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En Colombia, el auge de los procedimientos estéticos continúa creciendo a un ritmo acelerado. Cada semana las redes sociales se llenan de ofertas, promociones y testimonios de supuestos “expertos” que garantizan resultados perfectos a muy bajo costo.

Sin embargo, detrás de esa aparente facilidad se esconde una realidad alarmante, y es que cada vez más mujeres sufren complicaciones graves e incluso fatales por someterse a intervenciones en manos no capacitadas o sin la información adecuada.

Centros estéticos sin certificaciones, personal sin titulación, productos clandestinos y procedimientos realizados en apartamentos o consultorios improvisados se han convertido en un riesgo latente que muchas mujeres desconocen, y del que solo se percatan cuando ya es demasiado tarde.

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Así como lo fue en el caso de la inesperada muerte de la artista de música popular Mayerly Díaz, conocida como ‘La voz de Quipile’, que tras someterse hace unas semanas a un procedimiento estético, perdió la vida y con ello sacudió al país, volviendo a poner sobre la mesa una preocupación recurrente: ¿Cómo verificar que un tratamiento de belleza se realice en manos expertas, en instalaciones seguras y bajo protocolos adecuados?

El caso, que sigue bajo investigación, se suma a un creciente número de reportes de complicaciones y fallecimientos relacionados con cirugías y procedimientos estéticos realizados en condiciones inadecuadas o por personal no capacitado.

El cirujano plástico Jairo Robledo y la dermatóloga y cirujana dermatológica Ruby Coll ofrecen claves para evitar riesgos.

Un llamado de alerta

El doctor Jairo Robledo, con años de experiencia en cirugía plástica en Barranquilla, señala que la primera herramienta que tiene el paciente a la mano es la verificación. Un cirujano plástico certificado debe pertenecer a la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica (SCCP) y aparecer en el ReTHUS, el registro oficial del Ministerio de Salud.

“La certificación se convierte en la garantía de que el profesional tiene entrenamiento, formación quirúrgica y cumple los estándares. Los apartamentos, casas, centros estéticos improvisados o espacios no autorizados, deben ser una señal de alerta. La mayoría de complicaciones graves ocurren en lugares sin habilitación, la seguridad empieza por el sitio donde te operas”, explicó.

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Mencionó que otros de los puntos a considerar son la valoración preoperatoria completa y la desconfianza de ofertas y combos estéticos, ya que los precios demasiado bajos suelen ocultar carencias de seguridad. Las cirugías en promoción rara vez tienen respaldo profesional serio.

“No es tan simple como parece”

A su turno la doctora Ruby Coll, especialista en piel y cirugía dermatológica, advierte que muchos de los procedimientos que parecen simples, como los rellenos, lipopapadas, estimuladores de colágeno o láser, también requieren médicos entrenados.

No todos los procedimientos deben ser realizados por cirujanos plásticos. Algunos corresponden a dermatólogos, otros a especialistas en Medicina Estética con formación oficial.

“El riesgo aumenta cuando un procedimiento cae en manos equivocadas, ya que cada intervención tiene un perfil que exige un especialista distinto. Y los medicamentos que se utilizan son importantes, el paciente debe preguntar qué producto le aplican, cuál es su origen y si tiene registro Invima. Es su derecho y es una obligación del profesional informarlo”, anotó Coll.

Por otra parte, Los láseres, inyecciones y tratamientos faciales requieren desinfección, instrumental estéril y personal entrenado en manejo de reacciones adversas. No existe procedimiento estético sin riesgo, hasta una inyección mal aplicada puede dejar secuelas permanentes.

“El objetivo debe ser armonizar, no transformar de manera extrema, porque el éxito estético está en respetar el rostro del paciente; cuando se busca un cambio drástico, los riesgos aumentan”.