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¿Qué se puede hablar sobre el maestro Enrique Díaz que no se haya dicho antes? Que no ensayaba para no tocar de gratis, que era dicharachero, mujeriego, y que ser músico en su existencia era más que un trabajo. Cada uno tiene una definición del hijo adoptivo de Planeta Rica (Córdoba), pero lo que es cierto es que el corazón del ‘tigre de Maríalabaja’, como también era llamado, dejó de latir a las 2:05 de la madrugada de ayer en una una clínica de Montería.

Un cáncer hizo que el juglar se enfrentara durante varios años a la muerte y que a la larga, luego de duras batallas, pesares, lágrimas y rabietas, perdiera el duelo y cerrara los ojos para despertar en lo eterno.

'Una persona como Enrique nunca muere, porque cuando ya no está el cuerpo queda la leyenda', dijo Rigoberto Restan, coordinador de Sayco en Montería.

En esa institución los compositores hoy recuerdan las infinidades de veces que Enrique se paseó por los pasillos y oficinas tarareando sus tantas canciones, que hoy hacen parte de la historia musical del Caribe y Colombia. Para convertirse en leyenda el maestro Díaz no se esforzó, solo fue él auténticamente.

Su hijo Eduar Enrique Díaz comentó que su padre fue uno de los pocos que se dio a la tarea, guiado con su inteligencia, autenticidad y talento, de marcar un estilo propio en el mundo vallenato, dejando inmortalizadas muchas canciones que hablan por sí solas logradas con la envidiable habilidad de componer, tocar y cantar.

'De nuestro padre tenemos el mejor ejemplo de responsabilidad y trabajo. Tuvo errores como todo ser humano, pero era un buen tipo que dejó muchas enseñanzas, no solo a nosotros sus familiares, sino a todo el que se detuvo a escuchar sus temas y a profundizar en su biografía y manera de hacer música', dijo Eduar.

Enrique Díaz murió a los 69 años. Vio la luz del mundo el 3 de abril de 1945 en Maríalabaja (Bolívar), donde vivió su niñez y juventud en el corregimiento Palo Alto. Luego cogió para los lares de Córdoba y se radicó en Buenavista, en el barrio Nueva Estación. Desde hacía 40 años residía en Planeta Rica.

Su última compañera sentimental fue Elvira Peña, con quien convivía en ‘la ciudad bella y cordial’. Con ella tuvo tres hijos, de los 15 que hizo.

El periodista Roberto Castilla Arroyo recuerda una anécdota del juglar.

Dice que en la década de los 70 Díaz se enfrentó con su colega Rúgero Suárez en una piqueria de canciones que fueron catalogadas como contestaciones. Consistía en que uno grababa un disco y al cabo de un tiempo el otro grababa otro contestándole con palabras algo ofensivas.

Eso, cuentan los testigos de ello, divertía al público porque era un derroche de talento y tiranías que emocionaba a la gente.

Muchas canciones hacen parte del legado del maestro Enrique Díaz, pero sin duda La Caja Negra, éxito de 1969, de autoría de Rafael Valencia, compositor oriundo de Caracolicito (Cesar), fue su carta de presentación.

Otros temas de gran popularidad interpretados por Enrique Díaz fueron El Rico Cují y La Monterrubiana. De la primera Díaz contó en una entrevista con el fallecido Ernesto McCausland que 'el hombre que trabaja y bebe hay que dejarlo gozar la vida, pero si solo bebe y no está trabajando y haciendo cosas malas, hay que castigarlo'. Algunos familiares cuentan que el maestro manifestó una vez que 'si aquí se quedó Alejo, aquí me quedó yo', queriendo dar a entender que quería ser sepultado en Planeta Rica. Su voluntad será aceptada porque el sepelio es en esa localidad, mañana a las 10:00 a.m.