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Atlántico

Coosalud acondiciona hotel como centro de aislamiento para sus afiliados

El recinto habilitado por esta EPS en la capital del Atlántico funciona desde el 23 de junio y tiene capacidad para 58 pacientes simultáneamente.

En la habitación 404 del hotel Ribai, en Barranquilla, habilitado como centro de acompañamiento y seguimiento médico para usuarios sospechosos o confirmados de COVID-19, permaneció durante 11 días Beyanet Esther López Ojeda, de 58 años, afiliada a Coosalud EPS.

Ella tuvo contacto con su esposo, taxista de oficio, quien había sido diagnosticado con la enfermedad y, debido a su cuadro clínico, debió quedarse varios días hospitalizado. Hacia los últimos días del mes de junio, Beyanet comenzó a sentir fiebre y dolor de cabeza intenso. Se comunicó con la EPS y, el pasado 3 de julio, un equipo médico visitó su casa, ubicada en la urbanización Las Cayenas, para practicarle la primera prueba a ella y la segunda a su esposo, quien ya había sido dado de alta.

Ese mismo día, el profesional de la salud que la visitó le recomendó que, debido a su sintomatología y teniendo en cuenta el riesgo que podía representar para su esposo, de 68 años, accediera a ingresar al centro de aislamiento y, un par de horas después, la llamaron a confirmarle que, si estaba de acuerdo, la recogerían hacia las 2:30 de la tarde. Y así fue: pasaron por ella en un vehículo que solo compartió con el conductor. Llegó al recinto, situado en el centro de Barranquilla, donde la recibieron con todos los protocolos de seguridad, los cuales se mantuvieron durante los días que estuvo aislada.

Alexandra Camargo, directora de la sucursal Atlántico de Coosalud, explica que este espacio fue habilitado desde el pasado 23 de junio para usuarios de la EPS que sean sospechosos o confirmados de COVID-19, principalmente para aquellos que en sus viviendas comparten habitación, baño y demás zonas de la casa con otros familiares, por lo cual se incrementa el riesgo de contagiar a otras personas y, adicionalmente para afiliados mayores de 60 años o con comorbilidades. “Tenemos capacidad de 58 habitaciones exclusivas para usuarios de la EPS. La primera condición para acceder al servicio es que el paciente acepte ser trasladado. También está la alternativa de ingresar con un acompañante, para los usuarios que lo requieran”, indica la funcionaria.

La rutina de Beyanet empezaba hacia las 5:40 de la mañana. “A esa hora me levantaba, me aseaba, arreglaba mi cama y me ponía a leer o escribir. En la habitación tenía baño privado, una cama muy cómoda, aire acondicionado, un escritorio con su silla, televisor… A las 7 me llevaban el desayuno y más tarde una merienda; después el almuerzo, luego otra merienda y finalmente la cena. Siempre eran muy puntuales con los horarios de las comidas. Tenía dos revisiones diarias de signos vitales, una por la mañana y otra por la noche, y una visita médica diariamente. También a diario recibía teleconsulta psicológica, para hacerle seguimiento a mi estado de ánimo. Tenía un cuaderno donde me pedía que anotara las metas que tenía tras superar la enfermedad”, narra.

Una experiencia similar de atención vivió Darys Esther Alfaro Polo, quien estuvo durante 17 días en el centro de aislamiento. “Yo comencé con síntomas como dolor de cabeza, diarrea, falta de olfato y luego del gusto”, apunta.

La usuaria de 57 años relata que fue ingresada al recinto teniendo en cuenta que en su vivienda, en el barrio Ciudad Modesto, reside con 16 familiares más y, asimismo, porque sufre de hipertensión. “Me sentí muy a gusto, muy bien atendida, además del seguimiento médico estuvieron pendientes de todos los cuidados. Por ejemplo, cada dos o tres días me entregaban sábanas y toallas limpias para cambiarlas. También había disponible una línea a la que había que comunicarse ante cualquier molestia de salud”, apunta.

En el centro de aislamiento, por el que también pasaron otros tres miembros de familia, y en el que esta semana será ingresado un hijo suyo, Darys pasó sus días entre telenovelas, mirar por la ventana y los vallenatos que escuchaba en el reproductor de música que llevó. “Normalmente son 14 días de aislamiento en el centro, pero yo estuve 17 porque continuaron haciéndome seguimiento”, manifiesta.

Por su parte, Beyanet, quien también ya volvió a casa tras recibir el resultado negativo de su segunda prueba, considera que la puesta en funcionamiento de este recinto ha sido esencial e importante para que los profesionales de la salud puedan revisar oportunamente la evolución de los pacientes que salen positivos. De igual manera, resalta que, tanto las pruebas como el aislamiento, son primordiales para proteger no solo la propia salud, sino de la de la familia y la comunidad.

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