Un perro que tiembla es una imagen que inquieta a cualquier dueño. A veces ocurre cuando hay miedo, frío o un susto pasajero, pero otras veces puede ser la señal de que algo más serio está ocurriendo en su organismo. Los temblores y espasmos en las mascotas no siempre son inofensivos: detrás pueden estar deficiencias nutricionales, intoxicaciones o incluso enfermedades neurológicas que requieren atención inmediata.
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De acuerdo con el médico veterinario Carlos Cifuentes hay algunos temblores comportamentales, es decir, cuando los perros pueden tener situaciones de estrés, miedo sobre todo, ellos tiemblan esporádicamente y pasa el temblor.
“Pero si un temblor persiste en el tiempo sin someter al animal a estrés, a miedo, a pánico, entonces allí por mínimo que sea el temblor la recomendación es llevarlo de inmediato al médico veterinario o al neurólogo que es el especialista en este tipo de manifestaciones”, detalla el médico de Pet Food Institute.
La clave, dice, está en observar con atención y no normalizar estos movimientos, sobre todo cuando se repiten sin causa aparente.
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La comida es clave
Uno de los puntos más importantes para evitar los temblores es la alimentación. Muchos dueños creen que basta con darles sobras o prepararles comida casera, pero según Cifuentes esto puede ser riesgoso.
“En este momento se han incrementado estas deficiencias nutricionales por mala información en redes, por desinformación también con respecto a la nutrición. Cuando se les ofrece una comida que no es balanceada, este tipo de enfermedades se manifiestan”.
Las carencias nutricionales se expresan en signos visibles que el dueño puede detectar a tiempo, pues las primeras características de estas enfermedades es que los perros empiezan a perder bastante pelo, la piel sufre bastante descamación, “pueden tener debilidad, algunos presentan vómitos o diarreas, inclusive se puede presentar convulsiones, cansancio, no hacen la misma actividad física y están reacios a interactuar con el entorno, pierden como la capacidad cognitiva también”.
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De hecho, detalla el veterinario, existen tres deficiencias que son especialmente frecuentes. Primeramente la hipoglicemia, bajo nivel de azúcar, que se da sobre todo en cachorros o perros que pasan largos ayunos.
De igual forma, la hipocalcemia, que es una falta de calcio común en perras lactantes y que puede provocar convulsiones.
Finalmente, la deficiencia de tiamina (vitamina B1) pues esta es esencial para el sistema nervioso, su ausencia genera temblores y pérdida de coordinación.
Frente a la tendencia creciente de ofrecer dietas caseras, el veterinario es claro en su recomendación: “Lo primero es preguntar al médico veterinario si ese animal requiere realmente una dieta casera. Y si lo requiere, indispensable y muy importante siempre trabajar con un nutricionista veterinario certificado. ¿Qué quiere decir eso? Que además de ser médico veterinario, tiene la especialidad de nutrición y allí, de acuerdo con esta asesoría, el nutricionista le da la formulación necesaria que el animal necesite para suplir los requerimientos energéticos y nutricionales diarios”.
El entorno también afecta
Más allá de la comida, hay factores ambientales que pueden detonar problemas neurológicos en los perros. Uno de ellos es el estrés prolongado. Cifuentes explica: “El estrés crónico y persistente. Las emociones sostenidas en el ambiente, en el entorno familiar, también pueden detonar una enfermedad neurológica. Una emoción como la rabia, la ira o la melancolía sostenida por medio de la familia. Los animales captan estas emociones por medio del olfato o por medio de la percepción también cognitiva y ellos mismos asumen la misma emoción y esta puede generar inflamación y la expresión de ciertas enfermedades que pueden ser genéticas o adquiridas neurológicas”.
En esos casos, los perros pueden desarrollar afecciones como epilepsia, hernias discales, síndromes vestibulares, debilidad muscular o pérdida de la capacidad de caminar. Pero no es lo único.
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Estas enfermedades también se pueden manifestar en entornos con tabaco. El humo del cigarrillo puede exacerbar o detonar una enfermedad neurológica. Aparte, el exceso de ejercicio, el exceso de calor, también un golpe de calor puede desencadenar signos neurológicos y muchos de ellos ponen en riesgo la vida del animal”.
Lo que se debe vigilar
El listado de señales de alarma es claro y se encuentran la caída excesiva del pelo, descamación de la piel, apatía, debilidad, vómito, diarrea, cansancio extremo, convulsiones o cambios de comportamiento como la
falta de interacción con el entorno. Ante cualquiera de estos signos, la recomendación es acudir al veterinario sin demora.
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En ese sentido, se deben evitar dietas caseras no supervisadas y respetar horarios regulares de alimentación, así como cuidar el almacenamiento de la comida para prevenir la aparición de mohos y toxinas.
También se debe garantizar agua limpia y disponible todo el tiempo, además de revisar que el alimento contenga ingredientes de calidad: proteínas digeribles, grasas saludables y carbohidratos complejos.
De igual forma, se aconseja consultar al veterinario sobre el uso de suplementos como Omega-3, antioxidantes o vitaminas del complejo B.
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