
Los miles de estudiantes de las entidades públicas de educación –que a duras penas consiguen los pasajes para asistir a la universidad– deben también rebuscarse el dinero para pagar las dichosas pruebas.
Como si fuera poco, los estudiantes de estratos 1 y 2 (porque ya no existe 3 con tantos impuestos que se inventan para sacarle el último centavo a los más pobres, como el de las ventas de las bolsas con el discurso de la contaminación ambiental) no solamente se tienen que rebuscar los pasajes y la bolsa de agua –que es indispensable en esta época para no deshidratarse–, sino que además tienen que ver cómo hacen para conseguir los $72.000 que cuesta la prueba Saber Pro, si es que nos queremos graduar.
Así es, las pruebas Saber Pro, según la definición del Icfes, “El Examen de Estado de Calidad de la Educación Superior es un instrumento estandarizado para la evaluación externa de la calidad de la educación superior. Forma parte, con otros procesos y acciones, de un conjunto de instrumentos para evaluar la calidad del servicio público educativo y ejercer su inspección y vigilancia”.
Al igual que un Censo es del Estado, pero financiado con del bolsillo de los colombianos: dejando de comer, prestando y pagando lo más rapidito posible, porque si se pasa de la fecha límite ¡ay Dios!, le toca vender hasta la casita de cartón, si es que la tiene, porque ya no serán $72.000 sino muchísimo más. La pregunta es, ¿si hace parte de un conjunto de instrumentos para evaluar la calidad del servicio público educativo y ejercer su inspección y vigilancia, no debería ser el Estado quién se encargue de los gastos que representa el uso de esta herramienta a su servicio? Que entre otras cosas ya hemos financiado con todos los impuestos que pagamos.
Pero es que el negocio está montado, además de pagar la inscripción para hacer el Examen del Estado, encontramos muchas ofertas que ayudan a los estudiantes a prepararse para obtener un puntaje excelente, lo que implica que se tiene que bajar del bus nuevamente –porque se convierte en una competencia, y además discriminatoria–. La cuestión radica en el momento en que nos toca pagar la prueba y no hay la platica, nos ponemos a pensar en todo lo que luchamos los estudiantes de las entidades públicas para obtener la gratuidad en la matrícula, y resulta que las Pruebas Saber Pro salen más costosas que el semestre. ¡Para reflexionar!
Mabel Rodríguez Medina
mabelrodriguezmedina@gmail.com
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