Él no me dijo nada, me miró. Estaba rebelde; pero ya después… —Hizo una pausa porque la voz se le estaba quebrando mientras recordaba el día que su esposa e hijo lo recogieron en la terminal de Barranquilla. Se quedó en silencio y otra voz interrumpió el momento emotivo en la sala.
Le preguntaron qué ganó con la reincorporación y él habló de la libertad y del amor de su familia, el mismo que según ratificó puede lograr resucitar a un exguerrillero, porque 'allá (en la guerra) estás muerto'.
Cuando su madre supo que él hacía parte de las Farc sufrió una parálisis facial. 'A mí varias personas me dijeron: ‘Hey, yo veía a su mamá pasar y me le escondía. No quería saludarla, porque a ella se le veía una tristeza en la cara’', contó el joven barranquillero, quien ahora dice que su madre ha vuelto a sonreír y que ha encontrado en el amor de su familia una nueva oportunidad de vida.
La vida civil
'Hay muchas alternativas. Yo por apresurado, por conseguir el dinero que no tenía en el momento, por no estudiar de una, sino después que ya tenía los problemas encima, perdí mi juventud', lamentó.
El joven excombatiente reconoció que cometió varios errores y culpa de estos a las locuras de su juventud que le fueron abriendo, una a una, las puertas para un camino de ilegalidad.
Ahora tiene 29 años y está intentado escribir una nueva historia con la segunda oportunidad que dice tener.
A pesar de los tropiezos con los que se ha enfrentado, él mismo en medio de sus titubeos y sus manos ansiosas se dio ánimo: 'El reincorporado es una persona fuerte. Hay que seguir a adelante'.
Actualmente, está esperando un proyecto productivo, de diseño e imprenta, que solicitó al Gobierno, ya que no ha podido ser contratado por una empresa.
Según cifras de la ARN, en Colombia hay 13.018 personas que hacen parte de este proceso de movilización a la vida en sociedad.
La gerente de la ARN en el Atlántico Laura Orrego precisó que atienden a 212 personas. De las cuales, 71 hacen parte de ruta regular, aquellos que de forma individual se desmovilizaron; 76 son aquellos a quienes cobijó la ley de Justicia y Paz, acuerdo con las AUC; y 65 son reincorporados de las Farc.
Cuando le pregunté que significa la reincorporación para él, me contestó:
—Es lo más maravilloso que me ha podido pasar, es una oportunidad que me da la vida para volver a la sociedad y demostrar que tuve errores y quiero corregirlos.





















