Los frutos de los extensos años de arar la tierra, madrugar y entregarse al cultivo les permitieron autoproclamarse como empresarios del campo. La palabra campesino quedó en los recovecos de la historia de Repelón desde que sus productos se encuentran triunfando en el mercado internacional.
Pero el placentero sabor de la victoria solo aparece cuando estos trabajadores terminan de degustar el del esfuerzo. En cada sol naciente, tres trabajadores de la finca Malibú se alistan para emprender las labores del día: ordeñar las vacas, retirar la maleza de los cultivos, fertilizar, limpiar. Es, quizás, un acto monótono pero que sostiene, con amor y sudor, los cultivos de la palma de aceite.
En principio, Repelón se destacaba por la exportación de tomates. Una producción que se acabó, primero, con la llegada de pulpa importada desde tierras chilenas, más barata; y luego, con la invasión de plagas como la mosquita blanca, que impidieron su continuidad.
Lo cierto es que su producción quedó en el pasado y, desde hace aproximadamente 5 años, reinan por lo alto los cultivos de la palma de aceite y el limón tahití en el municipio, dos productos que son apetitosos bajo la perspectiva del comercio hacia el extranjero.
Lo trascendental de la palma de aceite es el corozo, pero no aquel para hacer jugos, sino el industrial. Fulton Parra, administrador del terreno Malibú, tiene un total de 13.5 hectáreas, las cuales 7.5 son cultivo de palma. Cada hectárea tiene 128 plantas y están sembradas a una distancia de 9 metros.
Desde cualquier perspectiva, se observa un cultivo de líneas rectas acompañado por un ecosistema en el que confluyen las mariposas, las vacas, los animales domésticos, todo tipo de flora y muchas manos que se encargan de preservarlas.
“Esta es la jubilación de cualquiera de nosotros. Si aprovechamos bien los años faltantes para la pensión, será más que suficiente. Además, le dejamos un legado a nuestros hijos. En mi caso, tengo cuatro hijos profesionales. Cuando yo me muera, este legado les queda”, comunicó Parra a EL HERALDO.
Este panorama era inimaginable años atrás, cuando el municipio se enfrentaba a la ausencia de agua, recursos y asistencia técnica para fortalecer los cultivos. Sin embargo, con las obras del distrito de Riego por parte de la Gobernación del Atlántico, gestionadas a través de un crédito con el Banco Agrario, la labor de estos empresarios del campo mejoró exponencialmente y la economía no tardó en crecer.
“El municipio de Repelón ha tenido un cambio bastante grande desde el punto de vista económico. Actualmente, este cultivo genera aproximadamente unos 1.300 empleos directos e indirectos. En total hay 933 hectáreas de palma sembradas, favoreciendo a 232 empresarios del campo”, explicó Armando Parra, quien también siembra palma de aceite en su finca ‘El Diluvio’.
Ante esta transformación, Fulton recordó: “Nosotros sembrábamos con incertidumbre: o ganábamos o perdíamos. Dependíamos del agua. Hoy, gracias al programa, tenemos un cultivo estable. Si uno se dedica a esto, produce. Por eso, somos empresarios del campo. Esto es nuestro. Si no lo cuidamos nosotros, nadie más lo va a hacer”.
La finca Malibú, como muchas otras del municipio, cuenta con un sistema de riego innovador que acelera el crecimiento de la planta de palma de aceite.
“Desde la caseta 12 se bombea agua a través de una tubería de gran diámetro que se dirige directamente al jagüey. Este se llena, y desde allí el agua llega a las casetas que tienen motobombas, las cuales impulsan el agua hasta cada planta”, explicó Armando Parra.
Anteriormente, usaban aspersores que regaban en un giro de 360 grados, pero no garantizaban que el agua llegara a la raíz. Al cambiar el sistema, redujeron el tiempo de riego de una hora a tan solo 20 minutos.
Emprender con limón tahití
Así como la palma ha transformado el paisaje rural, otro cultivo también marca un nuevo rumbo: el limón tahití. Este producto, con su mezcla de sabor ácido y dulce, es muy apetecido en el mercado extranjero. Y el predio ‘La Verónica’, ubicado cerca al corregimiento Rotinet, tiene un total de 19.2 hectáreas, de las cuales 9 están dedicadas al cultivo de esta materia prima.
Tan solo dos personas se encargan cada día de limpiar, podar, fumigar y procurar que los nuevos retoños de la planta impidan el crecimiento del grosor del tronco.
“Para el cultivo se prepara la tierra primero. Luego se traen las plántulas que vienen de un vivero certificado. Se siembran y hay que estar religiosamente quitando los retoños. Además, hay que estar pendientes del riego, porque esta planta requiere agua todos los días”, relató Mónica Barrios, administradora del predio.
Cada día, junto con su hermana Everlides, recogen de 15 a 20 canastillas. Con su también socia incursionaron en el cultivo del limón con la motivación de sus demás hermanos, quienes les dijeron “si van a hacer el proyecto, decídanse por el limón”, pues tenían la creencia de que la palma de aceite dañaba la tierra.
“Todo esto ha beneficiado al municipio porque le ha dado trabajo a algunos campesinos, a muchas personas que se benefician directa o indirectamente del cultivo. Nos está abriendo puertas en otros mercados, tanto a nivel nacional como internacional”, expresó Everlides.
Desarrollo económico
En Repelón hay cinco asociaciones de limón tahití, y de palma de aceite hay seis. No obstante, estos cultivos están en distintos municipios del departamento y actualmente están en producción 1.400 hectáreas entre cultivos de palma y limón, con 140 productores asociados que ya comienzan a ver los resultados de un modelo agrícola más técnico, sostenible y con mayor capacidad de generación de valor agregado.
De las 279.000 hectáreas que tiene el departamento con vocación agropecuaria, el 3,8 % está siendo aprovechado, y el objetivo es elevar ese indicador al 5,6 % por medio de AgroAtlántico 360 —el cual está en fase inicial—.
De acuerdo con la Gobernación del Atlántico, este crecimiento no es espontáneo, sino que responde a una hoja de ruta integral que combina inversión pública, innovación tecnológica, formación técnica y articulación con las comunidades rurales. Una de las apuestas clave es el Programa de Distritos de Adecuación de Tierras, mediante el cual más de 5.400 hectáreas ya cuentan con sistemas de riego y drenaje eficiente, beneficiando a 670 productores.
Además, el departamento ha logrado proteger 420 hectáreas para diversificar los cultivos y fortalecer la seguridad alimentaria. Por otro lado, la formación del talento humano rural también es un componente esencial en esta estrategia: 10.000 productores han mejorado sus capacidades técnicas en el marco del Plan Departamental de Extensión Agropecuaria (PDEA), lo cual les permite implementar prácticas más eficientes, sostenibles y adaptadas a las nuevas demandas del mercado.